Cinco
días después de que Francia empezara su intervención militar para combatir a
los islamistas en Mali, los yihadistas dieron ayer un espectacular contragolpe
al asaltar una planta gasista en el este de Argelia y secuestrar a 41
occidentales –estadounidenses, noruegos, británicos, japoneses y probablemente
también franceses– que al cierre de esta edición mantenían como rehenes y a
cambio de cuyas vidas reclamaban el cese de la intervención armada francesa. En
el asalto, que se produjo en la madrugada del miércoles, murieron un británico
y un argelino, y seis personas más resultaron heridas, entre ellas dos
británicos y un noruego. El ejército, la gendarmería y las fuerzas especiales
argelinas –los ninja– tenían rodeada la planta, que los
islamistas amenazaban con hacer volar por los aires si los militares lanzaban
un ataque.
El objeto del asalto es la planta de extracción de gas
natural de Ain Amenas, situada a escasos kilómetros de la frontera con Libia y
a más de 1.000
kilómetros de Mali, país del que los asaltantes
aseguraron venir (algo que el ministro del Interior argelino, Dahu Uld Kablia,
descartó, asegurando que eran de la región). La planta es explotada por la
sociedad argelina Sonatrach en colaboración con la británica British Petroleum
(BP) y la noruega Statoil, y en ella trabajan 700 personas.
Los asaltantes, un grupo fuertemente armado integrado al
parecer por unos 60 combatientes, pertenecen a la organización “Los que firman
con sangre”, una facción creada el año pasado por el argelino Mojtar Belmojtar,
uno de los fundadores de Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI). Además de una
respuesta a la intervención francesa, la operación parece también una
represalia directa contra Argelia por haber abierto su espacio aéreo a los aviones
de combate franceses Rafale que han bombardeado estos días las bases islamistas
en el norte de Mali y por haber cerrado su frontera terrestre con este país.
Una gran confusión reinaba todavía anoche sobre la
nacionalidad de los 41 occidentales secuestrados por los islamistas –que, según
testimonios contactados telefónicamente, los mantenían encerrados en unos
locales de la planta–, así como el número de trabajadores argelinos –al
parecer, varios centenares– que seguirían retenidos en el recinto, pese a que
una parte habrían sido liberados. Entre ellos hay, al menos, 150 empleados
locales de la empresa francesa CIS Catering.
Según una primera reivindicación a la agencia privada de
noticias mauritana ANI, entre los rehenes habría siete estadounidenses –lo que
ha sido confirmado por Washington, aunque sin precisar su número–. El Gobierno
noruego confirmó por su parte que entre los retenidos había también 13
ciudadanos de esta nacionalidad. Está confirmada asimismo la presencia de
británicos –entre ellos, un norirlandés– y de japoneses. Y se sospecha que puede haber también
franceses, pero el presidente François Hollande aseguró anoche no haber podido
todavía verificar este extremo. Los occidentales permanecen, al parecer,
recluidos y atados. Mientras que el resto del personal puede moverse más o
menos libremante por la planta.
Los secuestradores exigieron al Gobierno argelino la
liberación de cien islamistas presos en las cárceles argelinas y un paso franco
para abandonar el país con los rehenes extranjeros. El ministro del Interior,
Dahou Ould Kablia, aseguró que no había “nada que negociar con los
terroristas”. Los islamistas replicaron amenazando con destruir la planta, en
la que han colocado explosivos, si el ejército decida lanzar un asalto.
“Somos miembros de Al Qaeda y hemos venido del norte de
Mali. Pertenecemos a la brigada Jaled Abul Abbas, Mojtar Belmojtar”, declaró un
portavoz de los asaltates en el momento de reinvidicar la acción. Y recordó que
Belmojtar había “amenazado con responder a toda intervención militar en Mali”.
Venidos de Mali –lo que nadie cree, por más que tengan vínculos–, de la vecina
Libia o del propio desierto argelino, los expertos consideran que el asalto a
la planta debía haber sido preparado desde hace tiempo y los acontecimientos en
Mali sólo lo habrían precipitado.
Mojtar Belmojtar, el tuerto, que
recientemente se separó de AQMI, era uno de los jefes militares del GIA (Grupo
Islamista Armado), que en los años noventa puso a Argelia a sangre y fuego.
Posteriormente, participó en la fundación de Grupo Salafista para la
Predicación y el Combate (GSPC), que en el año 2007 se convirtió en la rama
magrebí de Al Qaeda. Su grupo, instalado en el Sahel, se especializó en los
últimos años en el secuestro de ciudadanos occidentales, con el fin de obtener
rescates con los que financiar la compra de armas. Francia le atribuye el
secuestro y muerte de cuatro franceses en Mauritania en el 2007. También se le
atribuye el secuestro de otros dos s franceses que resultaron muertos en enero
del 2011, en la frontera entre Mali y Níger, en otra operación fallida operación
de rescate de los servcicios especiales.
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