miércoles, 9 de enero de 2013

¿Bulbos dorados? No, gracias


A François Hollande no le gusta la idea de ver cinco bulbos dorados a los piés de la torre Eiffel. El presidente francés ha forzado la suspensión provisional de la construcción de la nueva iglesia ortodoxa rusa de París, pactada en su día por Nicolas Sarkozy y Vladimir Putin, y encargado una revisión del proyecto, obra del arquitecto español Manuel Núñez-Yanowski. Para justificar esta decisión, el Elíseo prefiere poner el acento en la aparición de “dificultades de realización” de la obra. Pero detrás de los presuntos problemas de carácter técnico parecen esconderse más bien consideraciones estéticas. Y la preocupación de que el complejo, integrado por un templo y un centro cultural, desentone tan cerca de la torre Eiffel y no se inscriba suficientemente “en el espíritu de las realizaciones arquitectónicas más emblemáticas de las riberas del Sena”.

La iglesia debe erigirse en un solar antiguamente ocupado por la sede de Méteo-France, en el Quai Branly, junto al Pont de l’Alma, en pleno centro de la ciudad, que la Federación rusa adquirió al Estado francés en el 2009 por 70 millones de euros. Se trata de una verdadera operación de Estado, a través de la cual Rusia pretende llenar un vacío y asentar la preeminencia del patriarcado de Moscú sobre la diáspora rusa. En París sólo existe actualmente una iglesia ortodoxa rusa –Saint Alexandre Nevsky, situada en una discreta calle cerca del Arco de Triunfo–, pero por razones históricas presta obediencia al patriarcado de Constantinopla. De ahí la intervención del Elíseo.

“Se ha iniciado un trabajo, de común acuerdo entre Francia y Rusia, a fin de que el proyecto responda plenamente a las exigencias vinculadas tanto a la factibilidad de su realización técnica como a su inserción en un lugar patrimonial excepcional”, explicó a La Vanguardia un portavoz de la Presidencia de laRepública, quien añadió que a raíz de este acuerdo el Gobierno ruso ha suspendido provisionalmente su solicitud de permiso de obras. El autor del proyecto, Manuel Núñez-Yanowski, prefirió no hacer comentario alguno, a la espera de una decisión oficial definitiva.

La iglesia ortodoxa rusa imaginada por Núñez-Yanowski, que en marzo de 2011 ganó el concurso internacional convocado a tal efecto –asociado con la agencia rusa Arch Group–, pretendía casar los cánones tradicionales de las iglesias ortodoxas rusas con la modernidad. En su proyecto, de las cinco cúpulas doradas en forma de bulbo del templo, descendía una espectacular cubierta de cristal alegórica del manto de la Vírgen María. La propuesta de Núñez-Yanowski era atrevida y audaz. Él mismo la comparó al “aterrizaje de un ovni ortodoxo y postsoviético en medio de París” (véase La Vanguardia del 11 de abril del 2011). La obra, presupuestada en 34,5 millones de euros, fue adjudicada al grupo Bouygues y el calendario inicial preveía su finalización en el 2014.

Nada en el proyecto de Núñez-Yanowski puso el menor problema al Gobierno francés de la época, que lo avaló oficialmente a través del entonces ministro de Cultura, Frédéric Mitterrand. Sin embargo, al nuevo presidente francés, François Hollande, que mantiene unas frías relaciones con su homólogo ruso, Vladimir Putin, los ovnis parecen no gustarle nada. Y los bulbos, menos todavía. 



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