François
Hollande se enfrenta este domingo, primera vuelta de las elecciones municipales
en Francia, a su primer gran test nacional desde su elección como presidente de
la República, en mayo del 2012. Sus perspectivas no son precisamente muy
brillantes. Los socialistas franceses temen, con razón, un importante voto de
castigo, a la vista de la persistencia de la crisis, la bajísima popularidad
del presidente –del 17% al 20%– y la desconfianza general hacia la clase
política. El daño será mayor o menor en función de la abstención, que todos los
auscultadores de la opinión prevén muy elevada. Junto a la caída de la
participación, la otra gran incógnita es el incremento –previsible, pero
difícilmente evaluable– del apoyo a la extrema derecha.
Si en algo coinciden todos los institutos de opinión es en
que la abstención –que no ha parado de subir desde los años ochenta– va a batir
en esta ocasión el récord del 2008, cuando llegó al 33,5%. Esta vez puede
rondar el 38% o alcanzar incluso el 40%. Todo indica que, de nuevo, será
particularmente acusada en las grandes ciudades y que dañará sobre todo al
Partido Socialista (PS)
Los diversos sondeos sobre la intención de voto a nivel
nacional dejan a los socialistas –con entre el 20% y el 23% de los sufragios–
por detrás de la derecha, incluso si se le suman sus aliados ecologistas y del
Frente de Izquierdas. Aunque este previsible retroceso puede verse parcialmente
compensado con su victoria en algunas grandes ciudades, particularmente en
París –donde Anne Hidalgo parte con ventaja respecto a la candidata de la Unión
por un Movimiento Popular (UMP), Nathalie Kosciusko-Morizet–, Lyon o Toulouse.
La situación, sin embargo, no es tampoco muy halagüeña para
el partido de Nicolas Sarkozy, que por sí solo apenas obtendría más sufragios
que el PS: un par de sondeos le atribuyen un 22% y sólo un tercero le concede
hasta el 35%. La ventaja de la derecha, sumados los centristas y los
independientes, sería clara pero en principio no aplastante. Si esto es así, es
en parte por su propia culpa –escándalos, luchas intestinas– y en parte porque
el ascenso de la extrema derecha pesca justamente en sus caladeros.
El Frente Nacional (FN), enfundado en los hábitos del Rassemblement Bleu Marine –que juega con el nombre del
color y de la presidenta del partido, Marine Le Pen–, puede dar la campanada.
Salvo una encuesta de CSA para Le Figaro, que le deja
con un modesto 6%, las demás le sitúan alrededor del 11-12% e incluso el 17%,
una cota sólo vista hasta ahora en las elecciones presidenciales. Sin embargo,
que semejante resultado pueda traducirse en una importante implantación
municipal es menos probable.
Porque si los sondeos captan las grandes corrientes
electorales en el conjunto del país, la presencia real del FN a nivel local es
aún pequeña. Los frentistas han logrado en esta ocasión un récord, al presentar
595 listas en poblaciones de más de 1.000 habitantes. Pero eso representa
apenas el 6,1% de los municipios de este tamaño. Por otro lado, aunque el
Frente Nacional logre forzar un número importante de triangulares en la segunda vuelta –esto es,
enfrentamientos a tres bandas con el PS y la UMP–, en la mayoría de los casos
será barrido. Algunos municipios simbólicos pueden caer en sus manos, pero
difícilmente pasará de ahí.
Otra cosa serán las elecciones europeas del próximo mes de
mayo, donde el FN no está condicionado ni por las circunstancias locales ni por
su escasa implantación. Es aquí donde la extrema derecha podría realmente
provocar un seísmo y quedar –como algunos estudios vaticinan– como el primer
partido de Francia.
Llamamiento anti Frente Nacional
El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, lanzó el viernes un
llamamiento a todos los partidos “republicanos” para hacer frente común y
evitar la elección de alcaldes del Frente Nacional (FN). Fiel a su tradición y
salvo excepciones, el PS piensa llamar a votar a la UMP en la segunda vuelta
allí donde sea necesario para impedir el triunfo de la ultraderecha. La UMP, en
cambio, mantiene su línea de ambigüedad para no hurtarse a los votantes del FN.
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