Si la ayuda
militar de la comunidad internacional a la guerra contra los islamistas en
Mali, asumida prácticamente en solitario por Francia, ha sido hasta ahora más
bien mezquina, la contribución económica no parece estar tampoco a la altura de
las necesidades. La conferencia de donantes reunida ayer en la sede de la Unión
Africana (UA) en Adis Abeba, la capital de Etiopía, comprometió un total de
455,53 millones de dólares (338,6 millones de euros) para sostener el esfuerzo
bélico y formar a la fuerza africana en fase de constitución, una cifra que
apenas alcanza la mitad del dinero necesario para mantener un año de campaña
militar.
El presidente interino de Mali, Dioncunda Traoré, agradeció
el apoyo de la comunidad internacional y el presidente de Costa de Marfil y
presidente de turno de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental
(Cedaao), Alassane Ouattara, calificó el acuerdo de ayer de “paso decisivo”.
Pero si no se dan otros pasos en los próximos meses la Misión Internacional de
Apoyo a Mali, aprobada por la ONU, que debe movilizar a unos 8.000 soldados de
varios países africanos, va camino del colapso. Los 338,6 millones de euros
prometidos ayer quedan, en efecto, muy lejos de los 711,3 millones de euros
(959 millones de dólares) en que los expertos de la Cedeado han calculado el
coste de la misión militar africana durante un año.
Francia, que actualmente tiene desplegados 3.500 soldados en
Mali –por sólo 1.900 africanos, de los que sólo unos pocos han empezado a
actuar– ha gastado ya en apenas tres semanas 63 millones de dólares (46,7
millones de euros), según informó en la capital etíope el ministro de Asuntos
Exteriores, Laurent Fabius. La Unión Europea prometió ayer aportar 63 millones de euros
–por detrás de Estados Unidos (96 millones) y Japón (120 millones)–, además de
movilizar a unos 500 militares para formar al ejército regular maliense.
El presidente de Mali, Dioncounda Traoré, que ocupa el cargo
de forma provisional, reiteró ante la comunidad internacional su compromiso de
regresar a una “situación constitucional” con la celebración de elecciones
“transparentes y creíbles” antes del próximo 31 de julio. El anterior
presidente, Amado Toumani Touré, elegido democráticamente, fue derrocado por un
golpe de Estado militar el 22 de marzo del año pasado. El vacío de poder creado
por el alzamiento tuvo como consecuencia directa la ofensiva tuareg e islamista
en el norte del país.
Actos de pillaje en Tombuctú
Cientos de personas protagonizaron ayer en Tombuctú actos de
pillaje en comercios regentados por árabes o tuaregs, sobre quienes la
población ha volcado la sospecha de colaboración con los islamistas, que
impusieron en los últimos meses un régimen de terror y que abandonaron la
ciudad ante la llegada de las tropas francesas y malienses. La organización
Human Roghts Watch ya había advertido la víspera del riesgo de actos de
represalia e instó a las autoridades malienses a impedir un enfentamiento entre
comunidades. Por otra parte, la suerte de las decenas de miles de manuscritos
históricos de los siglos XV y XVI conservados en Tombuctú es todavía un misterio.
Si es cierto que antes de huir los islamistas incendiaron el nuevo edificio del
Instituto Ahmed Baba, inaugurado en el 2009, diveras fuentes académicas
sostienen que los manuscritos no estaban almacenados allí, sino en la antigua
sede del instituto, así como en Bamako y hasta en París.
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