viernes, 25 de enero de 2013

De presidiaria a heroína


Francia cuenta con una nueva y extraña heroína. Florence Cassez, de 38 años –de los que los últimos siete los ha pasado en una prisión mexicana por un delito que ella siempre ha negado–, fue recibida ayer en París con todos los honores y convertida en un símbolo de la lucha contra la injusticia. Su liberación, decretada la víspera por el Tribunal Supremo mexicano, ha provocado sentimientos fuertemente contrapuestos: alivio y alegría en Francia, incredulidad e indignación en México, donde su puesta en libertad es percibida más bien como un ejemplo de impunidad.

Detenida el 8 de diciembre del 2005 acusada de integrar una banda criminal especializada en los secuestros –de la que su ex novio, Israel Vallarta, era el cabecilla–, Florence Cassez fue condenada en el 2008 en primera instancia a 96 años de cárcel, pena que le fue levemente rebajada en el 2009 a 60 años. Presentada en México como una mujer “diabólica”, su familia y sus amigos lograron sin embargo que fuera percibida en Francia como la víctima de un poder político y judicial corrupto. El descarado montaje de la policía mexicana –que llegó a difundir por televisión una falsa puesta en escena de su detención–, las lagunas del sumario y las contradicciones de algunos de los testigos de la causa avalaron su condición de víctima. Y el miércoles llevaron al Tribunal Supremo de México a decretar su “libertad absoluta e inmediata” por juzgar que sus derechos fundamentales habían sido vulnerados. El abogado de la francesa, Frank Berton, da por probada la inocencia de su defendida... pero el tribunal no se ha pronunciado sobre el fondo del asunto, como recordó ayer una de los cinco magistrados, Olga Sánchez Cordero.

¿Por qué habiendo, como todavía hay, zonas de sombra en este caso Florence Cassez fue recibida ayer en el aeropuerto de Charles de Gaulle como una alta personalidad, casi como lo fue Ingrid Betancourt en el 2008 tras su secuestro por las FARC colombianas? ¿Por qué la francesa tuvo derecho a ser recibida por el ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, quien además se permitió subrayar que finalmente “hoy” –y por tanto no antes– México ha demostrado que “es una gran democracia”? ¿Por qué tanta expectación con Cassez y tanta indiferencia con los otros 2.000 franceses que purgan penas de cárcel en todo el mundo?

Para entenderlo, hay que retrotraerse al año 2011, cuando el entonces presidente francés, Nicolas Sarkozy, asumió personalmente la defensa política de Florence Cassez y convirtió su liberación un asunto de Estado. Hasta el punto de mantener un pulso con el entonces presidente de México, Felipe Calderón, provocando la suspensión del año de México en Francia y abriendo una seria crisis en las relaciones bilaterales entre ambos países. La elección de Enrique Peña Nieto, más que la de François Hollande, ha cambiado la situación.

En sus primeras palabras tras aterrizar en Roissy, Cassez expresó su profundo agradecimiento al anterior presidente de la República: “Nicolas Sarkozy me salvó la vida”, afirmó sin medias tintas la joven, quien recordó que la intervención del jefe del Estado llegó en un momento especialmente bajo para ella y le insufló nuevas fuerzas. Y, aunque de forma más sucinta, también tuvo un gesto de reconocimiento para François Hollande –“Les debo mucho”, dijo en plural–, cuya compañera, Valérie Trierweiler, se ha puesto estos últimos meses decididamente al lado de la familia. El presidente de la República hoy la recibirá hoy en el Elíseo.

Florence Cassez se mostró radiante y sonriente a su llegada a París. Atrás quedó el sufrimiento de estos últimos siete años, que ha vivido como una “víctima”. Atrás los sentimientos de “rabia, de odio, de cólera”, que han dado paso a una voluntad de “perdón”. Su única voluntad, ahora, es “vivir, ser feliz, disfrutar”. 


Malestar en México

La gran mayoría de los mexicanos –un 83% según un sondeo publicado del diario La Reforma– siguen convencidos de la culpabilidad de Florence Cassez, cuya liberación ha sido mal recibida en el país, especialmente entre las víctimas. Amnistía Internacional subrayó la necesidad de garantizar los derechos procesales de los detenidos y evitar la impunidad.







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