La guerra del Kurdistán ha
abierto un nuevo frente en el corazón de Europa justo cuando parecía que las
armas podrían estar próximas a callar. Tres mujeres, activistas del Partido de
los Trabajadores Kurdos (PKK), fueron asesinadas la tarde del miércoles con
fría y profesional precisión –aunque sus cadáveres no fueron hallados hasta la
madrugada de ayer– en un local de la diáspora kurda en París, provocando una
fuerte conmoción en la comunidad kurda en Francia –integrada por unas 150.000
personas– y en todo el país. El presidente François Hollande, que conocía
personalmente a una de las víctimas, calificó el crimen de “horrible”.
La masacre se produjo al día siguiente de que trascendieran
avances significativos en el proceso de diálogo abordado por el Gobierno turco
–a través de sus servicios secretos– y el líder del PKK, Abdullah Öcalan
–encarcelado en Turquía–, cara a poner fin a la lucha armada y acabar con un
conflicto que ha costado la vida a 45.000 personas. Los autores o inductores
del triple asesinato, sobre cuya filiación política –y aún menos, su identidad–
no hay ningún indicio, podrían estar movidos por el objetivo de sabotear las
conversaciones.
Una de las víctimas del atentado, cuyas identidades fueron
facilitadas por la Federación de Asociaciones Kurdas de Francia, es Sakine
Cansiz, una de las fundadoras del PKK –creado en 1978 en Turquía– y persona muy
próxima a Abdullah Öcalan, según subrayó a la agencia France Presse una
especialista del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI),
Dorothée Schmid. Las otras dos víctimas son Fidan Dogan, presidenta del Centro
de Información Kurdo de París, y Leyla Söylemez, una joven militante de base
del partido.
Las tres mujeres se encontraban solas en la sede del citado
centro de información, en un edificio del distrito X de la capital francesa,
cuando fueron asesinadas. Su o sus verdugos accedieron al local –que no tiene
ninguna identificación– sin forzar la puerta y, al parecer, utilizaron un arma
con silenciador. Dos de las víctimas recibieron un tiro en la nuca, y la
tercera un disparo en la frente y otro en el vientre. Inquietos por la
imposibilidad de contactar con ellas, los familiares de las víctimas acabaron
acercándose al local, cuya puerta forzaron hacia la una de la madrugada.
Tras conocerse el triple asesinato, centanares de kurdos se
concentraron en París –frente al centro de información– y en Marsella en medio
de una gran tensión. Los manifestantes no dudaron en acusar a Ankara de la
masacre –“¡Turquía asesina, Hollande cómplice!”, gritaban–, pero la autoría del
crimen no puede ser más oscura. Los especialistas consideran que extremistas de
uno y otro bando podrían estar detrás del atentado con el fin de torpedear el
proceso de paz. El propio PKK expresó a través de un portavoz en el Kurdistán
iraquí que no haría ninguna declaración mientras la investigación oficial en
Francia no haya concluido.
Ninguna pista ha sido, por el momento, descartada. Los
responsables de la investigación, que ha sido puesta en manos de los servicios
antiterroristas de la Policía, creen posible tanto la actuación de grupos
nacionalistas extremostas turcos, como los llamados Lobos Grises o grupos
mafiosos vinculados al Estado turco, como un ajuste de cuentas entre facciones
del movimiento kurdo, que ya en los años noventa protagonizaron fuertes enfrentamientos
intestinos. La Federación de Asociaciones Kurdas ha convocado una
manifestación de protesta para mañana sábado en París.
Ankara seguirá negociando con el PKK pese al triple
asesinato, una clara provocación para descarrilar un esperanzador proceso de
paz. En este sentido se pronunciaron ayer varios representantes del Gobierno
turco como reacción al atentado en París, informa Ricardo Ginés. El primer ministro, Recep T. Erdogan,
se mostró cauto y barajó varias posibilidades de autoría mientras instaba a
llevar a cabo una investigación en profundidad. “Podría ser un ajuste de
cuentas interno o una provocación de aquellos que no desean que avancemos en
este proceso”, dijo el jefe del Gobierno.
Desde hace varios meses Ankara mantiene conversaciones con
el encarcelado líder de la banda armada Partido de los Trabajadores del
Kurdistán (PKK), Abdullah Öcalan. El objetivo es lograr llegar a un acuerdo de
abandono de armas a cambio de soluciones políticas que den más autonomía a la
minoría kurda en Turquía.
Por su parte, el partido prokurdo de la Paz y la Democracia
(BDP) también hizo hincapié en profundizar la investigación criminal antes de
hablar de culpables. El conflicto armado entre el PKK y las fuerzas de
seguridad turcas ha causado más de 45.000 muertes desde que la organización
ilegal se alzara en armas en los ochenta.
Bases para un acuerdo
Según dos medios de comunicación turkos, Ankara y la
dirección del PKK hbrían llegado a un acuerdo de principio sobre las bases de
una paz negoaciada. Ésta pasaría por la retirada de todos los guerrilleros del
PKK a la zona iraquí del Kurdistán y el abandono de las armas, la liberación de
presos vinculados al movimiento kurdo y el reconocimiento político de la
identidad y la autonomía –que no la independencia- de los kurdos.
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