martes, 1 de abril de 2014

Tregua forzosa en la derecha francesa

En vísperas de las elecciones municipales francesas, Jean-François Copé, el impopular y contestado presidente de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), era un hombre políticamente acosado. Sus rivales en el interior del partido, que no son pocos –la mayoría, agrupados en torno al exprimer ministro François Fillon–, se frotaban las manos en silencio ante la apertura de una información judicial, por parte de la fiscalía, sobre el supuesto desvío de fondos internos de la UMP en beneficio de la empresa de unos amigos suyos... Copé se dijo víctima de una campaña “inmunda” para desestabilizarle y señaló como responsable al semanario Le Point, cuyo editorialista, Franz-Olivier Giesbert, no le ha ahorrado las críticas más sangrantes. Pero en realidad pensabe en sus enemigos internos.

A la vista de la feroz guerra fratricida que ambos bandos protagonizaron en diciembre del 2012 durante la elección a la presidencia del partido –que Copé se llevó de forma precaria y entre duras acusaciones de fraude–, es fácil imaginar lo que habría pasado a partir del domingo por la noche si la derecha hubiera fracasado en la segunda vuelta de las municipales. Pero es justamente lo inverso lo que se ha producido.

Exultante, el domingo por la noche, Jean-François Copé celebró que la UMP volvía a ser “el primer partido de Francia”, algo que sin dudar atribuyó al trabajo de “reconstrucción” interna realizado por la dirección bajo su mando y a la “línea estratégica” adoptada. Naturalmente, Copé se ha beneficiado directamente del enorme voto de castigo de los franceses al presidente François Hollande –víctima de una abstención masiva de los electores socialistas–, pero como cabía esperar esta circunstancia fue silenciada por el presidente de la UMP. “Yo había fijado como objetivo obtener más del 50% de las ciudades de más de 9.000 habitantes y hemos conseguido el 62%, es un resultado histórico”, declaró ayer exultante en radio RTL.

Histórico lo es, en efecto. La UMP es hoy el gran partido municipal de Francia, título que ha arrebatado al Partido Socialista (PS) inflingiéndole una derrota inédita. La derecha y sus aliados han conseguido en estas elecciones municipales sustraer a la izquierda el gobierno municipal de más de 150 ciudades, entre ellas una decena de urbes de más de 100.000 habitantes: Toulose, Saint-Etienne, Angers, Reims, Caen, Tours, Limoges... Este último caso es especialmente duro, pues la ciudad estaba en manos de la izquierda desde 1912...

Los adversarios de Copé en la UMP no se engañan sobre las causas reales de tan espectacular triunfo. Y algunas voces han empezado ya a salir para advertir de que caer en el triunfalismo es la manera más segura de fracasar. En voz baja, quienes sueñan con desalojarle del liderazgo de la derecha admiten que, hoy por hoy, es más difícil atacarle.

El nuevo mapa del poder local es esencialmente azul, Y ello traerá consecuencias en cascada. De entrada, en los numerosos organismos que agrupan a los municipios de las grandes urbes. Los socialistas, por ejemplo, han ganado en la capital en Lyon y Lille, pero podrían perder el control de las respectivas conurbaciones.

A medio plazo, la debacle del domingo podría poner en peligro la mayoría absoluta de la izquierda en el Senado, donde dispone de 178 sobre 348 escaños, sólo tres por encima de lo necesario. Ahora bien, el próximo mes de septiembre está previsto renovare algo más de la mitad de la cámara alta cuyo sistema de elección es indirecto: los senadores son elegidos por un colegio electoral integrado por diputados y consejeros locales y regionales.


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