España va mejor,
pero los españoles no. La crisis económica ha disparado las desigualdades como
en ningún otro país desarrollado y si no se adoptan medidas urgentes, el país
se arriesga a una grave fractura social. Este sombrío diagnóstico no viene de
ninguna organización humanitaria, sino de la OCDE, el templo de la ortodoxia
económica, para quien la situación en España está lejos de mejorar. “Resulta
altamente improbable que una recuperación económica, aún sólida, pueda por sí
sola poner fin a la crisis del mercado de trabajo y a la crisis social que el
país atraviesa actualmente”, constata la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico en su informe “Panorama de la sociedad 2014” , donde España aparece
mal valorada.
La OCDE considera que el Gobierno español debería dar una
“prioridad absoluta” a ayudar a los grupos más desfavorecidos, básicamente a
los desempleados de larga duración y los trabajadores pobres, cuyas
prestaciones “deben ser fortalecidas urgentemente”. La organización sugiere la
posibilidad de financiar un aumento de los recursos en este sentido reduciendo
el número de productos que se benefician de un IVA preferente, argumentando
que, al consumir poco, las familias más desfavorecidas son quienes menos se
benefician de tales exenciones y rebajas.
“Los gobiernos deben abordar todo nuevo recorte en los
gastos sociales con mucha prudencia, porque podría agravar las dificultades de
los más vulnerables y echar a perder la cohesión social futura”, advierte en
general la OCDE, para la que la necesaria restauración de las finanzas públicas
“no puede hacerse a costa del aumento de las desigualdades y las disparidades
sociales”.
Justamente lo que ha pasado en España. El informe constata,
en este sentido, que el 10% de los hogares más pobres ha visto reducidos sus
ingresos en un 14% anual entre los años 2007 y 2010 –la mayor caída de la OCDE,
cuya media está en el 2%–, mientras que el 10% más de las familas más ricas
sólo ha perdido un 1% anual. Los ingresos medios de los más ricos son hoy 13
veces superiores a los de los más pobres (la media en la OCDE es de 9,4)
El paro, con 5,8 millones de desempleados –el 45% de larga
duración–, está en el origen de esta grave situación, que hace que uno de cada
seis adultos en edad de trabajar viva en un hogar donde nadie trabaja. El
aumento del paro en España ha representado, por sí solo, el 55% del aumento del
desempleo en el conjunto de toda la zona euro. Frente a esto, España apenas
gasta un poco sobre la media general en prestaciones de desempleo y familiares,
mientras que el gasto en programas de promoción activa de empleo ha disminuido
“más de dos tercios” entre el 2007 y el 2011.
“El sistema de protección social español estaba mal
preparado para enfrentar una crisis del empleo” como la actual, constata la
OCDE. De modo que la pobreza relativa ha avanzado (del 13,7% al 15,4%),
afectando sobre todo a los niños (21%). “En general, las transferencias
públicas no están suficientemente bien orientadas hacia los más necesitados”,
señala el informe, que muestra con sorpresa que “la parte del gasto social
destinada a familias relativamente acomodadas es superior a la de la mayoría de
los otros países de la UE”.
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