La dimensión de
la tragedia de Ain Amenas crece conforme pasan las horas. A los 23 rehenes
muertos en el asalto islamista a la planta gasista de Tiganturin reconocidos
oficialmente hasta ahora por el Gobierno argelino, podrían sumarse varias
decenas más de víctimas mortales. A la espera del balance definitivo, que
podría ser comunicado hoy por el primer ministro, Abdelmalek Sellal, el canal
de televisión privado Ennahar informó ayer de que el ejército había encontrado
25 cadáveres más en las instalaciones, una cifra que el diario El
Watan aumentaba a unos 30.
El ministro del Interior, Mohamed Said Belaid, admitió
anoche en televisión que el número definitivo de muertos iba sin duda a
aumentar y subrayó que los militares todavía estaban procediendo a las labores
de búsqueda en la planta gasista, además de a la desactivación de los
explosivos colocados por los terroristas.
Además de los 32 islamistas muertos por las tropas argelinas
durante su asalto, se supo que cinco de ellos fueron detenidos vivos ayer por
la mañana en la misma planta y que otros tres lograron darse a la fuga. Estas
cifras cuadran con las ofrecidas por el líder del grupo al que pertenecían
todos los miembros del comando, “Los que firman con sangre”, el islamista
argelino Mojtar Belmojtar, que en un vídeo difundido a través del sitio web
Sahara Media habló de una cuarentena de activistas procedentes de diversos
países, incluida Europa. Algunas fuentes sostienen que entre ellos habría un
francés.
Mojtar Belmojtar reivindicó el asalto a la planta gasista de
Ain Amenas –explotada conjuntamente por la compañía agelina Sonatrach, la
británica British Petroleum (BP) y la noruega Statoil– en nombre de Al Qaeda y
la presentó como una represalia por la intervención militar francesa contra los
grupos yihadistas del norte de Mali. El líder islamista se dijo abierto a
“negociar” con los países occidentales si Francia detiene su intervención.
El Gobierno argelino cifró en 792 el número de empleados de
la planta de extracción de gas rescatados con vida, 685 de nacionalidad
argelina y 107 extranjeros. Pero ha sido mucho más vago en lo que respecta a
las víctimas mortales. Varios países expresaban todavía ayer su preocupación
por la falta de noticias de varios de sus nacionales. Era el caso de Noruega,
que ignoraba el destino de cinco de sus ciudadanos. Y de Japón, que no tenía
noticias de una decena de personas. El primer ministro, Shinzo Abe, pidió en
una conferencia de prensa a las autoridades argelinas que aclaren cuanto antes
la situación. Poco después, fuentes hospitalarias de Ain Amenas aseguraron que
en la morgue tenían los cadáveres de 12 japoneses.
Los testimonios de los rehenes supervivientes coinciden en
describir un auténtico infierno. Los terroristas, según sus relatos, actuaron
con una crueldad sólo comparable a su determinación. Los japoneses, por cierto,
pagaron inmediatamente con su vida su nacionalidad extranjera. Según varios
testigos argelinos, los islamistas asesinaron a algunos de ellos en sus
habitaciones, a cuyas puertas llamaron hablando en inglés con acento
norteamericano. “Fueron ejecutados salvajemente”, señaló a la agencia France
Presse un empleado argelino, Brahim, que contabilizó hasta nueve japoneses de
la empresa JGC muertos. “Estaban al corriente de todos nuestros procedimientos
y conocían las habitaciones en las que estaban los extranjeros”, añadió un
colega.
Los terroristas buscaban a los extranjeros, a “los
cristianos”, y trataron de forma preferente a los argelinos. Los expatriados
capturados fueron recluidos aparte y les colgaron explosivos del cuello.
Algunos de los que se salvaron lograron darse a la fuga aprovechando algún
momento de confusión, como el irlandés Stephen McFaul, que huyó cuando el
ejército argelino atacó al convoy de terroristas y rehenes que pretendía abandonar
el lugar. Un trabajador noruego caminó durante 15 horas por el desierto hasta
Ain Amenas, la ciudad más cercana, a 50 kilómetros de la
planta.
El francés Alexandre Berceaux se salvó escondiendose durante
cerca de 40 horas debajo de su cama, auxiliado –con comida y agua– por algunos
colegas argelinos. “Disparaban por todas partes –explicó ayer visiblemente
conmocionado–, fue muy largo y muy frío”.
Los rehenes franceses en el Sahel siguen vivos
Los siete rehenes franceses en manos de diversos grupos
islamistas en la zona del Sahel siguen vivos. Así lo declaró ayer el ministro
de Defensa, Jean-Yves Le Drian en el canal de televisión France 5, donde
aseguró que el Gobierno mantenía contacto con los diferentes secuestradores.
Poco antes, sin embargo, su colega de Exteriores, Laurent Fabius, había dicho
en una emisora de radio que no había habido contactos recientes... El
presidente, François Hollande, recibió ayer en el Elíseo a las familias de los
secuestrados, a quienes expresó el apoyo del Estado y prometió que se seguirá
haciendo todo lo posible para conseguir su liberación. La situación de los
rehenes, que ya era de por sí difícil, se ha agravado tras la intervención
militar francesa en Mali.
La mayor parte de los secuestrados están retenidos por Al
Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI): es el caso de los cuatro trabajadores de la
planta de extracción de uranio de Arlit, en el norte de Níger –Thierry Dol,
Daniel Larribe, Pierre Legrand y Marc Féret–, capturados el 16 de septiembre
del 2010, y de dos geólogos –Serge Lazarevic y Philippe Verdon– secuestrados a
su vez el 24 de noviembre del 2011 en un hotel de Hombori, en el nordeste de
Mali. Finalmente, el séptimo rehén –Gilberto Rodrígiez Leal, un jubilado de
origen portugués y nacionalidad francesa–, secuestrado el 20 de noviembre del
2011 en el oeste de Mali, está en manos del Movimiento para la Unicidad y la
Yihad en África de Oesta (Muyao)
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