Ocho meses
después de acceder al Elíseo, François Hollande afronta el primer gran
movimiento de contestación de su mandato. Los partidos de todo el arco de la
derecha –desde la UMP hasta el Frente Nacional– y las organizaciones católicas
de todo signo, con el respaldo explícito de la jerarquía de la Iglesia, han
organizado para hoy una gran manifestación en París contra el proyecto
gubernamental de legalizar el matrimonio entre homosexuales, una de las
reformas sociales –y de los compromisos electorales– de mayor calado político y
simbólico del presidente francés.
Los promotores de la protesta, determinados a realizar una
gran demostración de fuerza, sueñan con una movilización gigantesca, si no del
nivel de la manifestación contra la reforma escolar de François Mitterrand en
1984 –con un millón de participantes–, sí comparable al menos a la demostración
de rechazo al líder ultraderehista Jean-Marie Le Pen en las elecciones
presidenciales del 2002, que reunió a 300.000 franceses. En todo caso, la
Prefectura de Policía de París, que ha movilizado a 5.000 agentes de la Policía
y de la Gendarmería, espera una participación masiva. Los organizadores han
contradado un millar de autocares y media docena de trenes de alta velocidad
(TGV) para transportar a la capital a manifestantes procedentes de todo el
país.
El proyecto de legalización del matrimonio entre personas
del mismo sexo –rebautizado por elGobierno como “matrimonio para todos”, un
concepto más digerible– ha provocado en la sociedad francesa un vivo debate,
que trasciende en ocasiones las fronteras ideológicas. Si el derecho al
matrimonio de los homosexuales recibe un apoyo mayoritario entre los ciudadanos
–57% contra un 43%, según un sondeo último de Opinion Way para Le
Figaro_, el derecho subsiguiente a la adopción suscita en cambio un
fuerte rechazo –55% a 45%– y aún más la posibilidad de que las parejas de
lesbianas puedan acceder a la procreación médicamente asistida –63% en contra
por sólo un 37% a favor–. El Gobierno ha conseguido convencer a los diputados
socialistas de dejar este último extremo –que querían introducir mediante una
enmienda– para más adelante con el fin de apaciguar los ánimos. Pero este
movimiento ha sido insuficiente.
Oficialmente, la tranquilidad reina en el Elíseo y en Matignon.
El Ejecutivo dirigido por el primer ministro Jean-Marc Ayrault no cree en una
manifestación gigantesca y asegura que piensa mantener la tramitación del
proyecto de ley sin claudicar ante la presión de la calle. Como diría y haría
cualquier otro Gobierno en las mismas circunstancias. Pero el pulso sólo acaba
de empezar.
El principal partido de la dereche, exangüe tras la guerra
interna entre Jean-François Copé y François Fillon, confía en este movimiento
para recuperar su fragilizada salud. El ex presidente Nicolas Sarkozy, de ser
exactos los comentarios reproducidos por el semanario Le
Point, estaría firmemente convencido de que la jornada de hoy
marcará un punto de inflexión político que irá más allá del proyecto del matrimonio
homosexual en sí. “Esto va a ser una ola contra el Gobierno, un movimiento que
va a arrollar a todo el mundo”, habría dicho el antiguo líder de la UMP.
No han sido hasta ahora los políticos, sin embargo, quienes
han estado en primera línea de la movilización, sino las organizaciones
católicas. La Iglesia, al principio formalmente discreta, se ha puesto poco
menos que a la cabeza de la manifestación y el cardenal André Vingt-Trois,
arzobispo de París y presidente de la Conferencia Episcopal, hará probablemente
acto de presencia hoy en la protesta, que contará con la presencia de otros
dignatarios religiosos –evangelistas, judíos y musulmanes– unidos contra una
reforma que a su juicio desnaturaliza el concepto de la familia.
Al frente de la movilización se encuentra una activista
católica sin parangón. Virginie Merle, de 50 años, más conocida por su nombre
artístico –Frigide Barjot, una menos que velada alusión a Brigitte Bardot–, que
ha sabido utilizar con envidiable pericia sus dotes mediáticas. Cantante,
actriz y humorista especializada en las parodias, Barjot saltó a la luz en 2011
con la publicación de un libro –Confessions d’une catho
branchée (Confesiones de una católica moderna)– en el que explicaba
su descubrimiento de la fe, y se ha convertido en la imagen de un movimiento de
contestación que pretende huir tanto de la imagen carca tradicional como de las
posiciones de los grupos extremistas y abiertamente homófobos. La protesta ha
sido organizada en tres cortejos diferentes que partirán, a las 13 horas, de
tres puntos de la ciudad para converger en el Campo de Marte, a los pies de la
torre Eiffel. Al margen se manifestará la organización de extrema derecha
Civitas.
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