lunes, 31 de marzo de 2014

Una española en París

Una mujer, socialista y de origen español, Anne Hidalgo, de 54 años, será la primera mujer alcaldesa de París. La candidata del Partido Socialista (PS) venció a su rival, otra mujer, Nathalie Kosciusko-Morizet –de la Unión por un Movimiento Popular (UMP)– por 54% a 46%. Un triunfo claro e incuestionable que da a la izquierda su tercer mandato municipal consecutivo desde el año 2001. Hidalgo, con un perfil más a la izquierda que la línea política del Gobierno, ha conseguido salvarse del voto de castigo general.

Nacida en San Fernando (Cádiz), la nueva alcaldesa –que tiene la doble nacionalidad, francesa y española– llegó a Francia en 1961, cuando sus padres emigraron a la banlieue de Lyon en busca de trabajo y de un futuro mejor. Titulada en Derecho y Ciencias Sociales, ingresó en el PS en 1994 y ha realizado la mayor parte de su carrera política en el gobierno municipal de París, al que se incorporó hace trece años. A lo largo de este tiempo, fue asumiendo cada vez mayores responsabilidades hasta convertirse en la primera teniente de alcalde, encargada del área de urbanismo, y mano derecha del alcalde saliente, Bertrand Delanoë, que la designó como su heredera política.

Esta vez, los sondeos no mintieron y Anne Hidalgo –que en la primera vuelta quedó 8.000 votos por detrás de su rival– ganó ampliamente en la segunda. La izquierda obtiene la mayoria absoluta con 93 concejales sobre 70. “Esta es la victoria de la autenticidad, la victoria de una izquierda fiel a sus ideales”, dijo anoche.
La victoria de Hidalgo confirma que, en París, el siglo XXI es de color rosa (el de los socialistas). El PS tuvo que esperar, en efecto, al año 2001 para poder gobernar la capital. Ese año el entonces jefe de la oposición municipal, Bertrand Delanoë, se impuso a sus rivales gracias a la división de la derecha en dos candidaturas fratricidas. Esa victoria puso fin a cincuenta y cuatro años de dominio conservador. Acabada la Segunda Guerra Mundial, la izquierda gobernó durante dos años, pero en 1947 los gaullistas tomaron ya el control.


En 1977, el entonces presidente Valéry Giscard d’Estaing, suprimió el cargo de prefecto del Sena –que ejercía la tutela gubernamental sobre la ciudad– y concedió a la capital el derecho a tener un alcalde. Jacques Chirac estrenó el puesto y se mantuvo en él hasta 1995, cuando fue elegido a su vez presidente de la República. Sus herederos tardaron poco, sin embargo, en dilapidar su legado y seis años después cedieron el poder a los socialistas. Tras un primer mandato triunfal –pese a la pérdida de los Juegos Olímpicos frente a Londres–, Delanoë fue reelegido en el 2008 para un segundo mandato gracias a la ola favorable a la izquierda.



Los socialistas franceses, barridos

Limoges, la ciudad de la porcelana, bastión político de la izquierda desde 1912, cayó ayer por primera vez en manos de la derecha. Más de un siglo convertido en cenizas. La derrota de los socialistas en la capital del Limusín simboliza con descarnada crueldad la debacle sufrida por el Partido Socialista (PS) en la segunda vuelta de las elecciones municipales en Francia, en la que fueron literalmente arrollados y expulsados de más de un centenar de alcaldías. En los inicios de la Primera Guerra Mundial el mariscal Joffre, tras los primeros reveses militares frente a los alemanes, decidió confinar en Limoges a los oficiales juzgados tibios o incapaces. Desde entonces, un despido recibe también el nombre de limogeage. El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, era anoche el principal candidato a ser fulminantemente limogé. Aunque quien resultó ayer directamente sancionado fue el presidente de la República, François Hollande. La abstención, estimada en el 38,5%, batió un nuevo récord.

La victoria socialista en París –de una importancia simbólica capital– y en un puñado de ciudades como Lyon, Lille, Estrasburgo, Dijon, Rennes, Metz, Nantes,Poitiers, Rouen o Aviñón –donde el Frente Nacional (FN) perdió su apuesta–, no sirvieron anoche para enmascarar el calado de la derrota. Numerosas ciudades importantes bascularon a la derecha: Toulouse, Saint-Etienne, Roubaix, Pau –en beneficio del líder centrista François Bayrou, apoyado esta vez por la UMP–, Reims, Quimper, Angers, Angulema, Belfort, Nevers. Ajaccio, Tourcoing, Roanne, Périgueux, Valence, Tours, Caen, Amiens... Y aún otras dos, Dunkerque y Grenoble, les fueron arrebatadas por otras candidaturas de izquierda o ecologistas disidentes.

“Los resultados son malos para la izquierda, son decepcionantes”, admitió la ministra portavoz del Gobierno, Najat Vallaud Belkacem. Más dura, Ségolène Royal –su antigua mentora política– habló de una “advertencia muy severa” y una “sanción al sistema de partidos”. Y el secretario nacional de Jean-Christophe Cambadélis no dudó en calificarla de “la peor derrota del PS en unas elecciones locales”. Mientras Jean-Luc Mélenchon, líder del Partido de Izquierda, juzgó el resultado directamente de “desastre” y lo atribuyó a la política “derechista” de Hollande.

En el seno del PS, empezó a haber los primeros movimientos reclamando un cambio de rumbo y un giro a la izquierda. Así se manifestaron anoche mismo el Movimiento de Jóvenes Socialistas (MSJ) y la corriente Maintenant la Gauche (Ahora la izquierda). Lo mismo hicieron los aliados de los socialistas en el Gobierno, Europa Ecología-Los Verdes.

François Hollande podría dirigirse hoy mismo al país y anunciar un cambio de Gobierno. Y a la vista de la amplitud de la derrota, ello debería comportar un cambio de primer ministro. Jean-Marc Ayrault, sin embargo, no lo ve así. El jefe del Gobierno compareció pasadas las diez de la noche por televisión y, aunque admitió la “desafección” de una parte del electorado socialista, se manifestó determinado a seguir la política de reformas iniciada.

La gran triunfadora de la jornada fue la Unión por un Movimiento Popular (UMP). el partido de Nicolas Sarkozy, que se resarce de la derrota del 2008 y se hace con la hegemonía de la política municipal. “Ha habido una marea azul”, constató el presidente del partido, Jean-François Copé, quien aseguró que la UMP vuelve a ser “el primer partido de Francia”, e instó al presidente de la República a “cambiar absolutamente de política”. La derecha, que en la primera vuelta ya había amarrado numerosas ciudades –particularmente, Burdeos–, y arrebató a la izquierda una treintena de ciudades, confirmó asimismo su dominio en algunos de sus feudos, especialmente Marsella,

El notable avance del Frente Nacional (FN) en la primera vuelta se confirmó ayer, al ganar este partido un puñado de nuevas ciudades: Béziers –donde resultó elegido el periodista Robert Ménard, ex presidente de Reporteros sin Fronteras (RSF)–, Fréjus, Beaucaire, Le Pontet, Luc, Hayange, Villers-Cotterêts y Camaret-sur-Aigues, que se suman a las otras dos ya obtenidas en la primera vuelta –Hénin-Beaumont y Orange– y a una alcaldía de distrito en Marsella.

Pero en dos de las principales joyas que aspiraba a quedarse fracasó: en Perpiñán, el vicepresidente del FN, Louis Aliot, fue claramente derrotado por Jean-Marc Pujol (UMP), mientras en Aviñón, la socialista Cécile Helle recuperaba el terreno perdido en la primera vuelta. El director de festival de teatro de Aviñón, Olivier Py, que amenazó con abandonar la ciudad y buscar otro emplazamiento para el certamen si ganaba el FN, pudo dormir tranquilo. En Forbach o Saint-Gilles, sus candidatos no lograron tampoco rematar la faena. En cualquier caso, la presidenta del FN, Marine Le Pen, se felicitó de unos resultados que ofrecen a su partido una representación municipal de la que carecía –alrededor de 1.200 concejales– y que a su juicio inauguran una “nueva etapa”.


domingo, 30 de marzo de 2014

La torre universal



“Hazlo por Dinamarca”, reza el picante eslogan de una agencia de viajes que invita a los daneses a viajar a París, imbuirse de su romanticismo y contrarrestar la baja natalidad del país escandinavo... En el anuncio, la pareja protagonista brinda con champán bajo la torre Eiffel. Original no será, pero efectivo debe serlo. Porque la torre ha sido –y será, sin duda– un objeto publicitario recurrente en todo el mundo. Erigida con motivo de la Exposición Universal de 1889 –la del centenario de la Revolución Francesa– y concebida para durar veinte años, la torre Eiffel cumple mañana su 125º aniversario convertida no sólo en el principal e indiscutible símbolo de la capital francesa, sino en un auténtico icono universal.

El ingeniero Gustav Eiffel era ya un conocido y reputado constructor –de sus planos salieron desde el puente de Oporto hasta la estación de Pest, pasando por el armazón de la estatua de la Libertad– cuando abordó la que sería su máxima y definitiva obra. Probablemente por ello, las autoridades le confiaron la proeza de levantar una torre de hierro de más de 300 metros de altura –324 actualmente, con todas las antenas que la han prolongado– y 10.100 toneladas de peso, una manera de mostrar al mundo en aquel momento la capacidad técnica e industrial de Francia.

La torre Eiffel empezó con mal pié, todo hay que decirlo. Y no sólo porque su presupuesto se disparara hacia la bóveda celeste –7,8 millones de francos de la época, más del doble de lo presupuestado–. Sino porque hirió a numerosas almas sensibles. Un nutrido grupo de artistas e intelectuales –Alexandre Dumas hijo, Guy de Maupassant, Charles Garnier...– publicó en febrero de 1889 en el diario Le Temps una incendiaria tribuna condenando el engendro por antiestético. Para sus jueces, la torre era “vertiginodamente ridícula”, además de “inútil y monstruosa”. El poeta Paul Verlaine la comparó con el “esqueleto de un campanario”.

El pueblo, sin embargo, poco dado a seguir las críticas de los sabios, se lanzó masivamente a visitar el ingenio en cuanto se abrió al público. Y no sólo el pueblo. Tras su inaiguración. el 31 de marzo de 1889, entre los primeros visitantes se contaron el Shah de Persia y el Príncipe de Gales. Durante los seis meses de la exposición, dos millones de personas ascendieron por el artilugio.

Hoy son siete millones de visitantes los que la torre Eiffel atrae cada año. Aunque podía no haber sido así... Porque las visitas cayeron vertiginosamente en los años posteriores y su destrucción estuvo sobre la mesa de quienes la habían encargado. Si se salvó de la piqueta, fue porque Eiffel se empeñó en buscarle nuevas utilidades –experimentos científicos– y porque la radio primero y la televisión después acudieron defnitivamente en su ayuda al utilizarla como gran repetidor. En la Gran Guerra de 1914, de la que este año se cumple el centenario, tuvo un papel crucial para detener la ofensiva alemana del Marne.


Pulso por Matignon

Nadie sabe lo que de verdad piensa hacer François Hollande. El presidente francés es un consumado especialista de la disimulación. Pero parece que esta vez va de veras y habrá un cambio de Gobienro. El Ejecutivo surgido de las elecciones del 2012 está agotado y necesita una renovación. Pero es sobre todo Hollande quien precisa enviar a la opinión pública el mensaje de que ha tomado en cuenta la sanción electoral de las municipales y que se dispone a dar un nuevo impulso a su acción política. ¿En qué sentido? Y ¿con quién? Esa es la incógnita que despejar.

Dos años después de llegar al Elíseo, es evidente que las recetas políticas y económicas de Hollande –la célebre “caja de herramientas” aprobada al inicio de su mandato– no han dado el resultado esperado. La actividad económica sigue siendo enormemente débil y el paro sigue creciendo. El presidente quiere salir del agujero con el bautizado Pacto de Responsabilidad, por el cual reducirá en 30.000 millones de euros las cargas sociales a las empresas –con el fin de reforzar su competitividad– a cambio de compromisos en materia de empleo.

El problema para Hollande es que este paquete será probablemente mucho más concreto por el lado de la reducción de las cargas sociales –lo que algunos sindicatos denuncian como un “regalo a los patronos”– y mucho más vago en el terreno del empleo. Y si a eso se añade su intención de aprobar una importante reducción del gasto público –50.000 millones entre el 2015 y el 2017–, es improbable que que obtenga el aplauso del electorado socialista, que si está descontento por algo es por el abandono de la política de izquierdas prometida durante la campaña presidencial.

Para contrarrestar esta percepción, el todavía primer ministro, Jean-Marc Ayrault, prepara un plan para rebajar los impuestos a las familias más modestas. Una medida que es percibida, también, como un intento de consolidar su posición y evitar su relevo. Más impopular todavía que Hollande, faltado totalmente de carisma, Ayrault parece estar junto a la puerta de salida, pero no está dispuesto a irse sin luchar.

En su intento por mantenerse en Matignon, Ayrault juega la baza de la unidad de la mayoría socialista en el Parlamento, que pretende ser el mejor situado para garantizar cuando llegue el momento de aprobar el Pacto de Responsabilidad y poner en juego la confianza del Gobierno. En este pulso, el primer ministro se ha ganado el apoyo de Los Verdes, que apuestan por su continuidad. Así lo ha expresado uno de sus dirigentes, el senador Jean-Vincent Placé, quien propugna un “cambio de rumbo” y un acento “más social en la política del Gobierno.

La ecologista Cécile Duflot, ministra de Vivienda y ex líder del partido, advirtió seriamente días atrás a su colega de Interior, Manuel Valls, que si él era designado primer ministro, Los Verdes abandonarían el Gobierno...

Ante el supuesto relevo de Ayrault, Manuel Valls es en principio el mejor situado. El ministro del Interior no sólo es el miembro del Gobierno más popular entre la opinión pública, sino que además es percibido como alguien serio, firme, determinado y resolutivo. Desde cierto punto de vista, es la mejor baza con que cuenta Hollande. Pero presenta varios problemas. El principal es que está claramente situado a la derecha del Partido Socialista (PS), lo cual si no entra en contradicción con la política que quiere llevar adelante Hollande, puede en cambio ser muy mal percibido por el sector más a la izquierda del partido y de sus electores.

De hecho, el ala izquierda del PS ya se está preparando para reclamar un golpe de timón urgente en el Gobierno tras la previsible derrota de hoy en las urnas.Si Valls es el favorito, hay otras dos figuras socialistas de peso que podrían ocupar el puesto: el actual ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius –quien ya estuviera en Matignon con François Mitterrand–, y el ex alcalde de París, Bertrand Delanoë.


Francia espera una marea azul

La derecha francesa se dispone a arrebatar el poder local a la izquierda, devolviendo así la afrenta del 2008. La única duda que subsiste, en lo cual sustenta sus magras esperanzas François Hollande, es la amplitud de la marea azul que se avecina. A los socialistas les gustaría creer que una movilización de última hora de su electorado y el efecto distorsionador del Frente Nacional (FN) pueden limitar los daños en la segunda vuelta de las elecciones municipales, que se celebra hoy.

En el Partido Socialista (PS) y en el Gobierno presienten, sin embargo, que van a ser arrasados. La inquietud y la tensión es palpable. El presidente francés también lo sabe y en los últimos días ha empezado a preparar su eventual respuesta: un puñado de medidas para tratar de recuperar la simpatía del electorado popular y una remodelación del Ejecutivo que podría costarle el cargo al primer ministro, Jean-Marc Ayrault. El jefe del Gobierno, más impopular aún que el propio Hollande, señalado con el dedo por su falta de carisma y de nervio, es el cabeza de turco perfecto. El sistema mismo de la V República lo coloca en una piedra sacrificial. Y su posición, ya muy delicada tras la bofetada de la primera vuelta, puede convertirse en totalmente insostenible si esta noche la derrota es mayúscula.

El desarrollo de esta crucial semana entre las dos vueltas no ha sido precisamente el más positivo para el Ejecutivo. El Consejo Constitucional tumbó una parte esencial del dispotitivo ideado para tratar de salvar industrias en peligro de cierre con su cesión a un tercero –una de las promesas de campaña de Hollande que se va al agua– y las cifras oficiales sobre el paro correspondientes al mes de febrero han sido desalentadoras. En lugar de disminuir, el desempleo creció en 31.500 personas, elevando el número de parados a 3,3 millones. La realidad es dura y ha demostrado completamente infundada la promesa del presidente de invertir la curva del paro. En lugar de disminuir, el paro no sólo no se frena, sino que sigue creciendo.

La Unión por un Movimiento Popular (UMP), el partido de Nicolas Sarkozy, parece no tener más que esperar a recoger los frutos. Los populares mantienen una total confianza en una victoria aplastante, pero se han cuidado mucho estos días de todo triunfalismo. Esta táctica, junto a la sorpresa protagonizada por el FN, ha contribuido sin duda a difuminar el hecho de que son Jean-François Copé y sus hombres los claros ganadores de estos comicios. Acaso más por demérito del Gobierno que por merecimiento propio –la UMP sigue enredada en sus viejas disputas internas y diversos escándalos judiciales–, pero a la hora de sumar los votos poco importa.

En la primera vuelta, la derecha sacó en los municipios de más de 1.000 habitantes más de ocho puntos de ventaja a la izquierda: 46,4% a 38,2%. Una distancia que para el PS y sus aliados es difícilmente recuperable.

Si en la votación del domingo pasado la izquierda perdió, de una tacada, una treintena de ciudades de más 9.000 habitantes –entre ellas, Niort (Deus Sèvres), donde gobernaba desde el final de la Segunda Guerra Mundial–, el golpe podría hoy más que triplicarse. Los analistas calculan que la pérdida –sobre todo de los socialistas– podría superar el centenar de municipios. Entre ellos, algunos de los más importantes.
Entre las principales ciudades que podrían caer en manos de la derecha están Toulouse, Estrasburgo, Reims, Saint-Etienne, Caen, Metz... Una pérdida general sería una auténtica debacle. Por no hablar de París, donde la ventaja parece del lado de la candidata socialista, Anne Hidalgo, mano derecha del alcalde saliente, el popular Bertrand Delanoë.

Los socialistas cuentan aquí con el apoyo de los Verdes, con quienes han cerrado –una vez más– un pacto de gobierno que les garantiza, a priori, el apoyo del electorado ecologista. Algo que no han conseguido en cambio con el Partido de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon. Frente a esto, la aspirante de la UMP, Nathalie Koscisko-Morizet, que ya se presentó en la primera vuelta coaligada con los centristas, apenas puede contar con la reserva de votos de un puñado de candidatos disidentes de la derecha que resultaron eliminados

Pero nada puede darse por sentado. Los sondeos vaticinaban prácticamente por una unanimidad la victoria de Hidalgo desde la primera vuelta. La realidad, en cambio, fue muy diferente. NKM –siglas bajo las que se la conoce– salió vencedora por una diferencia de casi 8.500 votos (35,6% a 34,4%). El efecto electoral que puede tener la imagen y la sensibilidad política de Kosciusko-Morizet, más próxima de los bobós (bohemios burgueses) de la progresía parisina que de la derecha conservadora tradicional, es una incógnita. Puede ganar votos por el centro y perderlos por la derecha, sobre todo entre los sectores ultracatólicos y próximos al FN.

Una parte de la atención de la oponión pública francesa –y también mundial– estará hoy focalizada en el resultado que obtenga el Frente Nacional allí donde el domingo pasado acabó en cabeza. Sobre todo en las ciudades de Aviñón, Perpiñán, Béziers, Fréjus, Saint-Gilles, Forbach... En estos municipios, el FN ha colocado a algunas de sus figuras más conocidas: desde el vicepresidente del partido, Louis Aliot, en Perpiñán, hasta Florian Philippot, el portavoz, en Forbach, pasando por el célebre abogado penalista Gilbert Collard, en Saint-Gilles, y el controvertido periodista y editorialista Robert Ménard –ex presidente de Reporteros sin Fronteras (RSF)– en Béziers.

En alguno de estos lugares, el FN conseguirá hacerse con la alcaldía, como en Hénin-Beaumony y en Orange en la primera vuelta. Pero el sistema electoral francés –mayoritario, a dos vueltas– y la retirada del PS para concentrar el voto en el candidato mejor situado con tal de frenar al FN pueden impedírselo. 


Alcaldesa, musulmana y negra

El pueblo de Yèbles (Sena y Marne), de 700 habitantes, cuenta con una nueva alcaldesa, Marieme Tamata-Varin. De 32 años y origen mauritano, su condición de mujer musulmana y negra provocó una dura campaña electoral. Pero que no ha impedido su elección.



sábado, 29 de marzo de 2014

Seísmo en el centro del mundo

“El centre del món”. Así han bautizado en Perpiñán el centro comercial de la nueva y flamante estación del tren de alta velocidad. No hay nada como poder echar mano de Salvador Dalí para reivindicar un nombre rutilante. El problema es que el centro del mundo parece en realidad el último rincón. De espaldas a la ciudad, de cara a un nuevo barrio de negocios que no acaba de cuajar, el centro comercial languidece con más de la mitad de sus comercios cerrados y el resto, amenazando con bajar la persiana. ¿Dónde están las hordas de barceloneses que el TGV tenía que traer? Aquí, desde luego, no.

Cuando uno gana finalmente la antigua estación y sale a la calle, desemboca en una avenida –la “avinguda general De Gaulle”, rotulada en catalán– festoneada de palmeras y repleta de kebabs. Bienvenidos a Perpiñán, una ciudad de proyectos fallidos e identidad líquida. Una ciudad en declive, con un nivel de paro que casi dobla la media nacional, algunos de los barrios más pobres de Francia y un mosaico de comunidades –catalanes, pieds-noirs, españoles, portugueses, gitanos, magrebíes– en frágil e inestable equilibrio. Es aquí, tan lejos de París y tan cerca de Barcelona, donde el Frente Nacional (FN) se ha convertido en el partido político más votado y amenaza con tomar mañana el poder municipal en la segunda vuelta de las elecciones municipales francesas.

“¿De extrema derecha, nosotros? ¡En absoluto! Es ridículo. Y contraproducente. A fuerza de repetirlo, acabarán banalizando a la extrema derecha de verdad. Hay millones de franceses que han votado por nosotros en toda Francia, decirles que son de extrema derecha es insultarlos”. Louis Aliot, el candidato del FN a la alcaldía de Perpiñán, rechaza con un revés de la mano una etiqueta que –a pesar de su historia y de las ideas que defienden buena parte de sus miembros– considera totalmente inmerecida.

Un alegre bullicio reina en el cuartel general electoral de Louis Aliot, donde apenas nadie esperaba que en la primera vuelta de las elecciones, el pasado domingo, el FN pudiera acabar en primer lugar con un total de 12.949 votos, el 34,2%. Pero no es sólo por esto que periodistas de medios de todo el mundo pasan en sesión continua por el despacho de este candidato –y no de otro–, alquilado en una planta baja de un edificio señorial del bulevar Wilson, a dos pasos del Castillet. Louis Aliot es algo más que un aspirante a alcalde. Es también el vicepresidente del Frente Nacional. Y el compañero sentimental de su presidenta, Marine Le Pen. El FN ha sido tradicionalmente un asunto de familia…

Aliot ha conseguido hacerse escuchar por los perpiñaneses denunciando la amenaza de la inmigración, el problema de la inseguridad, el paro, la pobreza, el declive económico y el asfixiante clientelismo que ha dominado la vida política de la ciudad en los últimos cincuenta años. “El FN, que ya estaba bien implantado desde mediados de los años noventa, ha ampliado considerablemente su base. El domingo ganó en cinco de los nueve distritos. Y en barrios muy dispares. Así entre los obreros como entre las clases medias, e incluso en las zonas burguesas”, subraya el geógrafo David Giband, para quien este triunfo supone “el fin de una época”.

Aunque el sentimiento identitario catalán es aquí infinitamente más débil que al otro lado de los Pirineos –y normalmente reducido a sus elementos más folclóricos–, tampoco ha estado completamente al margen de la campaña. Ni siquiera el FN lo ha dejado de lado. “La verdadera amenaza para la identidad catalana es la inmigración masiva. En Perpiñán, en las escuelas se ofrece a los niños la posibilidad de aprender árabe, pero no catalán”, clama Aliot, quien advierte que “si no se controla el fenómeno de la inmigración, la identidad catalana acabará desapareciendo. Es cuestión de número”.

“Jo parlo una miqueta el català, el meu avi, que era republicà, i el meu pare, eren de Puigcerdà…”, declara a modo de bienvenida y con una amplia sonrisa Clotilde Font-Gavaldà, independiente y segunda de la lista del FN, una candidatura bautizada “Perpignan Ensemble-Rassemblement Bleu Marine” –la franquicia política de Marine Le Pen–, que habla con naturalidad de la “Catalunya Nord”. “Y tú Bruno, dile de dónde eres…”, invita al consejero económico. “Yo nací en Sant Feliu de Guíxols”, proclama el interpelado. Agente inmobiliaria alarmada por el declive comercial –“Perpiñán se muere”, dice–, Font-Gavaldà no se siente tampoco de ultraderecha. “Esta no es una lista de extrema derecha, a mí nadie me ha pedido coger el carnet”, asegura, a la vez que reivindica su pasado gaullista: “Yo siempre fui del RPR (Rassemblement pour le République, el partido de Jaques Chirac), pero la derecha ha cambiado. El RPR de antes es el FN de hoy”.

“Perpiñán no hizo la transición a la economía moderna y se ha convertido en una ciudad de rentistas, que conviven con todo un submundo obrero. Aquí hay gente acomodada que no trabaja y mucha otra gente, en situación precaria, que tampoco trabaja y sobrevive con las ayudas sociales”. Quien pinta este sombrío panorama es el sociólogo Dominique Sistach, para quien la clase política perpiñanesa es la principal responsable de este declive económico y social. Desde mediados de los años sesenta, toda la política local ha girado en torno al clan Alduy –primero Paul, el padre, después Jean-Paul, el hijo–, que asentaron su poder político en un sistema clientelar, asegurándose la adhesión electoral de determinadas comunidades –los gitanos, los pieds-noirs repatriados de Argelia en 1962– a cambio de contratos y empleos públicos. El heredero de este sistema es el alcalde saliente, Jean-Marc Pujol, sucesor designado y candidato de la Unión por un Movimiento Popular (UMP)

El voto al FN es un voto de rechazo a este estado de cosas. Y un voto de desesperanza. Perpiñán se empobrece como se empobrece toda la costa mediterránea francesa, sometida a un proceso de “desclasamiento general” que –según Sistach– “desde París no se comprende” y que explica la pujanza del FN desde Perpiñán a Marsella. ¿Hasta el punto de ganar en la segunda vuelta y hacerse con la alcaldía? Sistach no lo cree. No todavía. “Estas son unas elecciones de transición”, opina.

Todo se ha puesto en obra para evitar ese triunfo. El candidato socialista, Jacques Cresta, se retiró de la segunda vuelta para que todo el voto republicano pueda agruparse en torno a Pujol. Como pasó con Jacques Chirac frente a Jean-Marie Le Pen en 2002. Un grupo de intelectuales y artistas –entre los que están la cantante Teresa Rebull, el escritor Jean-Pierre Bonnet, los editores Robert Triquère y Christine Lavall, o el historiador Benjamin Stora– ha hecho un llamamiento para frenar la victoria del FN. El popular cantante Bruno Caliciuri, Cali –nieto de un italiano enrolado en las Brigadas Internacionales y una enfermera catalana–, publicó una tribuna en L'Indépendant expresando su “tristeza” y su “vergüenza” por el avance de la extrema derecha...

Tales llamamientos pueden hacer mella en los más concienciados. Pero difícilmente entre los desencantados. Incluso los que tienen el corazón a la izquierda. Como Jean-Pierre, que espera sentado el autobús en una parada del Quai Carnot. “Apoyar a Pujol es como vender el alma al diablo. Yo no quiero que gane el Frente Nacional, pero es difícil que sea peor que lo que hay ahora”, dice.

Apenas son las cuatro y media de la tarde cuando un empleado cierra el portón del Palacio de los Reyes de Mallorca, el castillo erigido por el rey Jaume II cuando recibió en herencia los territorios de las Baleares, el Rosellón, la Cerdanya y el señorío de Montpellier. Exponente de los años gloriosos de Perpiñán, aunque un tanto destartalado, es una de sus joyas históricas y arquitectónicas. El letrero dice que cierra a las cinco. Pero hoy ya no hay programadas más visitas de escolares o jubilados. ¿Quién más va a venir? 


París tiene nombre de mujer

París tuvo que esperar más de dos mil años para tener un verdadero alcalde. El cargo lo estrenó Jacques Chirac en 1977. Así que, en cierto modo, la dominación masculina habrá sido relativamente corta. Treinta y siete años después, una mujer se dispone a tomar por primera vez las riendas de la capital francesa. Su nombre es todavía hoy, a veinticuatro horas de la votación decisiva, un misterio. Pero no su género. Dos mujeres, dos mujeres de carácter, se disputan mañana el honor de convertirse en el cuarto alcalde de París: Anne Hidalgo (San Fernando, Cádiz, 1959), por el Partido Socialista (PS), y Nathalie Kosciusko-Morizet (París, 1973), por la Unión por un Movimiento Popular (UMP). A priori, todo las opone. Sin embargo, a veces las apariencias engañan…

Anne Hidalgo y Nathalie Kosciusko-Morizet tienen, ambas, orígenes extranjeros. Lo cual es ya un primer punto en común. Española e hija de españoles la primera –con la doble nacionalidad-, francesa de raíces polacas la segunda –sus ancestros, judíos, emigraron a la capital francesa a finales del siglo XIX-, las dos simbolizan la capacidad integradora de Francia, receptáculo de mil migraciones a lo largo de los siglos.

Sobre  ambas sobrevuela asimismo la imagen mítica de un abuelo luchador y perseguido. Para la socialista, se trata de la memoria de su abuelo paterno, Antonio Hidalgo, republicano exiliado en 1937 y encarcelado tres años por los franquistas a su regreso a España en 1939, una vez acabada la Guerra Civil. “Todo el compromiso de Anne viene de ahí”, explicó una vez su padre, llamado también Antonio, quien se crió en Andalucía, formó su propia familia y regresó a Francia en 1961 en busca de una vida mejor. Electricista, en Lyon encontró trabajo en la empresa Electrifil , donde mantuvo la tradición familiar de compromiso afiliándose al sindicato Fuerza Obrera (FO)

Para la conservadora –suponiendo que este adjetivo le convenga realmente-, su principal referente es también su abuelo paterno, Jacques Kosciusko, miembro de uno de los principales grupos de la Resistencia, el comunista FN-FTP, que bajo el alias de Capitán Devillers codirigió la insurrección de París en agosto de 1944 contra los nazis, cuando las tropas del general Leclerc –con los republicanos españoles en cabeza- se disponían a liberar la capital. Tras la guerra, Jacques Kosciusko fue miembro del gabinete de Léon Blum y director del gabinete civil del presidente de la República Vincent Auriol, ambos socialistas, antes de acabar como embajador. Por la otra rama, su bisabuelo materno, el senador André Morizet, fue uno de los fundadores del Partido Comunista de Francia (PCF)… El giro a la derecha de la familia lo imprimió su padre, François Kosciusko-Morizet, histórico alcalde de Sèvres por la UMP, recién retirado.

Si los orígenes ideológicos familiares de ambas candidatas a alcaldesa son bastante próximos, su extracción social y su trayectoria personal no pueden ser más diferentes. Anne Hidalgo pertenece a una familia modesta, que se instaló en una cité obrera de la banlieue de Lyon y se abrió camino a base de esfuerzo y estudio. La hoy candidata, segunda de dos hermanas, siempre ha valorado el papel de la escuela republicana como motor de ascenso social. Tras cursar Derecho en la Universidad de Lyon y obtener un master en Ciencias Sociales, Hidalgo –como tantos otros franceses- “subió” a París en busca de realizar su sueño. En 1984 obtuvo un puesto como inspectora de Trabajo y se instaló en la capital, donde diez años después ingresó en el PS. Su experiencia profesional hizo que Martine Aubry la captara, en 1997, como consejera en el Ministerio de Empleo. Eran los tiempos de Lionel Jospin y las 35 horas.

Ese paso resultaría fundamental. De entrada, a nivel personal. Porque Hidalgo, que estaba casada y tenía dos hijos –que ahora tienen 27 y 25 años-, conoció allí a su segundo marido, Jean-Marc Germain –a la sazón, director de gabinete de Aubry-, con quien se casó en el 2004 y tuvo un hijo que hoy tiene 12 años. Su paso por el ministerio la ayudó a dar el salto definitivo a la política, presentándose en el 2001 a las elecciones municipales en París. El triunfo de la izquierda la aupó al cargo de teniente de alcalde con el carismático Bertrand Delanoë, de quien ha sido su mano derecha y su heredera.

Determinada, seria, trabajadora, rigurosa, gran conocedora de la ciudad y del municipio, pero con una imagen más bien roma –“¡Yo soy andaluza y las andaluzas no son aburridas!”, se ha visto obligada a decir para tratar de contrarrestar su evidente falsa de salero-, Hidalgo tiene principalmente en su contra el hecho de encarnar la continuidad.

Nathalie Kosciusko-Morizet es la otra cara de la moneda, y no sólo –o no principalmente- porque sea pelirroja donde su rival es morena, o porque proyecte una imagen chic y glamurosa –tacones vertiginosos incluidos- donde su contrincante se conforma con severos trajes-pantalón y un foulard rosa. Tras su imagen de madonna del Cinquecento, tras su belleza etérea, casi translúcida, se esconde un tiburón dispuesto a destrozar a sus oponentes a dentelladas. Su situación familiar le permitió estudiar en las mejores escuelas. Ingeniera titulada por la selecta Escuela Politécnica –con la que hizo su servicio militar en un buque de la Marina de guerra en Djibuti-, ha pasado por casi todos los escalones de la política: alcaldesa de una pequeña ciudad de banlieue –Longjumeau-, diputada, secretaria de Estado, ministra de Ecología…

Como Anne Hidalgo, y como tantas otras mujeres francesas, Kosciusko-Morizet ha practicado el feminismo con los hechos, compatibilizando su carrera política con la maternidad. Casada con Jean-Pierre Philippe, un ex militantes y ex alcalde socialista, dieciocho años mayor que ella, a quien conoció durante un stage en la embajada de Francia en Varsovia, tiene dos hijos pequeños, de nueve y cinco años.

Conocida por las siglas NKM, la candidata de la derecha se vanagloria –con motivo- de ser una mujer independiente, alejada de camarillas y corrientes. Dentro de su partido se sitúa más bien a la izquierda: con una acendrada sensibilidad ecológica, se ha mostrado partidaria del matrimonio homosexual –lo que le ha valido las iras de las ultracatólicos- y ha combatido ferozmente al Frente Nacional, al que en 2011 dedicó un libro demoledor titulado “El Frente antinacional”. Extremadamente segura de sí misma, este es, al decir de propios y extraños, su principal cualidad. Y su principal defecto.



miércoles, 26 de marzo de 2014

El tercero en discordia

Partido de protesta o partido de gobierno. Hasta ahora, el Frente Nacional (FN), la principal fuerza de la extrema derecha en Francia, sólo ha sido lo primero. Con su éxito en la primera vuelta de las elecciones municipales, que podría consolidarse parcialmente el próximo domingo, el partido de Marine Le Pen tendrá la oportunidad –y el reto– de demostrar que también es capaz de asumir responsabilidades y gobernar. Esta es la ambición personal de la presidenta del FN, que desde que tomó las riendas del partido, hace tres años, se propuso salir del papel vociferante en que la había mantenido su padre, Jean-Marie Le Pen, y situarse como tercera fuerza política de Francia. Y lo ha conseguido.

Con la presentación de candidaturas en 597 municipios de más de 1.000 habitantes –una minucia comparado con los 36.000 que existen, pero cinco veces más que en el 2008–, el FN ha logrado dos elecciones directas en la primera vuelta y el pase a la segunda vuelta en 328 poblaciones, un resultado histórico. “Estamos en situación de alcanzar el objetivo de tener un millar de cargos electos”, señaló con satisfacción Marine Le Pen desde el cuartel general de su partido en Nanterre. O lo que es lo mismo, asentar su implantación en el territorio.

Si el FN obtuvo el domingo sólo el 4,6% de los votos emitidos en el conjunto del país –debido a su limitada presencia–, el porcentaje fue en realidad considerablemente mayor –una media del 16,5%– allí donde efectivamente se presentó. Un apoyo que enlaza con la línea ascendente iniciada en las elecciones presidenciales y legislativas del 2012 y que vaticina –así lo espera Le Pen, que espera un efecto de “bola de nieve”– en las europeas de mayo.

El FN ha confirmado su fortaleza en sus feudos tradicionales del Norte y del arco mediterráneo –que son también los más afectados por la crisis y el desempleo–, pero ha extendido asimismo sus tentáculos en otras zonas, fundamentalmente en el Oeste y el Centro. Sus mejores resultados se han concentrado en las ciudades medias, de entre 10.000 y 50.000 habitantes. Pero su presencia se ha reforzado asimismo en núcleos como Estrasburgo, Lille y Lyon. Por no hablar de Marsella, donde su candidato quedó en segundo lugar, desplazando al socialista Patrick Menucci.

“La implantación local era esencial para las futuras elecciones”, afirmó Le Pen, quien consideró que los resultados del domingo corroboran que se han producido “cambios esenciales en el electorado” y que el mapa político ha empezado a cambiar en Francia de forma irreversible: “Es el fin de la bipolarización”, sentenció la líder del FN, quien aseguró haber recibido también abundantes votos de los “franceses de la inmigración”. “El Frente Nacional es el único partido que aporta esperanza, la única fuerza capaz de reagrupar a todos los franceses”, proclamó.

La pujanza del FN y su presencia en la segunda vuelta en un buen número de municipios ha colocado a las otras dos grandes fuerzas, la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y el Partido Socialista (PS) en una difícil tesitura. Determinados a frenar como sea la elección de alcaldes del FN en la segunda vuelta, los socialistas han forzado la retirada de sus propios candidatos en Perpiñán, Fréjus y Saint-Gilles, para evitar que la dispersión del voto permita el triunfo del Frente Nacional. El candidato de Béziers no quiso renunciar y el PS le retiró su investidura. La UMP no ha aplicado la misma política, pero sí retiró a su vez su apoyo a los candidatos independientes de derecha de Villeneuve-Saint-Georges y de L’Hôpital por pactar con el FN.


martes, 25 de marzo de 2014

Estupor en la ciudad de los Papas

A muchos franceses, el notable avance del Frente Nacional (FN) en la primera vuelta de las elecciones municipales ha puesto los pelos de punta. Sobre todo en aquellos municipios donde el partido de Marine le Pen ha conseguido, contra todo pronóstico, ser el más votado. Éste ha sido el caso de Avignon, la histórica ciudad de los Papas, donde el candidato del partido de ultraderecha, Philippe Lottiaux, con el 29,6% de los votos, adelantó por una décima –¡tan sólo 27 votos!– a la favorita, la socialista Cécile Helle (29,5%). Nunca se había visto nada semejante. En Avignon, desde 1995 el FN no había logrado ni tan sólo pasar a la segunda vuelta.

Lottiaux tiene muy difícil salir elegido el domingo que viene en la segunda vuelta: los socialistas trataban ayer a toda costa de trabar un acuerdo con el Frente de Izquierda, que obtuvo el 12,5%, y el candidato del principal partido de la derecha (UMP), Bernard Chaussegros –heredero del alcalde saliente– que sacó el 20,9%, no va a retirarse de la liza. Pero el mero hecho de quedar en primer lugar ha supuesto un verdadero shock en la capital del Vaucluse.

El desagrado ha llegado a tal punto que el director del Festival de Avignon, Olivier Py, amenazó ayer con llevarse el certamen a otra ciudad si el FN acaba obteniendo la alcaldía. El festival es una de las manifestaciones internacionales de teatro más importantes y tiene una gran repercusión en la economía y la imagen de la ciudad. “Yo no me veo trabajando con un alcalde del FN –declaró Py a radio France Info–. No veo cómo el festival podría vivir, defender sus ideas, que son ideas de apertura, de acogida al otro, con un alcalde del FN, me parece inimaginable”. El director, que hablaba muy en serio, aseguró que de todos modos la edición del 2014, ya programada, se mantendrá según lo previsto. Pero las siguientes, es otra cosa.

El candidato del FN replicó enseguida acusando a Py de “instrumentalizar el festival de Avignon por razones personales” y asegurando que el festival es una “institución” de la ciudad que cuenta con su apoyo y el de su partido. “Avignon seguirá siendo una ciudad de teatro con o sin Py”, añadió.

Muy probablemente nadie verá a Philippe Lottiaux investido alcalde de Avignon. Como tampoco a la mayoría de los candidatos del Frente Nacional que el domingo acabaron en cabeza en 21 municipios. Los socialistas pretenden evitarlo en lo posible y ayer el primer secretario del PS, Harlem Désir, anunció la retirada de los candidatos socialistas de Tarascon y Sain-Gilles para que los votos “republicanos” se concentren en el alcaldable de la derecha. La UMP, sin embargo, no ha respondido en la misma medida y ha decidido seguir aplicando la política del “ni-ni”, esto es, descartando todo pacto con el Frente Nacional y todo acuerdo con los socialistas para formar un “Frente Republicano”.

El FN, que según los datos oficiales del Ministerio del Interior obtuvo finalmente el 4,6% de los votos globales, un indicador engañoso, pues sólo se presentó en 595 de los 36.000 municipios de Francia. En estos, el porcentaje medio fue del 16,5%. Además, el Frente terminó en cabeza en 21 poblaciones y logró pasar a la segunda vuelta en 229 ciudades de más de 10.000 habitantes, el doble que en 1995, cuando había conseguido sus mejores resultados en unas elecciones locales. Por primera vez, dos de sus candidatos –Steeve Briois, en Hénin-Beaumont, y Jacques Bompart, en Orange– fueron elegidos en la primera vuelta. Esta oleada se concentra en las zonas obreras del Norte y en el arco mediterráneo, desde Perpiñán a Marsella. Justo las regiones donde el paro es más elevado.


Hollande, desestabilizado

François Hollande y el Partido Socialista (PS) francés se esperaban un voto de castigo en las elecciones municipales, cuya primera vuelta se celebró el pasado domingo. Pero no tanto. Era evidente que tras casi dos años en el Elíseo, con el país todavía enmarañado en la crisis y un paro que se resiste a bajar, los candidatos socialistas iban a pagar de algún modo la falta de resultados del Gobierno. Los más optimistas confiaban, sin embargo, en que el balance de la gestión de sus alcaldes amortiguaría el golpe. Pero la amplitud de la sanción ha superado con mucho sus expectativas y se ha convertido en una verdadera censura a la política llevada a cabo hasta ahora por el presidente francés. En una situación ya de por sí difícil –con una impopularidad récord–, Hollande sale desestabilizado de estos comicios.

La reacción oficial del Elíseo –ninguna– y del Gobierno –tibia– no ha dejado traslucir hasta ahora la inquietud creciente en el campo socialista ni han dado a entender que sea su intención dar un golpe de timón. Por el contrario, la ministra Najat Vallaud-Balkacem, portavoz del Ejecutivo, señaló que no creía necesario ningún cambio en la política gubernamental: “Yo creo que lo que dará fuerza a este Gobierno es mantener el rumbo en las políticas y reformas que ha empezado a conducir, que ciertamente hasta ahora no han producido todos los frutos”, afirmó.

Pero detrás de las palabras, las actitudes son bastante diferentes. Un dato fundamental lo demuestra: Hollande, que se encontraba en La Haya (Países Bajos) para participar en la cumbre internacional sobre la seguridad nuclear –y donde tenía previsto seguir hoy–, precipitó anoche su regreso a París para abordar la situación. La derrota de los socialistas anteayer puede ser ampliada, o dulcificada, en la segunda vuelta del domingo que viene. Se trata de una semana fundamental.

Algunos barones socialistas presionan para que el presidente francés aborde de una vez, pasada la segunda vuelta, una profunda remodelación del Gobierno que incluya el relevo del primer ministro, Jean-Marc Ayrault, sin esperar a recibir la puntilla en las elecciones europeas de mayo,

Los datos oficiales del Ministerio del Interior demuestran que en las municipales el golpe ha sido más duro de lo inicialmente calculado: la derecha –esto es, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), junto a los centristas y otros independientes– obtuvieron el domingo pasado el 46,5% de los votos, mientras que la izquierda –el Partido Socialista, con sus aliados– se quedaron nueve puntos por detrás, con el 37,7%. Una diferencia que supera la que la izquierda sacó a la derecha en el 2008. El retroceso ha sido tanto más acusado cuanto que la abstención, mucho más alta que lo dicho en los primeros momentos –el 38,7%–, ha mordido especialmente entre el electorado socialista, decepcionado por la enorme distancia entre las promesas de la campaña de las presidenciales del 2012 y los magros resultados obtenidos.

Los socialistas han reculado prácticamente en todas partes, hasta el punto de que ninguna de sus grandes figuras ha conseguido esta vez salir elegida desde la primera vuelta. La sucesora del alcalde Bertrand Delanoë en París, Anne Hidalgo, aunque sigue siendo favorita, acabó la primera vuelta inesperadamente por detrás de la candidata conservadora, Nathalie Kosciusko-Morizet, mientras en Marsella, el candidato socialista, Patrick Menucci, no sólo no ha inquietado al histórico Jean-Claude Gaudin, sino que incluso ha acabado tercero, por detrás del aspirante del Frente Nacional, Los alcaldes de Lyon (Gérard Collomb), Dijon (François Rebsamen) o Lille (Martine Aubry) salieron de la primera vuelta en primer lugar pero han perdido mucho terreno. Y las alcaldías de Toulouse o Estrasburgo, arrebatadas a la derecha hace seis años, parecen perdidas.


Pacto entre socialistas y verdes en París

Nathalie Mosciusko-Morizet, candidata de la UMP a la alcaldía de París dio la sorpresa la noche del domingo al acabar la primera vuelta en cabeza contra todo pronóstico. NKM, siglas bajo las que se la conoce, desmintió a los sondeos y avanzó a su rival –y favorita–, la socialista Anne Hidalgo, por una diferencia de casi 8.500 votos: 35,6% a 34,4%. Un verdadero golpe para la moral de la primera teniente de alcalde y mano derecha del alcalde saliente, Bertrand Delanoë. Pero detrás de esta sorpresa se esconde un serio desequilibrio entre ambas. Hidalgo se apresuró ayer a cerrar un acuerdo con los ecologistas para amarrar su victoria en la segunda vuelta del domingo que viene, mientras trataba –no sin dificultades– de reforzar esta alianza con el Partido de Izquierda.

Kosciusko-Morizet debería dar la campanada el próximo domingo para arrebatar la alcaldía de la capital a la izquierda, tal es la diferencia de peso de los aliados potenciales de ambos campos. La apuesta de la candidata de la UMP por presentarse de partida aliada a los centristas desde la primera vuelta puede pasarle factura, pues éstos no podrán aportar votos suplementarios. Le queda un 6,5% adicional procedente de los candidatos disidentes de la derecha. Y ya está.

Porque lo que no obtendrá a priori es el apoyo de los votantes del Frente Nacional, que ha doblado sus votos respecto al 2008 en la capital y ha obtenido un 6,3%. Si alguna figura de la UMP concita la animadversión de los frentistas –a quienes ha combatido encarnizadamente, con un libro de por medio incluso– ésta es Kosciusko-Morizet. Ella, sin embargo, sigue creyendo. Como ha hecho hasta ahora pese a tener las encuestas en contra.

Más consistente es la apuesta de Anne Hidalgo. La alcaldable socialista, de origen español, cerró ayer mismo un acuerdo con sus aliados de Europa Ecología-Los Verdes, con quienes han gobernando los socialistas estos últimos seis años en París. Un pacto fundamental, por cuanto los verdes obtuvieron el 8,9% de los votos y ganaron en el distrito II. A cambio de concurrir juntos en la segunda vuelta, el PS cede a sus aliados 18 consejeros en el futuro consistorio –el doble que actualmente– y cuatro tenencias de alcaldía, además del compromiso de aprobar medidas automáticas de urgencia en caso de episodios excepcionales de contaminación como el que afectó a la ciudad hace algo más de una semana. Entre estas medidas estaría la gratuidad de los transportes públicos y la circulación alterna –prohibición de circular a la mitad de los automóviles, en función de la terminación de su matrícula en par o impar–, algo que el Gobierno socialista tardó una semana en decidir a pesar de la presión constante de los ecologistas.

Hidalgo busca también un acuerdo con el Partido de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon, que en esta ocasión concurrió separado de los comunistas –el PCF pactó ya de entrada con el PS– y que logró el 4,9% de los sufragios. Las negociaciones, en este caso, iban peor encaminadas, pues los izquierdistas juzgaban las condiciones un trágala. De todos modos, haga lo que haga la dirección del partido, es muy probable que sus electores apoyen a Hidalgo, quien dentro del PS goza de un perfil más a la izquierda que el representado por el presidente François Hollande.



lunes, 24 de marzo de 2014

El Frente Nacional se dispara

Es más que un trueno, una verdadera tempestad lo que salió ayer de las urnas en Francia. El Frente Nacional (FN), el partido de extrema derecha francés fundado en 1972 por Jean-Marie Le Pen y modernizado por su hija Marine –que desde que asumió el mando, hace tres años, ha conseguido darle una pátina de aparente respetabilidad–, se convirtió en la auténtica revelación de la primera vuelta de las elecciones municipales, confirmando así la evolución política detectada por los estudios de opinión entre una parte del electorado, básicamente de extracción popular y obrera. La votación de ayer, con una abstención estimada del 35,9% –por encima del récord del 2008, del 33,5%–, traduce un acusado sentimiento de descontento y hartazgo, y supone un severo voto de castigo para el Partido Socialista (PS) y para el presidente François Hollande en lo que constituía el primer gran test electoral nacional desde su llegada al Elíseo en mayo del 2012.

A pesar de la dificultad de la empresa –las elecciones locales no son las más propicias para el FN, que está lejos de poder presentarse en la mayor parte de los municipios–, los frentistas consiguieron resultados notables en un número significativo de ciudades, sobre todo en sus feudos tradicionales del norte y el sur.
En Perpiñán, Avignon, Béziers, Fréjus, Hénin-Beaumont –donde Steeve Briois fue elegido ya en la primera vuelta con el 50,2% de los votos–, Forbach, Saint-Gilles, Tarascon... los candidatos del FN acabaron en cabeza, con resultados de entre el 34% y el 50% de los sufragios. En una ciudad de la importancia de Marsella –la segunda metrópoli de Francia–, el candidato frentista, Stéphane Ravier, adelantaba anoche incluso por dos puntos (22% a 20%) al aspirante socialista, Patrick Menucci, ocupando el segundo lugar por detrás del histórico alcalde de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), Jean-Claude Gaudin. Un verdadero seísmo político.

Exultante, la líder del partido, Marine Le Pen, celebró una “cosecha excepcional” y decretó “el fin de la bipolarización de la política francesa”. Casi como un eco, consciente de la corriente de fondo que se ha desatado, el presidente de la UMP, Jean-François Copé –reelegido en la primera vuelta en su feudo de Meaux (Sena y Marne)–, llamó a los electores del Frente Nacional a “votar masivamente” por los candidatos de la derecha en la segunda vuelta, el domingo que viene. Su rival en el partido, François Fillon, aprovechó para aclarar que no debería haber ningún pacto con los frentistas ni tampoco retiradas en la segunda vuelta.

En el otro lado, el primer ministro socialista, Jean-Marc Ayrault, constató como datos fundamentales la “elevada abstención y la progresión del Frente Nacional”, que atribuyó al “descontento y las dudas” de una parte del electorado por un “contexto económico y social difícil”. “Haremos todo lo que está en nuestra mano para que a la salida de la segunda vuelta, ninguna ciudad esté gobernada por el FN”, subrayó por su parte el primer secretario del PS, Harlem Désir.

Con un total de 595 candidaturas en municipios de más de 1.000 habitantes –sólo el 6,1% del total–, el porcentaje global de votos obtenido por el FN en el conjunto del país es forzosamente bajo, pero por esta misma razón engañoso. El partido de Marine Le Pen no sólo ha ampliado su implantación local –nunca había presentado tantas listas–, sino que ha mejorado claramente los resultados de las elecciones municipales del 2008, cuando el FN parecía empezar el camino del declive. Todo lo contrario, los resultados de ayer confirman la curva ascendente iniciada en el 2012, con el éxito de la elección presidencial, donde Marine Le Pen (17,9% de los votos) superó el resultado de su padre en el 2001, y de las legislativas, en las que obtuvo el 13,6%. El sistema electoral francés –mayoritario, a dos vueltas– puede dejar al FN finalmente fuera de muchas alcaldías el domingo que viene, pero la tendencia registrada ayer puede ser el aperitivo de lo que puede suceder en las elecciones europeas del próximo mes de mayo, donde –esta vez sí– el Frente Nacional juega en condiciones favorables. Varios sondeos le colocan en cabeza en intención de voto.

El peso creciente del FN podría jugar en favor del Partido Socialista en la segunda vuelta. Marine Le Pen, que se ha esforzado por presentar a los dos grandes partidos de la derecha y la izquierda como dos caras de la misma cosa –que ha bautizado como “UMPS”–, no piensa llamar a votar por la derecha, sino que dejará libertad de voto a su seguidores.

Eso podría salvar in extremis en algunas ciudades a los candidatos socialistas, víctimas de un claro voto de sanción. El PS y sus aliados habrían obtenido ayer globalmente el 43% de los votos, cinco puntos por debajo de la derecha y los centristas, con el 48%, una diferencia clara que invierte el resultado de las elecciones municipales del 2008, cuando el castigado fue Nicolas Sarkozy y la UMP perdió una cuarentena de ciudades de más de 30.000 habitantes a manos de la izquierda.

A falta de ver cómo juegan las “reservas” de votos que los socialistas y sus adversarios pueden oponer el próximo domingo, el PS recibió ya ayer mismo varios sustos: en París, la candidata de la derecha, Nathalie Kosciusko-Morizet, avetajaba por poco –en contra de los pronósticos– a Anne Hidalfo; en Marsella, el alcaldable socialista quedó en tercer lugar por detrás del FN, y en Toulouse y Estrasburgo la UMP obtenía la ventaja. Dato simbólico: el PS podría perder dentro de una semana la alcaldía de Niort (Deux Sèvres), que retenía en sus manos desde hace 60 años...

Varias figuras de la UMP consolidaron sus feudos locales. El más destacado de ellos, el exprimerministro Alain Juppé, uno de los políticos más valorados por los franceses, fue reelegido en la primera vuelta –con el 60% de los votos– a la alcaldía de Burdeos. 


Kosciusko-Morizet da la sorpresa en París

Posiblemente no llegue a ser nunca la nueva alcaldesa de París, pero Nathalie Kosciusko-Morizet, la candidata de la UMP, a quien los sondeos daban de antemano como perdedora y que era víctima de los comentarios crueles de algunos de sus compañeros de filas, dio anoche la sorpresa y salió de la primera vuelta de las elecciones municipales con una ventaja de algo más de dos puntos (36% a 33,8%, según las estimaciones) sobre la socialista Anne Hidalgo. La primera teniente de alcalde, heredera del carismático Betrand Delanoë, mostraba anoche una sonrisa forzada que delataba su decepción (que algunos de sus seguidores más jóvenes no podían disimular). Todo lo contrario que NKM, a quien se veía exultante llamando a los parisinos a protagonizar una “insurrección democrática”. Todo el problema, para la candidata conservadora, es que si puede reunir en su favor en la segunda vuelta los votos dispersos que han ido a independientes de la derecha, no podrá contar con el FN, del que es una enemiga declarada. Hidalgo, a priori, puede contar con los ecologistas y los comunistas.





domingo, 23 de marzo de 2014

Entre la abstención y la ultraderecha

François Hollande se enfrenta este domingo, primera vuelta de las elecciones municipales en Francia, a su primer gran test nacional desde su elección como presidente de la República, en mayo del 2012. Sus perspectivas no son precisamente muy brillantes. Los socialistas franceses temen, con razón, un importante voto de castigo, a la vista de la persistencia de la crisis, la bajísima popularidad del presidente –del 17% al 20%– y la desconfianza general hacia la clase política. El daño será mayor o menor en función de la abstención, que todos los auscultadores de la opinión prevén muy elevada. Junto a la caída de la participación, la otra gran incógnita es el incremento –previsible, pero difícilmente evaluable– del apoyo a la extrema derecha.

Si en algo coinciden todos los institutos de opinión es en que la abstención –que no ha parado de subir desde los años ochenta– va a batir en esta ocasión el récord del 2008, cuando llegó al 33,5%. Esta vez puede rondar el 38% o alcanzar incluso el 40%. Todo indica que, de nuevo, será particularmente acusada en las grandes ciudades y que dañará sobre todo al Partido Socialista (PS)

Los diversos sondeos sobre la intención de voto a nivel nacional dejan a los socialistas –con entre el 20% y el 23% de los sufragios– por detrás de la derecha, incluso si se le suman sus aliados ecologistas y del Frente de Izquierdas. Aunque este previsible retroceso puede verse parcialmente compensado con su victoria en algunas grandes ciudades, particularmente en París –donde Anne Hidalgo parte con ventaja respecto a la candidata de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), Nathalie Kosciusko-Morizet–, Lyon o Toulouse.

La situación, sin embargo, no es tampoco muy halagüeña para el partido de Nicolas Sarkozy, que por sí solo apenas obtendría más sufragios que el PS: un par de sondeos le atribuyen un 22% y sólo un tercero le concede hasta el 35%. La ventaja de la derecha, sumados los centristas y los independientes, sería clara pero en principio no aplastante. Si esto es así, es en parte por su propia culpa –escándalos, luchas intestinas– y en parte porque el ascenso de la extrema derecha pesca justamente en sus caladeros.

El Frente Nacional (FN), enfundado en los hábitos del Rassemblement Bleu Marine –que juega con el nombre del color y de la presidenta del partido, Marine Le Pen–, puede dar la campanada. Salvo una encuesta de CSA para Le Figaro, que le deja con un modesto 6%, las demás le sitúan alrededor del 11-12% e incluso el 17%, una cota sólo vista hasta ahora en las elecciones presidenciales. Sin embargo, que semejante resultado pueda traducirse en una importante implantación municipal es menos probable.

Porque si los sondeos captan las grandes corrientes electorales en el conjunto del país, la presencia real del FN a nivel local es aún pequeña. Los frentistas han logrado en esta ocasión un récord, al presentar 595 listas en poblaciones de más de 1.000 habitantes. Pero eso representa apenas el 6,1% de los municipios de este tamaño. Por otro lado, aunque el Frente Nacional logre forzar un número importante de triangulares en la segunda vuelta –esto es, enfrentamientos a tres bandas con el PS y la UMP–, en la mayoría de los casos será barrido. Algunos municipios simbólicos pueden caer en sus manos, pero difícilmente pasará de ahí.

Otra cosa serán las elecciones europeas del próximo mes de mayo, donde el FN no está condicionado ni por las circunstancias locales ni por su escasa implantación. Es aquí donde la extrema derecha podría realmente provocar un seísmo y quedar –como algunos estudios vaticinan– como el primer partido de Francia.


Llamamiento anti Frente Nacional

El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, lanzó el viernes un llamamiento a todos los partidos “republicanos” para hacer frente común y evitar la elección de alcaldes del Frente Nacional (FN). Fiel a su tradición y salvo excepciones, el PS piensa llamar a votar a la UMP en la segunda vuelta allí donde sea necesario para impedir el triunfo de la ultraderecha. La UMP, en cambio, mantiene su línea de ambigüedad para no hurtarse a los votantes del FN.




viernes, 21 de marzo de 2014

Sarkozy y la Stasi

La reserva se ha acabado. Las medias palabras y las confidencias, también. Nicolas Sarkozy rompió ayer el voto de silencio que él mismo se había impuesto tras su derrota en las elecciones presidenciales del 2012 –y que le aconsejaba su condición de miembro del Consejo Constitucional– con una combativa tribuna en la edición digital del diario Le Figaro, en la que denuncia las escuchas judiciales de las que ha sido objeto y se presenta como víctima de una persecución política.

El ex presidente francés no se anda con paños calientes y acusa implícitamente al poder socialista y a su sucesor, François Hollande –sin citarle–, de utilizar métodos propios de la Stasi, la policía política del régimen comunista de la antigua República Democrática Alemana. “Me pusieron bajo escucha en septiembre del 2013 (...) no porque dispongan de indicios, sino porque esperan encontrarlos. Hoy todavía, toda persona que me telefonee debe saber que será escuchada” –escribe–. “No es un extracto de la maravillosa película "La vida de los otros", sobre la Alemania del Este y las actividades de la Stasi. No se trata de la actuación de algún dictador en el mundo contra sus opositores. Se trata de Francia”.

Las escuchas telefónicas a Nicolas Sarkozy fueron decididas por los jueces de instrucción del caso Gadafi, que investigan sobre la presunta financiación ilegal de su campaña electoral en las presidenciales del 2007 por el antiguo régimen libio. Durante estos meses, nada han encontrado al respecto, pero sí interceptaron varias conversaciones entre el ex presidente y su abogado, Thierry Herzog, de las que se deduce que ambos trataron de influir en la decisión del Tribunal de Casación para conseguir la invalidez de las agendas de Sarkozy –la oficial y la personal– mientras estuvo en el Elíseo como elemento de prueba judicial, para lo que presuntamente contaron con la colaboración de un magistrado del tribunal, Gilbert Azibert. Las supuestas gestiones no dieron fruto alguno, pues los jueces decidieron en sentido contrario al pretendido, pero eso es lo de menos. La nueva fiscalía nacional de delitos financieros se estrenó con la apertura de una investigación oficial sobre el presunto delito de tráfico de influencias y violación del secreto de la instrucción.

Sarkozy justifica la ruptura de su silencio por la gravedad de los hechos del que se dice víctima. “Si lo hago, es porque principios sagrados de nuestra República son pisoteados con una violencia inédita y una ausencia de escrúpulos sin precedentes”, escribe el ex presidente, quien considera vulnerados los derechos al respeto de la vida privada, la proporcionalidad de la respuesta penal a los hechos investigados y la presunción de inocencia, a la vez que denuncia el uso de “la calumnia como método de gobierno” y la “instrumentalización” de la justicia a través de fugas de información “oportunamente manipuladas” (extractos de estas escuchas han sido publicados por los diarios Le Monde y Mediapart)

En su alegato, el ex presidente francés insinúa que algunos jueces de los casos por los que es investigado han actuado movidos por motivaciones ideológicas o políticas –de uno, destaca su adscripción a un sindicato de magistrados crítico con su persona, de otro, el hecho de haber firmado un manifiesto en contra de su política judicial– y, aunque no acusa en ningún momento directamente al Gobierno socialista ni al presidente François Hollande, lo de a entender constantemente.

“Los policías no ignoran nada de mis conversaciones íntimas con mi mujer, mis hijos, mis amigos. Los jueces escuchan las discusiones con los responsables políticos franceses y extranjeros. Las conversaciones con mi abogado han sido grabados sin la menor incomodidad”, dice, para asestar después: “El conjunto es objeto de transcripciones escritas de las que es fácil imaginar quiénes son los destinatarios”.

Sarkozy pone explícitamente en duda que los ministros de la Justicia, Christiane Taubira, y del Interior, Manuel Valls; no supieran nada y no tuvieran información de las escuchas, como han pretendido. “¿De quién se burlan?”, se exclama. Y concluye con una velada amenaza de retorno: “A todos aquellos que pudieran temer mi regreso, pueden estar seguros de que la mejor manera de evitarlo sería que yo pueda vivir mi vida simplemente, tranquilamente... en el fondo, como un ciudadano 'normal”. 

 Ayrault reprocha una “grave falta moral”

El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, no se quedó corto en su respuesta a la tribuna de Sarkozy. El jefe del Gobierno acusó al ex presidente de cometer una “grave falta moral” por poner en duda el honor de la policía y la justicia, y consideró “insoportable” la comparación entre la República Francesa y la Alemania del Este. El primer secretario del PS, Harlem Désir, denunció un “ataque inaudito” contra las instituciones.







jueves, 20 de marzo de 2014

Las maniobras de un tal Paul Bismuth

Paul Bismuth es un agente inmobiliario israelí. Pero no únicamente. Paul Bismuth es también la falsa identidad tras la que el ex presidente francés, Nicolas Sarkozy, había ocultado la existencia de un segundo teléfono móvil para escapar a las escuchas judiciales. Salvo que este teléfono había sido también intervenido y ha permitido descubrir un presunto caso de tráfico de influencias. Nuevos extractos de estas grabaciones, difundidos la noche del martes por el diario digital Mediapart, confirman hasta qué punto Sarkozy, a través de su abogado Thierry Herzog, utilizaba los servicios del magistrado Gilbert Azibert, abogado general en la cámara civil del Tribunal de Casación para tener información de primera mano sobre los debates de este tribunal en el caso Bettencourt. Y, más allá, tratar de influir sobre su decisión respecto a la validez como pruebas de las agendas oficial y personal de Sarkozy en su etapa en el Elíseo.

Los extractos corresponden a siete conversaciones mantenidas por Sarkozy y Thierry Herzog entre el 28 de enero y el 11 de febrero pasados. En ellas, ambos parecen persuadidos de que han escapado a toda vigilancia. hasta el punto de que el ex presidente sugiere al letrado la conveniencia de mantener una conversación banal y aséptica sobre el caso Bettencourt a través de la línea de teléfono oficial –la pinchada– para no levantar sospechas.

Achivada la causa contra él en el caso Bettencourt, Sarkozy estaba muy interesado de todos modos en neutralizar jurídicamente sus agendas, a fin de que no pudieran ser utilizadas en otros affaires, como el caso Tapie o el de la presunta financiación de su campaña electoral por Gadafi. Finalmente, el Tribunal de Casación negó la petición del ex presidente por entender que ya no era parte en el caso Bettencourt.

Las gestiones del juez Azibert no tuvieron éxito, pero para la justicia eso es lo de menos. En las conversaciones interceptadas entre Sarkozy y su abogado, este último confirma que Azibert habría hablado del asunto con otros magistrados del Tribunal de Casación, y que pasaba información sobre el estado de la tramitación.

La noticia de que el ponente de la sentencia abrazaba las tesis del ex presidente de la República –según las cuales las agendas estarían protegidas por la inmunidad de que goza el jefe del Estado en el ejercicio de su cargo– fue recibida por Herzog con satisfacción y una insultante alusión a los jueces de instrucción de Burdeos del caso Bettencourt, a los que calificó de “bastardos”. El abogado hablaba también en otro momento de un “corresponsal” –confidente o topo– en la judicatura que le pasaba información.

La aparición de estos nuevos extractos debilita enormemente la posición de Sarkozy, a quien se ve mezclado en una trama para influir en la justicia. La portavoz del Gobierno, Najat Vallaud-Belkacem, consideró que si se verifica es “extremadamente grave”. 



miércoles, 19 de marzo de 2014

España, campeona de la desigualdad social

España va mejor, pero los españoles no. La crisis económica ha disparado las desigualdades como en ningún otro país desarrollado y si no se adoptan medidas urgentes, el país se arriesga a una grave fractura social. Este sombrío diagnóstico no viene de ninguna organización humanitaria, sino de la OCDE, el templo de la ortodoxia económica, para quien la situación en España está lejos de mejorar. “Resulta altamente improbable que una recuperación económica, aún sólida, pueda por sí sola poner fin a la crisis del mercado de trabajo y a la crisis social que el país atraviesa actualmente”, constata la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico en su informe “Panorama de la sociedad 2014”, donde España aparece mal valorada.

La OCDE considera que el Gobierno español debería dar una “prioridad absoluta” a ayudar a los grupos más desfavorecidos, básicamente a los desempleados de larga duración y los trabajadores pobres, cuyas prestaciones “deben ser fortalecidas urgentemente”. La organización sugiere la posibilidad de financiar un aumento de los recursos en este sentido reduciendo el número de productos que se benefician de un IVA preferente, argumentando que, al consumir poco, las familias más desfavorecidas son quienes menos se benefician de tales exenciones y rebajas.

“Los gobiernos deben abordar todo nuevo recorte en los gastos sociales con mucha prudencia, porque podría agravar las dificultades de los más vulnerables y echar a perder la cohesión social futura”, advierte en general la OCDE, para la que la necesaria restauración de las finanzas públicas “no puede hacerse a costa del aumento de las desigualdades y las disparidades sociales”.

Justamente lo que ha pasado en España. El informe constata, en este sentido, que el 10% de los hogares más pobres ha visto reducidos sus ingresos en un 14% anual entre los años 2007 y 2010 –la mayor caída de la OCDE, cuya media está en el 2%–, mientras que el 10% más de las familas más ricas sólo ha perdido un 1% anual. Los ingresos medios de los más ricos son hoy 13 veces superiores a los de los más pobres (la media en la OCDE es de 9,4)

El paro, con 5,8 millones de desempleados –el 45% de larga duración–, está en el origen de esta grave situación, que hace que uno de cada seis adultos en edad de trabajar viva en un hogar donde nadie trabaja. El aumento del paro en España ha representado, por sí solo, el 55% del aumento del desempleo en el conjunto de toda la zona euro. Frente a esto, España apenas gasta un poco sobre la media general en prestaciones de desempleo y familiares, mientras que el gasto en programas de promoción activa de empleo ha disminuido “más de dos tercios” entre el 2007 y el 2011.

“El sistema de protección social español estaba mal preparado para enfrentar una crisis del empleo” como la actual, constata la OCDE. De modo que la pobreza relativa ha avanzado (del 13,7% al 15,4%), afectando sobre todo a los niños (21%). “En general, las transferencias públicas no están suficientemente bien orientadas hacia los más necesitados”, señala el informe, que muestra con sorpresa que “la parte del gasto social destinada a familias relativamente acomodadas es superior a la de la mayoría de los otros países de la UE”.



Polución enquistada

París respira mejor. El episodio de contaminación extrema que ha sufrido durante una semana la capital francesa, debido a una anormal concentración de micropartículas en el aire –favorecida por las elevadas temperaturas y la ausencia de viento–, ha empezado a quedar atrás. Pero el fenómeno, que condujo al Gobierno a prohibir el lunes la circulación de la mitad del parque automovilístico, es sólo el exponente más grave de un problema que se arrastra desde hace años y que ha llevado a la Comisión Europea a denunciar a Francia por incumplimiento reiterado de las directivas comunitarias. A sólo cuatro días de la primera vuelta de las elecciones municipales, el próximo domingo, el problema de la contaminación, hasta ahora prácticamente ausente, está centrando la recta final de la campaña.

La semana pasada, la concentración en París y su conurbación de las peligrosas micropartículas PM10 y PM2,5, tan finas –entre seis y ocho veces más que un cabello– que pueden llegar a circular por la sangre, alcanzó niveles intolerables de hasta 120 microgramos por metro cúbico de aire. Pero sin llegar a tanto, los niveles considerados aceptables son sobrepasados continuamente...

La directiva europea sobre la calidad del aire, aprobada en el 2005, fija los límites de concentración de partículas permitidos en 40 microgramos de media diaria al cabo del año y 50 microgramos diarios durante un máximo de 35 días al año, algo que es sobrepasado sistemáticamente por varias ciudades francesas: París en primer lugar, pero también Lyon y Marsella. Según el Ministerio de Ecología, 12 millones de franceses están expuestos anualmente a concentraciones excesivas de este contaminante, que sería responsable de 42.000 muertes prematuras en todo el país.

Después de varias amonestaciones a este respecto, la Comisión Europea decidió el mes pasado denunciar a Francia por incumplimiento de la normativa ante el Tribunal de Justicia de la UE, lo que podría acarrearle el pago de una multa millonaria.

El último informe del organismo público Airparif, correspondiente al año 2012, alertaba ya de que tres millones de habitantes de la región de Île-de-France –uno de cada cuatro– sufren exposiciones a contaminantes por encima de lo tolerable. La situación, según el informe, es “recurrente” y apenas ha sufrido variación en los últimos años. El problema es especialmente grave en lo que concierne a las partículas finas y al dióxido de nitrógeno (NO2). Tras la publicación de este informe, hace ahora un año, un grupo de médicos generalistas de París lanzó un llamamiento a las autoridades reclamando una actuación urgente para poner fin a una “situación inquietante que atenta contra la salud de la población”. Pero desde entonces, apenas nada ha cambiado.

La meteorología ha querido que el episodio de contaminación de la semana pasada coincidiera con la campaña de las elecciones municipales, lo que ha colocado el problema –al menos momentáneamente– en la agenda política. Las dos principales candidatas a la alcaldía de París, la socialista Anne Hidalgo y la conservadora Nathalie Kosciusko-Morizet se han lanzado duras acusaciones mutuas estos días sobre su presunta responsabilidad en el fomento del diésel, combustible señalado como uno de los focos más importantes –junto a la industria y la calefacción de leña– de emisión de partículas.

Hidalgo acusó a Kosciusko-Morizet de haber permitido el favorecimiento fiscal del diésel cuando era ministra de Ecología, mientras que –acusada a su vez por su rival– trataba de falsear la posición de los socialistas en la reciente compra de 300 nuevos autobuses para París... en diésel. Ello ha permitido que se escuche por primera vez al candidato ecologista, Christophe Najdovski, hasta ahora apenas audible. 

¿Micropartículas de Alemania?

Algunos medios de comunicación se han preguntado estos días hasta qué punto una parte de la contaminación por micropartículas no ha sido traída por el viento desde Alemania, que está potenciando las centrales de carbón. Según Airparif, aunque el 39% de las partículas acostumbra a llegar de fuera, este episodio de polución era debido sobre todo al tráfico.






martes, 18 de marzo de 2014

Impares ganan, pares pierden


Las buenas palabras y la gratuidad del transporte público –autobuses, metro y trenes de cercanías– no hicieron el viernes pasado ninguna mella en los conductores de París y su corona metropolitana, ahogada desde hace una semana por una elevada polución. Así que el Gobierno francés decidió el fin de semana tomar medidas más drásticas y ayer impuso la circulación alterna: sólo la mitad de los vehículos –aquellos con matrículas que acababan en impar– pudieron circular por la capital y una veintena de ciudades de su periferia. La mejora de las condiciones meterológicas, que deberían favorecer la dispersión de las partículas finas acumuladas en al aire, permitirá levantar hoy las restricciones. Pero la medida podría volver a aplicarse en caso de empeoramiento.

La concentración de partículas finas se situó ayer en torno a 50 microgramos por metro cúbico de aire, muy por debajo de los niveles alcanzados la semana pasada: 80 y hasta 110 microgramos. El tráfico, a causa de las restricciones, descendió un 30% y las colas matinales fueron mucho más ligeras: apenas 90 kilómetros de retenciones, frente a los entre 200 y 250 kilómetros que se registran en cualquier lunes normal.

El Ejecutivo socialista se había resistido inicialmente a adoptar una iniciativa semejante –pese a la presión de sus socios ecologistas– por temor a provocar un monumental caos de circulación a tan sólo una semana de la primera vuelta de las elecciones municipales. El precedente de 1997 no era precisamente muy alentador. Hace diecisiete años, los filtros instalados en los accesos a París causaron unos embotellamientos monstruosos. No fue el caso ayer.

Aprendida la lección, el Gobierno dejó físicamente el paso libre a todos los vehículos y desplegó a unos 700 policías para controlar el cumplimiento de la restricción en una sesentena de puntos en el interior. Los agentes impusieron alrededor de 4.000 multas –de 22 euros si se pagaban en el acto– a los conductores que se saltaron la prohibición. Pero, en general, la gente cumplió. El ministro de Ecología, Philippe Martin, aseguró que el 90% de los vehículos que circularon ayer eran de matrícula impar y elogió la “conciencia cívica” de los ciudadanos.

Para ayudar, el transporte público siguió siendo gratuito durante toda la jornada –hoy volverá a la normalidad– y el Ayuntamiento de París dejó asimismo aparcar gratuitamente en la calle a los coches de matrícula par.

Pese al éxito de la circulación alterna, la medida no obtuvo el aplauso generalizado. Las asociaciones de conductores y de transportistas la criticaron, subrayando que los vehículos de motor no son el principal foco de polución. Según un informe del 2013 del Centro interprofesional técnico de estudios de la polución atmosférica (Citepa) –citado por Le Monde–, el 31% de las partículas finas proceden de la industria, otro 30% viene de las calefacciones, un 20% de la agricultura y sólo un 15% de los vehículos.