Los carceleros
de los cuatro periodistas franceses retenidos hasta el pasado fin de semana en
Siria por el grupo terrorista Estado Islámico en Iraq y en Levante (EIIL),
vinculado a Al Qaeda, podrían ser tan franceses como sus prisioneros. Al menos,
su dominio del idioma era perfecto. Este turbador detalle, avanzado por el
ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, ha puesto de nuevo
sobre la mesa el problema de los musulmanes franceses –algunos de ellos,
conversos– que han ido a Siria con el objetivo de sumarse a la Yihad.
Los servicios de información calculan que alrededor de 500
jóvenes franceses han partido a combatir en Siria desde el inicio de la guerra
civil en el 2011, de los que actualmente habría sobre el terreno unos 250. Una
parte de ellos ha regresado a Francia –donde son sometidos a vigilancia– y una
veintena han muerto. Éste es el caso de dos hermanos, Nicolas y Jean-Daniel
Bons, de 30 y 22 años, convertidos al islam, que perecieron el año pasado: en
combate, el primero y en un atentado suicida, el segundo. Todos llegan a su
destino a través de Turquía, país al que los europeos pueden viajar sin visado.
El Gobierno francés analizará justamente hoy, en la reunión
del Consejo de Ministros, un nuevo paquete de medidas para reforzar las ya
adoptadas en el 2012 para combatir el reclutamiento en Francia de yihadistas,
que a su regreso al país podrían lanzarse a perpetrar atentados terroristas.
Entre ellas está la creación de un dispositivo de asistencia social y
psicológica a las familias que detecten un proceso de radicalización en alguno
de sus miembros –en línea con un sistema ya experimentado en Austria–, al que
se asociaría una campaña de sensibilización. También se plantean nuevas
restricciones en materia de concesión de pasaportes, que podrían denegarse a
determinados sospechosos y que serían fichados en el registro de personas
buscadas y en el sistema de información de Schengen. Asimismo, se propone
restablecer la obligación para los menores de edad de contar con la
autorización paterna para salir del país, lo que ahora no es el caso. Y que
permitió, por ejemplo, que el pasado mes de enero dos estudiantes de un liceo
de Toulouse se encaminaran hacia Siria para horror y estupefacción de sus
padres. La medida pretende combatir un fenómeno que, aunque minoritario,
provoca una creciente alarma social.
“Francia adoptará todas las medidas para disuadir, impedir y
castigar a quienes se dejen tentar por la yihad”, remarcó el presidente
francés, François Hollande, quien aprovechó la presentación de una exposición
en el Instituto del Mundo Árabe sobre las peregrinaciones a La Meca –en
presencia de representantes de Arabia Saudí–, para anunciar este nuevo
“arsenal” de medidas.
Las iniciativas que han trascendido son fundamentalmente
preventivas. De hecho, las de carácter penal ya se adoptaron en la reforma de
la legislación antiterrorista aprobada a finales del 2012, que permite juzgar y
condenar en Francia a quienes cometan atentados en el extranjero, acudan a
campos de entrenamiento de terroristas o hagan apología de la yihad en
internet. Un francés convertido, Romain Letellier –alias Abu Siyad Al-Normandy–
fue el primero en ser condenado el pasado marzo, a tres años de cárcel, por
este último delito.
Muere un rehén francés retenido por los islamistas en Mali
El grupo islamista maliense Movimiento para la Unicidad y la
Yihad en África Occidental (Muyao) anunció ayer la muerte del ciudadano francés
de origen portugués Gilberto Rodrigues Leal, secuestrado en Mali en noviembre
del 2012. “(Rodrigues) ha muerto porque Francia es nuestro enemigo”, declaró un
portavoz por teléfono a la agencia France Presse, sin precisar ni la causa ni
la fecha en que se habría producido la muerte.
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