No fueron
tantos, pero fueron muchos. Suficientes como para dejar claro que en este
asunto, como en tantos otros, hay dos Francias. Decenas de miles de personas
–400.000 según los organizadores, 125.000 según la Prefectura de Policía– se
manifestaron ayer en París en defensa del proyecto de ley del Gobierno para
legalizar el matrimonio entre homosexuales. Hace dos semanas, la derecha y las
organizaciones católicas consiguieron reunir a entre 340.000 y 800.000 personas
en contra de las bodas gay, en una de las mayores manifestaciones de los
últimos treinta años.
Los promotores de la contramanifestación de ayer
–organizaciones de homosexuales y lesbianas, asociaciones cívicas y partidos de
izquierda– sabían de antemano que no podrían igualar numéricamente a sus
oponentes, pero juzgaban esencial demostrar que una gran parte de la sociedad
francesa está con el Gobierno. “Se trata de decirles que ellos no representan a
todos”, subrayó Pierre Bergé, co-fundador de Yves Saint-Laurent y presidente de
Sidaction. Bergé organizó por la noche una fiesta a la que acudieron numerosas
personalidades, empezando por la compañera sentimental del presidente francés,
Valérie Trierweiler.
Celebrada en el Théâtre du Rond-Point, la gala fue animada
por la periodista de televisión Laurence Ferrari y en ella participaron, entre
otros, la actriz Jeanne Moreau, los actores Jamel Debouzze y Lambert Wilson, el
futbolista Lilian Thuram, el filósofo Bernard-Henri Lévy y la exministra de
Nicolas Sarkozy Rama Yade, hoy en las filas centristas.
Otra exministra de la derecha, Roselyne Bachelot, se sumó a
la manifestación, en la que también participaron la actual ministra de la
Vivienda, la ecologista Cécile Duflot –único miembro del Gobierno presente en
el cortejo–, y el alcalde de París, Bertrand Delanoë, cuya homosexualidad es
públicamente asumida. La marcha, que se desarrolló –al igual que la de sus
adversarios quince días antes– de forma tranquila y festiva, terminó en la
plaza de la Bastilla, escenario mítico de la izquierda.
El presidente de la República, François Hollande, recibió el
viernes en el Elíseo a los oponentes al matrimonio gay, al frente de los cuales
se encuentra la humorista católica Frigide Barjot –cuyo nombre real es Virginie
Merle–, a quienes escuchó con la amabilidad y bonhomía que le caracterizan.
Pero a quienes refirmó su determinación de aprobar la reforma, que constituye
una de sus promesas electorales. El proyecto de ley empezará a ser discutido el
martes por el Parlamento, donde los socialistas cuentan con una abultada
mayoría absoluta.
El matrimonio entre homosexuales cuenta con el apoyo
mayoritario de la sociedad francesa –el 63% de los ciudadanos se manifiesta a
favor, según el último sondeo de Ifop–. Sin embargo, los franceses están
radicalmente divididos en lo que respecta a la adopción de niños por parte de
las parejas de homosexuales: un 49% esta a favor y un 51% en contra. Los
oponentes al proyecto de ley, que preparan una nueva manifestación para el 2 de
febrero, invocan precisamente la polémica cuestión de la filiación.
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