jueves, 2 de junio de 2011

Catarata de escándalos sexuales

Francia hierve. El caso Strauss-Kahn parece haber abierto la veda y una sucesión de escándalos sexuales - ciertos o no, todos por probar-ha puesto la política francesa en ebullición. La detención de Dominique Strauss-Kahn, el pasado 14 de mayo, acusado del presunto intento de violación de una mujer de la limpieza en el hotel Sofitel de Nueva York ha hecho algo más que descabezar la dirección del Fondo Monetario Internacional (FMI) y desarbolar la candidatura del Partido Socialista francés para las elecciones presidenciales del 2012. Ha desatado también la sospecha. Y sacado a la luz casos y situaciones que de otro modo quizá nunca hubieran sido difundidos. O en voz baja. 

Sólo cuatro días resistió, la semana pasada, el secretario de Estado de la Función Pública, Georges Tron, antes de verse forzado a dimitir por el presidente Nicolas Sarkozy, a la denuncia por abusos sexuales presentada por dos ex empleadas municipales de Davreil (Essonne) - localidad de la que Tron es alcalde-por hechos supuestamente cometidos entre el 2007 y el 2010. El caso Strauss-Kahn alentó a las demandantes - según propia confesión-a llevar al ministro a los tribunales. 

En este ambiente deletéreo, el filósofo Luc Ferry, ministro de Educación entre el 2002 y el 2004 en el gobierno conservador de Jean-Pierre Raffarin, ha denunciado públicamente el caso de otro ex ministro francés implicado supuestamente en un asunto de pederastia en Marruecos. Ferry, que lanzó sus explosivas afirmaciones la noche del lunes en directo en el programa Le Grand Journal de Canal Plus, no quiso sin embargo citar el nombre, que según dijo "todo el mundo conoce". Todo el mundillo político-periodístico, se entiende. "Si saco el nombre ahora, yo seré procesado y seguramente condenado, aunque sé que la historia es cierta", aseguró, señalando que su fuente era nada menos que un primer ministro (que tampoco citó). Raffarin y otro ex jefe de Gobierno, Dominique de Villepin, negaron ayer haber oído hablar del asunto, mientras un tercero, Alain Juppé - actual ministro de Asuntos Exteriores-invitó a Ferry a acudir a la justicia a explicar lo que sabe. Lo mismo hizo el ministro portavoz del Gobierno, François Baroin, quien advirtió que de otro modo el filósofo se convertirá en "actor esencial" del rumor. 

A este mismo caso aludió, el pasado fin de semana en un pequeño aparte, Le Figaro Magazine.Según esta publicación, que no sitúa el caso en el tiempo, el ex ministro francés citado por Ferry fue detenido - junto a otros ciudadanos franceses-por la policía marroquí cuando participaban en una fiesta de contenido sexual con jovencitos menores de edad en una villa de Marrakech. 

Tras desvelar su identidad, la intervención del consulado y la embajada francesas permitieron su liberación sin cargos y su apresurada repatriación a Francia vía aérea. Le Figaro Magazine justificó su decisión de no desvelar el nombre del político para no incurrir en la ilegalidad, puesto que no hay ningún procedimiento judicial abierto. Ayer, sin embargo, la Fiscalía de París abrió diligencias sobre este caso para que Ferry precise sus declaraciones. 

Luc Ferry justificó ayer su iniciativa como una defensa de la prensa, muy criticada estas semanas por su exceso de prudencia, cuando no por un silencio presuntamente cómplice. "Yo quise defender a la prensa que respeta la vida privada yque no se volvía culpable de difamación", dijo. 

Tras las acusaciones de Luc Ferry, algunos internautas rescataron un viejo rumor que vinculaba al ex ministro de Cultura Jack Lang con un caso similar. Consultado por L´Express,el político socialista no descartó interponer una demanda por difamación. 

El caso de Strauss-Kahn, cuyas costumbres libertinas y sus persistentes y regulares intentos de seducción eran conocidas de políticos y periodistas, suscitó en un primer momento duras críticas de la prensa norteamericana a sus colegas franceses, acusados de someterse a una suerte de omertà hija de una militante del PS-,había denunciado en televisión haber sido víctima de una agresión sexual a manos de Strauss-Kahn. 

Tras un primer momento de desconcierto y de autocrítica, la prensa francesa ha defendido su opción de no publicar lo que atañe a la vida privada de los políticos y sólo abordar los temas sexuales cuando hay un delito o la presunción de un delito, con procedimiento judicial en curso. 

El debate en Francia ha ido - está yendo- mucho más allá del papel de los medios de comunicación. El sexismo de la sociedad francesa en general, y del mundo político en particular, ha sido abiertamente señalado después de las reacciones disculpatorias que generó la detención de Strauss-Kahn, sobre todo entre los hombres: así el filósofo Bernard-Henri Lévy o el ex ministro de Cultura Jack Lang, entre muchos otros que se mostraron más preocupados por el tratamiento judicial de Strauss-Kahn que por la suerte de la presunta víctima. 

Otro eje - fundamental- del debate es hasta qué punto los poderosos siguen gozando en Francia de privilegios y en qué medida las fabulosas teorías del complot del que Strauss-Kahn pudo haber sido víctima no han sido urdidas como argumento de defensa de una casta. 



"Ni Sofitel ni Fouquet´s"

El caso Strauss-Kahn va a ser aprovechado a fondo por el Frente Nacional en su estrategia de deslegitimación de las élites. La líder del FN, Marine Le Pen, ya avanzó el eslogan: "Ni Sofitel ni Fouquet´s", en alusión al restaurante donde Sarkozy festejó su victoria en el 2007 junto a algunos de los grandes patronos franceses. 


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