martes, 22 de enero de 2013

El halcón insospechado


Adiós a las Freedom fries, bienvenidas las French fries! Los conservadores norteamericanos, que atacaron furiosamente a Francia en el 2003 por su encarnizada oposición a la guerra de Iraq, gritan hoy Vive la France! como arma arrojadiza contra el presidente estadounidense Barack Obama por su presunta falta de musculatura militar y aplauden con fervoroso entusiasmo la política resolutiva de París contra el terrorismo islamista. Algunos de sus portavoces, como el analista Max Boot, del Council on Foreing Relations, elogiaba días atrás el “liderazgo” asumido por Francia en Mali y criticaba a Washington y Londres por dejar a París como único representante del “poder occidental en la primera línea del combate contra el extremismo islamista”. Mientras unos observan, decía, “Hollande actúa”.

Que un presidente francés, y además socialista, merezca –ni que sea para mejor atacar al presidente de Estados Unidos– las alabanzas de los republicanos es un síntoma de los nuevos aires guerreros que emanan del Elíseo. Enero del 2013 marcará sin duda una inflexión en el quinquenato de François Hollande y en la imagen que los franceses –y el mundo entero– tenían hasta ahora del presidente de la República. Este hombre bonachón y sonriente, conciliador y dialogante, a quien sus adversarios –y algunos de sus propios camaradas– habían escarnecido con apodos como Flanby por su supuesta debilidad y blandura, se ha revelado en unos pocos días como un jefe determinado y firme, resolutivo y duro. Algunos de quienes le conocen bien sugieren que los franceses han empezado a conocer ahora al “auténtico Hollande”.

Este nuevo Hollande, el mismo que había hecho bandera de la retirada anticipada de las tropas francesas en Afganistán, ha demostrado que no le tiembla la mano a la hora de embarcar a Francia en una nueva guerra, de salida incierta, contra un enemigo tan escurridizo como Al Qaeda y sus satélites en Mali. Y de comprometer a las tropas francesas en los combates terrestres, algo que su antecesor, Nicolas Sarkozy, se cuidó mucho de evitar en Libia. Naturalmente, en este caso, hay otros intereses. La eventual caída de Mali en manos de los grupos terroristas que controlan el norte del país representaría una grave amenaza para los intereses de Francia en la zona, sobre todo las estratégicas minas de uranio en Níger. Hollande se ha defendido de pretender seguir haciendo de gendarme de la Françafrique –de ahí su insistencia en que se despliegue cuanto antes el contingente militar africano en Mali–, pero algo de eso hay.

La intervención militar en Mali, al igual que la fracasada operación de rescate llevada a cabo por el contraespionaje francés en Somalia, marcan asimismo una nueva línea política en relación con los rehenes franceses en manos de los grupos islamistas. Decidido a no aceptar el chantaje de los terroristas, Hollande no ha dudado con sus decisiones en poner en peligro la vida de los cautivos, cuando hasta ahora el objetivo prioritario era salvar sus vidas. Muestra de esta nueva actitud es la –interesada– comprensión mostrada hacia la forma en que el Gobierno de Argelia ha resuelto el asalto terrorista a la planta gasista de Ain Amenas. Para el presidente francés, la respuesta argelina –criticada en otras capitales occidentales– fue “adaptada”, un calificatico que hasta el ex primer minstro Alain Juppé consideró excesivo. También el lenguaje ha cambiado. Fue Hollande quien días atrás declaró que su objetivo era “destruir” a los terroristas. Pero podría haberlo dicho George W. Bush.


Reconquistadas dos ciudades en Mali

Las tropas francesas y malienses han retomado finalmente el control de la ciudad de Diabali –en el este de Mali–, que hace una semana había sido tomada por las fuerzas islamistas de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). Otra ciudad, en este caso en manos de los islamistas del Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África del Oeste (Muyao) desde el mes de septiembre, Douentza –en el oeste–, ha caído también bajo el control de las fuerzas regulares. Mientras las tropas franco-malienses avanzan en dirección al norte sin demasiados problemas, el frente diplomático se complicó ayer con el posicionamiento del presidente de Egipto, el islamista Mohamed Morsi, contra la intervención militar francesa en Mali. La UE ha propuesta una conferencia internacional el 5 de febrero.

Ain Amenas, el balance de la tragedia 

Una parte de los rehenes que perdieron la vida en la planta de gas argelina de Ain Amenas asaltada por un grupo de islamistas armados fueron asesinados por los terroristas de un tiro en la cabeza. Así lo explicó ayer el primer ministro argelino, Abdemalek Sellal, en una conferencia de prensa en la que ofreció por primera vez un balance oficial casi definitivo de la tragedia: en el asalto a Ain Amenas murieron 37 rehenes de ocho nacionalidades –un argelino y todos los demás, extranjeros–, aunque esta cifra podría aún aumentar pues hay cinco ciudadanos extranjeros oficialmente dados por desaparecidos.

El primer ministro argelino no dio detalles sobre las nacionalidades de los fallecidos, aunque por los datos parciales ofrecidos hasta ahora por los gobiernos afectados puede verse que los orientales –japoneses (con siete víctimas) y filipinos (seis)– se llevaron la peor parte. Entre los muertos hay asimismo, al menos, tres británicos, dos rumanos, un norteamericano, un francés y un colombiano. El Gobierno noruego está sin noticias de varios de sus ciudadanos, así como Malasia. Aparte de los desaparecidos, entre los 38 cadáveres recuperados hay siete aún no identificados.

Finalmente, el Gobierno argelino ha cifrado en 32 el número de asaltantes de Ain Amena, de los cuales 29 fueron muertos por el ejército y tres fueron capturados. Entre los fallecidos está el jefe del comando, el argelino Mohamed al Amine Benchenab, un hombre fichado por los servicios de información argelinos. Aparentemente, y en contra de lo que se dijo, no hay ningún huido.

El primer ministro confirmó que el grupo pertenecía a la organización “Los que firman con sangre”, creado y dirigido por el argelino Mojtar Belmojtar, uno de los fundadores de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), organización que abandonó el pasado otoño para constituir este otro grupo. Los integrantes del comando eran asimismo de diversas nacionalidades: tunecinos –los que más, once–, argelinos, nigerianos, egipcios, malienses y hasta dos canadienses. Una auténtica Internacional de la Yihad.

Finalmente, el comando no procedía de Libia como inicialmente sostuvieron las autoridades argelinas, sino del norte de Mali, como los propios terroristas habían asegurado. Según el primer ministro, el grupo partió de su base hace dos meses –lo cual confirma que el ataque se había preparado hace tiempo– y bordearon las fronteras de Argelia con Mali, Níger y Libia.




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