viernes, 11 de enero de 2013

Matanza antikurda en París


La guerra del Kurdistán ha abierto un nuevo frente en el corazón de Europa justo cuando parecía que las armas podrían estar próximas a callar. Tres mujeres, activistas del Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK), fueron asesinadas la tarde del miércoles con fría y profesional precisión –aunque sus cadáveres no fueron hallados hasta la madrugada de ayer– en un local de la diáspora kurda en París, provocando una fuerte conmoción en la comunidad kurda en Francia –integrada por unas 150.000 personas– y en todo el país. El presidente François Hollande, que conocía personalmente a una de las víctimas, calificó el crimen de “horrible”.

La masacre se produjo al día siguiente de que trascendieran avances significativos en el proceso de diálogo abordado por el Gobierno turco –a través de sus servicios secretos– y el líder del PKK, Abdullah Öcalan –encarcelado en Turquía–, cara a poner fin a la lucha armada y acabar con un conflicto que ha costado la vida a 45.000 personas. Los autores o inductores del triple asesinato, sobre cuya filiación política –y aún menos, su identidad– no hay ningún indicio, podrían estar movidos por el objetivo de sabotear las conversaciones.

Una de las víctimas del atentado, cuyas identidades fueron facilitadas por la Federación de Asociaciones Kurdas de Francia, es Sakine Cansiz, una de las fundadoras del PKK –creado en 1978 en Turquía– y persona muy próxima a Abdullah Öcalan, según subrayó a la agencia France Presse una especialista del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI), Dorothée Schmid. Las otras dos víctimas son Fidan Dogan, presidenta del Centro de Información Kurdo de París, y Leyla Söylemez, una joven militante de base del partido.

Las tres mujeres se encontraban solas en la sede del citado centro de información, en un edificio del distrito X de la capital francesa, cuando fueron asesinadas. Su o sus verdugos accedieron al local –que no tiene ninguna identificación– sin forzar la puerta y, al parecer, utilizaron un arma con silenciador. Dos de las víctimas recibieron un tiro en la nuca, y la tercera un disparo en la frente y otro en el vientre. Inquietos por la imposibilidad de contactar con ellas, los familiares de las víctimas acabaron acercándose al local, cuya puerta forzaron hacia la una de la madrugada.

Tras conocerse el triple asesinato, centanares de kurdos se concentraron en París –frente al centro de información– y en Marsella en medio de una gran tensión. Los manifestantes no dudaron en acusar a Ankara de la masacre –“¡Turquía asesina, Hollande cómplice!”, gritaban–, pero la autoría del crimen no puede ser más oscura. Los especialistas consideran que extremistas de uno y otro bando podrían estar detrás del atentado con el fin de torpedear el proceso de paz. El propio PKK expresó a través de un portavoz en el Kurdistán iraquí que no haría ninguna declaración mientras la investigación oficial en Francia no haya concluido.

Ninguna pista ha sido, por el momento, descartada. Los responsables de la investigación, que ha sido puesta en manos de los servicios antiterroristas de la Policía, creen posible tanto la actuación de grupos nacionalistas extremostas turcos, como los llamados Lobos Grises o grupos mafiosos vinculados al Estado turco, como un ajuste de cuentas entre facciones del movimiento kurdo, que ya en los años noventa protagonizaron fuertes enfrentamientos intestinos. La Federación de Asociaciones Kurdas ha convocado una manifestación de protesta para mañana sábado en París.

Ankara seguirá negociando con el PKK pese al triple asesinato, una clara provocación para descarrilar un esperanzador proceso de paz. En este sentido se pronunciaron ayer varios representantes del Gobierno turco como reacción al atentado en París, informa Ricardo Ginés. El primer ministro, Recep T. Erdogan, se mostró cauto y barajó varias posibilidades de autoría mientras instaba a llevar a cabo una investigación en profundidad. “Podría ser un ajuste de cuentas interno o una provocación de aquellos que no desean que avancemos en este proceso”, dijo el jefe del Gobierno.

Desde hace varios meses Ankara mantiene conversaciones con el encarcelado líder de la banda armada Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdullah Öcalan. El objetivo es lograr llegar a un acuerdo de abandono de armas a cambio de soluciones políticas que den más autonomía a la minoría kurda en Turquía.

Por su parte, el partido prokurdo de la Paz y la Democracia (BDP) también hizo hincapié en profundizar la investigación criminal antes de hablar de culpables. El conflicto armado entre el PKK y las fuerzas de seguridad turcas ha causado más de 45.000 muertes desde que la organización ilegal se alzara en armas en los ochenta.

Bases para un acuerdo

Según dos medios de comunicación turkos, Ankara y la dirección del PKK hbrían llegado a un acuerdo de principio sobre las bases de una paz negoaciada. Ésta pasaría por la retirada de todos los guerrilleros del PKK a la zona iraquí del Kurdistán y el abandono de las armas, la liberación de presos vinculados al movimiento kurdo y el reconocimiento político de la identidad y la autonomía –que no la independencia- de los kurdos.




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