lunes, 17 de octubre de 2011

El G-20 y los grandes bancos

El grupo G-20, que reúne a las principales economías desarrolladas y emergentes del mundo, se propone atar corto a los grandes bancos mundiales para limitar los riesgos de una crisis sistémica como la provocada por la quiebra en 2008 de Lehman Brothers. Los ministros de Economía y gobernadores de los bancos centrales de los veinte -entre los que se encuentra España- ultimaron ayer en París un dispositivo especial al respecto, que deberá ser aprobado por la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno prevista en Cannes el 3 y 4 de noviembre.
El comunicado conjunto hecho público al término de la reunión no precisa los establecimientos bancarios afectados ni detalla las medidas concretas, entre las que se incluirán una “supervisión reforzada” de estos grandes bancos, la definición de regímenes de resolución, la creación de un mecanismo de cooperación transfronteriza y el establecimiento de planes de salvamento y “exigencias suplementarias de absorción de pérdidas”.
Fuentes del G-20 citadas por la agencia Reuters explicaron que el plan propondrá un aumento obligatorio, a partir del año 2016, de entre el 1% y el 2,5% del capital de estos grandes bancos, con el fin de asegurar que puedan soportar las turbulencias del mercado y evitar futuros rescates. Este “recargo” se añadiría al colchón de capital propio mínimo del 7% que se aplicará a todos los bancos a partir de 2013 según los acuerdos de Basilea III. La lista de los bancos afectados -de “importancia sistémica”, conocidos por las siglas G-SIFI-no será aprobada y hecha pública hasta la cumbre de Cannes, pero podría contar con entre 28 y 50.
“Reafirmamos nuestro compromiso de hacer todo lo necesario para preservar la estabilidad de los sistemas bancarios y de los mercados financieros. Nos aseguraremos de que los bancos disponen de un nivel de fondos propios adecuado y tienen acceso suficiente a la financiación para afrontar los riesgos actuales”, sostiene el comunicado final.
Los ministros y gobernadores del G-20 reafirmaron el papel esencial de los bancos centrales para asegurar la liquidez de los bancos, pero no se pusieron de acuerdo sobre la necesidad de aumentar los recursos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Algunos países emergentes, como Sudáfrica, habían propuesto prácticamente doblarlos -inyectando 350.000 millones de dólares adicionales a los 380.000 millones que constituye hoy su dotación-, para poder afrontar un agravamiento de las tensiones en la zona euro. Pero los países desarrollados, como Estados Unidos y Alemania, consideran que los recursos actuales son suficientes.
“Los miembros del G-20 tienen un gran interés en apoyar a Europa, y vamos a continuar haciéndolo a través del FMI. Pero el fondo cuenta ya con un sustancial arsenal de recursos financieros”, subrayó al respecto el secretario del Tesoro norteamericano, Timothy Geithner. La reunión de ayer se saldó con el compromiso mínimo de aumentat los recursos del FMI en el momento en que se considere necesario.
En materia de regulación financiera, la cumbre de Cannes deberá aprobar también un reforzamiento de la regulación del sistema bancario paralelo -shadow banking-, de la protección de los consumidores frente a prácticas abusivas -sobre todo en materia de préstamos hipotecarios- y de los mercados de materias primas, desde el petróleo a los alimentos, con el fin de combatir la volatilidad de los precios. En este terreno, sin embargo, no parece que vaya a llegarse tan lejos como pretendía la presidencia francesa, ante la resistencia norteamericana.
El establecimiento de una tasa sobre las transacciones financieras internacionales -sobre la que está trabajando la Unión Europea- también choca con el rechazo de Estados Unidos.
Junto a la regulación financiera -uno de los asuntos capitales de la agenda del G-20-, la cumbre de Cannes abordará, como gran prioridad, la situación económica actual y el riesgo de una nueva recesión. Para evitarlo, las principales economías mundiales se han puesto de acuerdo para aprobar un plan de acción coordinado con el fin de tratar de relanzar el crecimiento económico. El esfuerzo recaerá, lógicamente, en aquellos países que tienen margen presupuestario para hacerlo -a los emergentes que disponen de excedentes corrientes se les anima particularmente a estimular su demanda interior-, mientras que los países en dificultades deberán poner el acento en el reequilibrio de sus finanzas públicas y en aumentar el ahorro nacional. El plan, por tanto, establecerá un marco global al que cada país deberá adaptarse en función de su situación.

Los europeos intentan tranquilizar

Los ministros europeos han intentado tranquilizar este fin de semana al resto de los miembros del G-20 presentándoles las grandes líneas del plan que debe aprobar el Consejo Europeo del 23 de octubre en Bruselas con el objetivo de poner fin a la crisis de la deuda soberana en la zona euro. La solución definitiva del caso de Grecia, la recapitalización de los bancos europeos - con el fin de que puedan absorber un impago de la deuda griega superior al 21% previsto en el acuerdo del 21 de julio-y el reforzamiento del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y del gobierno de la zona euro constituyen los ejes esenciales. Sus interlocutores acogieron con satisfacción la iniciativa europea - "Hemos escuchado cosas alentadoras", comentó el secretario del Tesoro norteamericano, Timothy Geithner-,pero mantienen la guardia alerta. "Esperamos nuevos trabajos para maximizar el impacto del FEEF a fin de evitar el contagio y esperamos los resultados del Consejo Europeo del 23 de octubre", subrayan en el comunicado, en el que dicen esperar una "respuesta enérgica".

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