“¡Por fin vamos a poder pegar!”, exclamó ayer de buena mañana el secretario general adjunto de
Los golpes empezaron a caer ayer mismo. El jefe de filas de la UMP , Jean-François Copé, aprovechó la etiqueta de “blando” que la propia líder del PS, Martine Aubry, le colgó a su rival durante los debates de las primarias, para atacar a Hollande por su presunta “inaptitud para decidir y tomar decisiones valientes”, la “ambigüedad extrema” de sus propuestas y su “inexperiencia” de gobierno. Los tres ejes por donde la derecha buscará erosionar al candidato socialista. Los tenores de la UMP siguieron ayer al pie de la letra la partitura dictada desde la calle de la Boétie.
La ofensiva va a seguir a partir de hoy con una convención especial de la UMP dedicada a diseccionar y descalificar el programa socialista y las propuestas particulares de Hollande, especialmente aquellas que generan contradicciones en el seno del PS: desde el futuro de la energia nuclear hasta la reforma de las pensiones, el contrato de 60.000 nuevos profesores o la intervención de los bancos. La UMP piensa aprovechar ahora a fondo el tiempo mediático que las televisiones están obligadas a otorgarle -controlado cronómetro en mano por el Consejo Superior de lo Audivisual (CSA)- para compensar la hipertrofiada presencia del PS estas últimas semanas en las pantallas a causa de las primarias.
La estrategia de la derecha pasa por atribuir a la UMP la responsabilidad de atacar, mientras Sarkozy se centra en ejercer el papel de un presidente concentrado en luchar contra la crisis. El Consejo Europeo del 23 de octubre y la cumbre del G-20 en Cannes en noviembre son los principales hitos en el calendario.
Mientras tanto, en la calle de Solférino –sede del PS–, las protestas de unidad y reagrupamiento pronunciadas la noche del domingo van a empezar poco a poco a confrontarse a las exigencias de la realidad. Los hollandistas –holandeses, han decidido llamarlos en Francia- ya han planteado la conveniencia de tener una mayor representación en la dirección del partido, aunque sin cuestionar el papel de Martine Aubry como primera secretaria.
Hollande y los suyos ya han advertido de que sólo debe haber una campaña electoral –no dos en paralelo– y que la dirección de la misma debe recaer naturalmente en el candidato elegido democráticamente por los simpatizantes de izquierda. Hollande, que en la época era primer secretario del PS, tiene muy presente los problemas que parasitaron en 2007 la campaña de la entonces candidata, Ségolène Royal.
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