La guerra de
Mali no va a ser un paseo militar para Francia. La capacidad de resistencia y
el poder de respuesta demostrado en cuatro días de combates por las fuerzas
islamistas del norte del país –que en las últimas horas han lanzado una
contraofensiva al oeste y tomado la ciudad de Diabali–, unida a la debilidad
flagrante del ejército regular maliense, amenaza con arrastrar a Francia a un
largo conflicto de desgaste. ante esta situación, París se dispone a reforzar
su intervención militar con el envío de más tropas a la zona. Los 500 soldados
llegados el pasado fin de semana a la capital, Bamako, podrían elevarse en los
próximos días a 2.500 e implicarse en los combates terrestres, ya sea para
contener los ataques islamistas, ya sea para lanzar una ofensiva hacia el
norte.
El Gobierno francés insistió ayer, por boca de su ministro
de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, en que “Francia no tiene ninguna
vocación de intervenir sola” y llamó a la comunidad internacional a implicarse
decididamente en Mali, donde el riesgo de constitución de un Estado islamista
–“terrorista”, según la terminología utilizada por París– representaría un
serio riesgo para África del Oeste, donde Francia conserva importantes
intereses, pero también para toda Europa.
Francia ha empezado a recibir apoyo logístico y de
transporte de sus aliados –Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Dinamarca,
Holanda...–, pero ninguno de ellos tiene la menor intención de comprometerse
militarmente. Paralelamente, diversos países africanos –Senegal, Níger, Costa
de Marfil, Burkina-Faso, Benin, Togo...– han anunciado la aportación de tropas
para constituir el contingente africano de 3.300 soldados autorizado por la ONU
para apoyar al ejército maliense en su objetivo de reconquistar el norte del
país, controlado por las fuerzas islamistas desde la primavera del 2012. Pero,
como subrayaban expertos militares, difícilmente este contingente estará
operativo antes de tres meses... Y cuando lo esté, parece dificil que resulte
suficiente para sostener a un ejército –el de Mali– prácticamente desarbolado y
hacer frente a unos adversarios fuertemente armados, con material moderno, bien
organizados y extremadamente motivados.
Los ataques aéreos lanzados por Francia contra las fuerzas
islamistas en el frente y en sus bases de retaguardia –en los que ha utilizado
cazabombarderos Mirage y Rafale– han permitido detener uno de los ejes de la
ofensiva islamista, que el jueves pasado llegó a amenazar seriamente con llegar
a la capital y precipitó la intervención francesa. En este eje, situado en el este,
el ejército maliense apoyado por los franceses ha conseguido reconquistar la
ciudad de Konna y forzado el repliegue de las fuerzas del grupo islamista
tuareg Ansar al Din.
Pero este éxito no ha tenido equivalente en el sector oeste,
donde las tropas malienses deben hacer frente a las milicias de Al Qaeda en el
Magreb Islámico (AQMI). Los salafistas lanzaron ayer una contraofensiva en la
zona y consiguieron tomar el control, después de violentos combates, de la
localidad de Diabali, cerca de la frontera con Mauritania y a tan sólo 400 kilómetros de
Bamako. Una victoria que demuestra –como lo hizo la muerte del piloto de un
helicóptero de combate francés– la capacidad militar de los islamistas y
confirma que las cosas no serán fáciles.
Francia, en lo que ha bautizado como Operación Serval
–nombre de un felino del desierto–, ha desplegado hasta ahora entre 500 y 600
soldados, la mayor parte de los cuales permanecen en Bamako, oficialmente para
reforzar la seguridad de la capital y proteger a los 6.000 residentes
franceses. Una cincuentena de soldados de las fuerzas especiales se encuentran
en la zona del frente. Pero este dispositivo, contenido, podría elevarse
rápidamente hasta los 2.500 soldados, que serían enviados hacia el centro del
país. Algunas fuentes sostienen que el objetivo –de acuerdo con lo expresado
por el presidente François Hollande– sería únicamente el de desplegarse como
fuerza de contención para frenar nuevas ofensivas islamistas. Pero algunos
expertos militares consideran que lo
conveniente sería aprovechar la situación y, valiéndose de control absoluto del
espacio aérero, atacar al norte.
“Si no se va más allá de la destrucción de objetivos
militares, no hay que creer que la victoria estará conseguida –apuntó en
declaraciones a France Presse elpolitólogo Bruno Tertrais, de la Fundación para
la Investigación Estratégica–. Después habrá que ocupar el terreno de forma
duradera y, en consecuencia, desplegar hombres y medios”.
Las fuerzas islamistas, en concreto AQMI y otra de las
miliacias asociadas, el Movimiento por la Unicidad y la Yihad en África del
Oeste (Mujao), amenazaron a los franceses con golpear “en el corazón de
Francia” como represalia. El Ministerio del Interior considera que la amenaza
de atentados terroristas es real y elevada, y ha decidido reforzar la
vigilancia en los edificios públicos e infraestructuras de transporte. La única
buena noticia en este terreno es el pronunciamiento de los independentistas tuaregs
del Movimiento Nacional para la Liberación del Azaward (MNLA) de apoyar a los
franceses en el desierto.
Los malienses, espantados por el régimen de terror impuesto
por los islamistas en el norte del país, con lapidaciones y amputaciones, han
recibido con entusiasmo la intervención francesa. En Bamako, proliferan las
banderas francesas como muestra de reconocimiento. Pero los combates han
empezado a arrojar a los caminos a miles de refugiados. La ONU calcula que
30.000 personas han huido de la zona.
Los ‘shebab’ difunden la foto del comando muerto
Los shebab, como se conoce a los
milicianos del grupo islamista somalí Al Shabab, difundieron ayer a través de
las redes sociales de internet una imagen del presunto cadáver del comando
francés que cayó herido y fue apresado durante la fallida operación de rescate
de un rehén francés el pasado sábado. El primer ministro francés, Jean-Marc
Ayrault, censuró lo que calificó de “puesta en escena particularmente odiosa”.
Los medios de comunicación franceses renunciaron voluntariamente a reproducir
la foto. Dos comandos franceses murieron en el asalto lanzado el sábado por los
servicios especiales de la Diorección General de Seguridad Exterior (DGSE)
–servicios secretos– en la población de Bulomarer, en el sur de Somalia, en un
intento de liberar a uno de los suyos, el agente conocido bajo el seudónimo
Denis Allex, que había sido secuestrado en Mogadiscio en julio del 2009. París
da por hecho que Allex fue asesinado por sus captores durante el asalto. La
razón del fracaso parece haber estribado en que los comandos franceses –una
cincuentena de hombres, trasladados en helicópteros a un punto situado a tres
kilómetros del objetivo– fueron detectados por los shebab antes de llegar a la casa donde estaba retenido
Denis Allex, lo que eliminó el factor sorpresa y permitió a los islamistas –más
numerosos– preparar su defensa.
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