Las buenas
palabras y la gratuidad del transporte público –autobuses, metro y trenes de
cercanías– no hicieron el viernes pasado ninguna mella en los conductores de
París y su corona metropolitana, ahogada desde hace una semana por una elevada
polución. Así que el Gobierno francés decidió el fin de semana tomar medidas
más drásticas y ayer impuso la circulación alterna: sólo la mitad de los
vehículos –aquellos con matrículas que acababan en impar– pudieron circular por
la capital y una veintena de ciudades de su periferia. La mejora de las
condiciones meterológicas, que deberían favorecer la dispersión de las
partículas finas acumuladas en al aire, permitirá levantar hoy las
restricciones. Pero la medida podría volver a aplicarse en caso de empeoramiento.
La concentración de partículas finas se situó ayer en torno
a 50 microgramos por metro cúbico de aire, muy por debajo de los niveles
alcanzados la semana pasada: 80 y hasta 110 microgramos. El tráfico, a causa de
las restricciones, descendió un 30% y las colas matinales fueron mucho más
ligeras: apenas 90
kilómetros de retenciones, frente a los entre 200 y 250 kilómetros que
se registran en cualquier lunes normal.
El Ejecutivo socialista se había resistido inicialmente a
adoptar una iniciativa semejante –pese a la presión de sus socios ecologistas–
por temor a provocar un monumental caos de circulación a tan sólo una semana de
la primera vuelta de las elecciones municipales. El precedente de 1997 no era
precisamente muy alentador. Hace diecisiete años, los filtros instalados en los
accesos a París causaron unos embotellamientos monstruosos. No fue el caso
ayer.
Aprendida la lección, el Gobierno dejó físicamente el paso
libre a todos los vehículos y desplegó a unos 700 policías para controlar el
cumplimiento de la restricción en una sesentena de puntos en el interior. Los
agentes impusieron alrededor de 4.000 multas –de 22 euros si se pagaban en el
acto– a los conductores que se saltaron la prohibición. Pero, en general, la
gente cumplió. El ministro de Ecología, Philippe Martin, aseguró que el 90% de
los vehículos que circularon ayer eran de matrícula impar y elogió la
“conciencia cívica” de los ciudadanos.
Para ayudar, el transporte público siguió siendo gratuito
durante toda la jornada –hoy volverá a la normalidad– y el Ayuntamiento de
París dejó asimismo aparcar gratuitamente en la calle a los coches de matrícula
par.
Pese al éxito de la circulación alterna, la medida no obtuvo
el aplauso generalizado. Las asociaciones de conductores y de transportistas la
criticaron, subrayando que los vehículos de motor no son el principal foco de
polución. Según un informe del 2013 del Centro interprofesional técnico de
estudios de la polución atmosférica (Citepa) –citado por Le
Monde–, el 31% de las partículas finas proceden de la industria,
otro 30% viene de las calefacciones, un 20% de la agricultura y sólo un 15% de
los vehículos.
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