La intervención
militar de Francia en Mali durará todo lo que sea necesario, pero no más. Y,
sobre todo, en ningún caso irá más allá de detener el avance hacia el sur de
los islamistas que ya controlan el norte del país y de garantizar, de este
modo, el despliegue de una fuerza militar africana en apoyo del ejército
regular maliense, tal como acordó el Consejo de Seguridad de la ONU en
diciembre. Se trata, pues, únicamente de estabilizar la situación y ganar
tiempo para que pueda desplegarse la nueva fuerza internacional. Así lo subrayó
ayer el presidente francés, François Hollande, tras reunir en el Elíseo al
Consejo de Defensa. “He dado hoy, de nuevo, todas las instrucciones para que
los medios utilizados por Francia estén estrictamente limitados a este
objetivo”, afirmó.
La intervención francesa, bautizada con el nombre de
Operación Serval –nombre de un felino del desierto– e iniciada la tarde del
viernes con ataques aéreos sobre las fuerzas islamistas, ha conseguido ya
detener provisionalmente el avance de los rebeldes. Pero le ha costado también
su primera víctima: un piloto, el teniente Damien Boiteux –del 4º Regimiento de
Helicópteros de las Fuerzas Especiales–, murió alcanzado por los disparos de un
arma ligera. Su muerte es un toque de alerta sobre la complejidad y los riesgos
de la intervención.
Francia, que nunca quiso intervenir directamente en Mali
–limitándose a dar apoyo logístico–, se ha visto impelida a hacerlo ante el
derrumbamiento, el jueves en Konna, del ejército maliense frente a la ofensiva
islamista, que hubiera hecho inviable e inútil toda intervención internacional.
Pero no tiene ninguna intención
de enviar tropas de combate terrestres y meterse en el cenagal maliense. La
recuperación del norte del país deberá asumirla el propio ejército de Mali con
el apoyo del contingente de 3.300 soldados que deben enviar varios países
africanos. Costa de Marfil anunció el viernes el inicio de los preparativos a
este respecto y otros tres países –Burkina, Níger y Senegal– confirmaron ayer
el inminente envío de tropas a Mali.
“En esta operación Francia no persigue ningún otros interés
particular –insistió Hollande, cons-ciente de las suspicacias que puede
suscitar la intervención francesa en su antigua colonia– que la salvaguarda de
un país amigo y no tiene otro objetivo que la lucha contra el terrorismo”.
El ejército francés prosiguió ayer los ataques aéreos contra
los islamistas del grupo tuareg Ansar al Din y de Al Qaeda del Magreb Islámico
(Aqmi), que habían lanzado su ofensiva a través de dos ejes de penetración.
Además de los helicópteros de combate Gazelle de las fuerzas especiales
–armados con misiles–, también fueron utilizados cazabombarderos Mirage 2000 y
Mirage F1 estacionados en Chad. Según el jefe del Alto Estado Mayor de los
Ejércitos, el almirante Édouard Guillaud, fueron destruidos numerosos vehículos
de los islamistas, así como un centro de mando. El Gobierno maliense aseguró
haber reconquistado, con el apoyo francés, la ciudad de Konna, caída el jueves.
Francia ha enviado asimismo un número indeterminado de
militares a la ciudad de Sevaré, con el fin de respaldar al centro de mando
táctico del ejército maliense. Asimismo, varios centenares de soldados
–diversas compañías – han empezado a ser desplegados en Bamako con el fin de
reforzar la seguridad de la capital, y en particular de los 6.000 residentes
franceses, así como del resto de ciudadanos europeos. Las autoridades militares
francesas guardan una absoluta reserva sobre el número de efectivos, el
despliegue y los medios comprometidos en la Operación Serval.
El presidente interino de Mali, Dioncounda Traoré –quien
había pedido oficialmente el apoyo urgente de Francia–, agradeció ayer a
Hollande la intervención militar francesa, saludada tambien por Londres y
Washington. Los estadounidenses han ofrecido a los franceses apoyo logístico, reavituallamiento
en vuelo y aviones teledirigidos de vigilancia. Pero, por ahora, Francia está
actuando en solitario.
Refuerzo de la vigilancia antiterrorista
Tras reunir en el Elíseo al al Consejo de Defensa, François
Hollande anunció haber pedido al primer ministro, Jean-Marc Ayrault, el
refuerzo de la vigilancia antiterrorista en Francia, en particular la seguridad
de los servicios públicos y las infraestructuras de transporte. “La lucha
contra el terrorismo exige también tomar todas las precauciones aquí, en
Francia”, argumentó el presidente francés en una decaración por televisión.
Formalmente, el Plan Vigipirate va a ser reforzado, pero se mantendrá tal como
estaba ya actualmente, en el nivel rojo –el tercero en una escala de cuatro–,
sin subir al nivel escarlata, que es el de máxima alerta y que normalmente se
declararía tras la comisión de un atentado. Varios grupos islamistas, así en
Mali como en Somalia, han anunciado ya con tomar represalias contra Francia y
contra sus ciudadanos en el mundo árabe. De acuerdo con el nivel rojo de alerta
–vigente desde el año 2005–, unos 1.200 soldados realizan labores de
vigilancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario