lunes, 6 de junio de 2011

El emperador imbatible

En el imperio de Rafael Nadal sobre el tenis mundial no se pone el sol. No todavía. El mejor tenista español de todos los tiempos se alzó ayer, sobre la tierra rojiza de París, con su sexto trofeo de Roland Garros - su décimo título del Grand Slam-,igualando el récord que desde los años ochenta ostentaba el sueco Björn Borg y amarrando su condición de número 1 del mundo delante del serbio Novak Djokovic, número 2, que deberá esperar al menos un poco más para ocupar el trono.

En un titánico partido que duró tres horas y 40 minutos, Nadal se impuso por cuarta vez en una final del torneo francés a su sempiterno rival, el suizo Roger Federer - actual número 3-,quien pese a dar una nueva lección magistral de tenis no pudo batir a su verdugo. Nadal y Federer, dos auténticos colosos, demostraron a Djokovic, el nuevo gigante del circuito, descabalgado del torneo por el suizo en las semifinales, que no le va a resultar fácil desalojarlos del olimpo.

A diferencia del paseo militar de hace tres años - su último enfrentamiento en París-,Nadal necesitó cuatro duros sets para batir a Federer. El resultado del partido (7-5, 7-6, 5-7 y 6-1), el más apretado de todos los que han disputado cara a cara en Roland Garros - la semifinal del 2005 y las finales de 2006, 2007 y2008-,pone de manifiesto hasta qué punto fue dura la batalla. Ambos tenistas combatieron encarnizadamente por cada punto durante todo el encuentro, hasta que, ya en la recta final del cuarto set, Nadal empezó a irse en el marcador (3-1) y Federer rindió sus armas.

No fue el último set el más espectacular del match,ni probablemente el más decisivo, sino el primero. Ahí, en cierto sentido, se jugó todo. Federer, que salió muy agresivo, rompió el servicio de Nadal a las primeras de cambio y no tardó mucho en colocarse 2-5. El tenista español, que hizo venir al fisioterapeuta para que le aflojara un vendaje en el pie, parecía desorientado e inerme.

Pero a partir de ese momento, justo cuando el suizo parecía a punto de llevarse el primer set, el partido basculó. Una pelota crucial, lanzada por Federer cuando tenía ventaja, cayó sobre la línea. Cuando el público celebraba ya la victoria del suizo, el árbitro concedió el punto a Nadal, que después se hizo con el juego (3-5). El balear, que hasta ese momento había ido a remolque, sacó de sus entrañas una fuerza homérica y logró un parcial de 5 a0, lo que le permitió dar la vuelta al ritmo del encuentro y ganar el set por un definitivo 7-5.

El segundo set, interrumpido durante diez minutos por la lluvia - que hizo su primera y fugaz aparición en el torneo parisino-,fue igualmente disputado, pero mucho más equilibrado. Nadal fue en general por delante de Federer. Cuando la lluvia obligó a parar, el marcador estaba 5-4 a favor del español, y Nadal, que habría podido rematar el set, acababa de dejarse igualar a 40 a causa de una pelota que salió fuera tras rebotar en la red.

De regreso a la pista, Federer remontó, rompió el servicio de su rival (5-5) y logró adelantarle (5-6), antes que éste le empatara (6-6). Finalmente, Nadal resolvió en el tiebreak por 7 a 3. El público estaba mayoritariamente a favor de Federer, a quien a partir de ese momento empezó a jalear ruidosamente con gritos de "¡Roger! ¡Roger!", mientras los espectadores españoles no conseguían más que fundir los suyos de "¡Rafa! ¡Rafa!". En la tribuna, a diferencia de la final del año pasado, no estaba la reina Sofía, ni ningún otro representante de la Casa del Rey. El máximo representante español era el secretario de Estado del Deporte, Albert Soler, que se sentó junto a la ministra francesa del ramo, la karateka Chantal Jouanno. En las tribunas estaban también el baloncestista Pau Gasol y el tenista Manuel Santana, que ganó Roland Garros hace ahora 50 años.

El tercer set fue el más complicado para Nadal, que sucumbió frente a un Federer inmenso. Tras empatar 5-5, el suizo fue lanzado hasta el definitivo 5-7. Frente a semejante "vendaval", según sus propias palabras, Nadal decidió aguantar y esperar su oportunidad. Ésta le llegó en el cuatro set, cuando logró romper el servicio de Federer y situarse 3-1. El suizo ya no tuvo nada que hacer. Pasaban 7 minutos de las cinco de la tarde cuando Nadal remató a su adversario 6-1. En ese momento, una voz gritó en francés: "¡Rafa, tu est le meilleur!".

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