La ex juez Eva Joly, quien sacudiera en los años noventa el mundo de la política y las finanzas en Francia al instruir con determinación y contundencia el denominado caso Elf –sobre una vasta red de corrupción alimentada por la petrolera–, será muy probablemente la candidata ecologista en las elecciones presidenciales del 2012. Contra todo pronóstico, Joly, de 67 años y doble nacionalidad franco-noruega, ha aventajado de casi diez puntos a su principal adversario (49,7% a 40,2%), el popular conductor de televisión Nicolas Hulot, de 56, en la primera vuelta de las elecciones primarias internas organizadas por Europa Ecología-Los Verdes.
El carisma y tirón mediático de Hulot, director del programa televisivo naturalista Ushuaïa en TF1 –una especie de Rodríguez de la Fuente a la francesa–, no ha bastado para convencer a la militancia ecologista, que en buena parte ha recibido con desconfianza la súbita conversión del presentador a las tesis antinucleares –no en vano, varias grandes empresas figuran entre los patrocinadores de su fundación, como L’Oréal y la eléctrica EDF– y su proximidad con el principal líder de los centristas, el ex ministro de Ecología Jean-Louis Borloo.
Por muy poco, Eva Joly no ha sido elegida en la primera vuelta. Pero todo indica que en la segunda, prevista para el 12 de julio, se hará con seguridad con la victoria. Su ventaja sobre Hulot es demasiado grande para que éste pueda dar la vuelta, sobre todo porque uno de los candidatos minoritarios, el activista antinuclear Stéphane Lhomme (4,4%), ha basado su campaña en atacar al conductor de Ushuaïa...
La elección de Joly no parece responder, en ningún caso, a un cálculo electoral de los militantes ecologistas. Las expectativas de voto de los Verdes en las presidenciales del año que viene no son especialmente halagüeñas –muy alejadas del resultado histórico de las elecciones europeas del 2009 (16,3%), en que empataron con los socialistas–, pero dentro de todo serían mejores con Hulot que con Joly. Los electores, según un sondeo BVA de mayo, prefieren aparentemente al primero (58%) sobre la segunda (28%). Pero no eran los electores los llamados a pronunciarse en las primarias, sino los militantes.
Joly no reúne, a nivel de imagen, las mejores cualidades para afrontar una campaña electoral. Seca y cortante, su acento nórdico acentúa su aspereza natural. Sus intensos ojos azules, escudados tras unas gafitas rojas, transmiten frialdad y desconfianza. Todo lo contrario de Hulot, dotado de una indudable telegenia.
Nacida en Oslo, Eva Joly –de apellido paterno Farseth– llegó a Francia en 1964 y acabó casándose con el hijo de la familia donde trabajaba como au pair, con quien tuvo dos hijos y del que luego se separó. Licenciada en Derecho, a principios de los ochenta empezó su carrera como magistrada, que llegó al cénit a mediados de los noventa cuando instruyó diversos casos de corrupción económica y financiera.
Entre ellos el caso Elf, en el que aplicó de forma implacable –y al decir de sus criticos, despiadada– la prisión preventiva –no dudó en encarcelar al ex presidente de la petrolera y entonces presidente en activo de la SNCF, Loïk Le Floch-Prigent– y trató con inusual dureza a los sospechosos. El cineasta Claude Chabrol la retrató sin complacencia en la película “La embriaguez del poder”, con Isabelle Huppert en el papel de la magistrada.
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