jueves, 31 de enero de 2013

Cae el último bastión islamista


La guerra relámpago desencadenada por Francia en Mali para desalojar a los grupos armados islamistas que controlaban el norte del país culminó ayer con la toma, por parte de las fuerzas especiales francesas, del aeropuerto de Kidal, en el nordeste. Esta ciudad, situada a 1.500 kilómetros de la capital, Bamako, cerca ya de la frontera con Argelia, era el último feudo que quedaba en manos de los yihadistas, que al igual que pasó en Gao y Tombuctú se retiraron antes de la llegada de las tropas francesas. Sólo una tormenta de arena impidió el despliegue definitivo en la ciudad.

Al ejército francés le habrán bastado tres semanas para desalojar a los islamistas de las ciudades que habían ocupado en su ofensiva de la pasada primavera, objetivo para el que Francia no ha escatimado medios. El ejército francés ha movilizado una docena de cazabombarderos, además de aviones de reconocimiento y transporte, helicópteros de combate y blindados, y ha desplegado hasta el momento a 3.500 soldados –incluyendo fuerzas especiales y paracaidistas–, una cifra que según el ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian, aumentará todavía en los próximos días con el envío de cerca de 900 hombres más y una nueva dotación de blindados. La táctica francesa, que algunos especialistas han comparado con la blitzkrieg del ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial, ha consistido en golpear al enemigo con intensos bombardeos, facilitados por su monopolio del espacio aéreo, en manos de los Mirage y los Rafale, seguido de una rápida progresión de las fuerzas terrestres.

El objetivo de París, pese a haber declarado en un primer momento que sólo pretendía detener la ofensiva yihadista, era expulsar rápidamente a los grupos armados de los territorios que habían ocupado hace cerca de un año y sólo una vez estabilizada la situación pasar a un segundo plano y dejar que sea la fuerza africana de la Misión Internacional de Ayuda a Mali de la ONU –, todavía en fase de despliegue, que contará con entre 6.000 y 8.000 soldados– la que tome el relevo.

Si el ejército francés ha logrado un éxito tan rápido se debe también, en gran medida, a la táctica seguida por los yihadistas, que en general han preferido retirarse y evitar el choque frontal. “Los islamistas han aprendido la lección del 2001 en Afganistán, donde Al Qaeda y los talibanes perdieron a muchos hombres intentado resistir al ejército de Estados Unidos”, explicó el profesor Mathieu Guidère, especialista de los movimientos islámicos y enseñante de la Universidad de Toulouse al canal de televisión TF1. Con todo, no han podido evitar sufrir importantes pérdidas a causa de los bombardeos aéreos, que expertos militares calculan en cerca de un millar de hombres –“Hemos matado a muchos”, afirmó el ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius en el diario Le Parisien– y dos terceras partes de su material.

Los islamistas de Ansar al Din y sus aliados de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) se han visto forzados a refugiarse en el macizo montañoso de Adrar de Ifoghas, al norte de Kidal, desde donde tratarán de reconstituir sus fuerzas. Sacarlos de allí, desde donde pueden organizar acciones de guerrilla y atentados terroristas, será sin duda mucho menos fácil. Y no será posible que a condición de contar con el apoyo de la población local. Algo que implica necesariamente encontrar una solución para el conflicto que enfrenta a Bamako con los tuareg del norte, cuya rebelión ha sido precisamente el vehículo que ha permitido la infiltración de los yihadistas en Mali.

París es perfectamente consciente de lo que está en juego. En el caso de Kidal, que tras la fuga de los islamistas está en manos de las milicias tuaregs –del Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA) y del recién creado Movimiento Islámico del Azawad (MIA)–, los franceses han llegado solos, sin la compañía el ejército maliense, lo que hubiera sido recibido por los tuaregs, una parte de los cuales reclaman la independencia, como un acto de beligerancia. Francia, que intenta llegar a un compromiso con los tuaregs –único medio, a su juicio, de poder acabar con la presencia islamista en la región–, ha pedido formalmente a las autoridades de Bamako que abra conversaciones sin más tardanza “con las poblaciones del norte (cargos electos, sociedad civil) y los grupos armados no terroristas que reconozcan la integridad territorial de Mali”.

La resolución del histórico litigio que enfrenta al sur de Mali –negro– con las poblaciones tuareg del norte, y el restablecimiento del orden constitucional, roto hace un año por un golpe de Estado militar, son dos condiciones indispensables para que la intervención militar francesa, con el respaldo internacional, tenga realmente éxito. En principio, París da por buena la hoja de ruta presentada por el presidente interino, Dioncounda Traoré, que prevé abrir un proceso de “reconciliación nacional” con algunos grupos armados y la celebración de elecciones democráticas antes del próximo 31 de julio. Washington, que antes de que la intervención militar se hiciera inevitable abogaba ya por una salida negociada al conflicto, ha insistido de nuevo en la necesidad de abordar un proceso de diálogo urgente.

El MIA, facción escindida de Ansar al Dine que se muestra dispuesta ahora a una paz negociada, advirtió ayer en un comunicado que no aceptarán la presencia ni del ejército maliense ni de ninguna otra fuerza africana –sí , en cambio, de las francesas– mientras no se alcance una “solución política” para la región.


Detenidos dos posibles cómplices de Merah

La policía francesa detuvo en la madrugada de ayer en Toulouse a dos hombres de 28 y 30 años, presuntos integrantes de círculos salafistas de la capital del Alto Garona, por su posible complicidad en los asesinatos cometidos por el islamista Mohamed Merah en marzo del año pasado. Merah asesinó a un total de siete personas –tres militares y tres niños y un adulto de confesión judía– en Montauban y Toulouse antes de ser identificado, rodeado y muerto por la policía. Los dos sospechosos fueron arrestado en el barrio tolosano del Mirail, de donde era originario el terrorista. Su detención, en aplicación de la ley antiterrorista, puede prolongarse hasta cuatro días.


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