jueves, 3 de abril de 2014

Hollande ata corto a Valls

François Hollande ha confiado la dirección del Gobierno francés a Manuel Valls. Su último recurso para intentar levantar cabeza tras la debacle socialista en las elecciones municipales. Pero en absoluto la solución que hubiera deseado. Demasiado libre, demasiado ambicioso. Así que ha decidido atarle corto. La composición del nuevo Gabinete, un equipo más reducido –16 ministros–, paritario entre hombres y mujeres, y equilibrado entre las diferentes almas del Partido Socialista (PS), muestra hasta qué punto el presidente francés quiere mantener el control: los 'hollandistas' ocupan algunos de los puestos clave, sin que Valls haya podido, en cambio, colocar a nadie suyo.

Michel Sapin, en Presupuesto y Finanzas; Jean-Yves Le Drian, en Defensa; François Rebsamen, en Trabajo; Stéphane Le Foll –que mantiene su cartera de Agricultura–, como nuevo portavoz del Gobierno... Todos ellos son 'hollandistas' de primera hora, amigos personales desde hace muchos años del presidente francés, de una lealtad a toda prueba.

Por el otro lado, el intento de Valls de colocar en Interior a alguien de su confianza, Jean-Jacques Urvoas –diputado y presidente de la Comisión de las Leyes–, chocó con el veto del presidente, que forzó una solución intermedia: Bernard Cazeneuve, hasta ahora ministro del Presupuesto, un hombre que si es de alguien es de Laurent Fabius. Propiamente 'vallsista', en el nuevo Gobierno, no hay pues nadie...

El nuevo Gobierno, en realidad, tiene poco de nuevo. Es más reducido –16 ministros, frente a los 38 del anterior–, lo cual ha precipitado la salida de algunas figuras, como Pierre Moscovici (Economía) o Vincent Peillon (Educación), y obligará a otras –como Fleur Pellerin, exministra delegada–, a regresar por la puerta pequeña como secretaria de Estado. Pero la mayoría de sus miembros, algunos con una nueva responsabilidad, ya se sentaban cada miércoles en el Salón Murat del palacio del Elíseo. Sólo hay dos cara nuevas: el ya citado François Rebsamen, reelegido alcalde de Dijon y como tal uno de los pocos que se ha salvado de la quema en las elecciones locales. Y, por encima de todo, Ségolène Royal. La malograda candidata socialista al Elíseo en el 2007 frente a Nicolas Sarkozy, acantonada en la presidencia de la región Poitou-Charentes, era la única figura de peso de la izquierda que había quedado al margen del nuevo poder socialista inaugurado por la elección de François Hollande como presidente de la República en el 2012. Ahora regresa por todo lo alto a la primera línea política como superministra de Ecología, Desarrollo Sostenible y Energía, una de las carteras que tendrá más peso en la segunda parte del quinquenato, en la que Hollande quiere impulsar la transición energética.

El regreso de Ségolène Royal, excompañera sentimental del presidente francés –del que se separó en el 2007– y madre de sus cuatro hijos, era cosa hecha desde principios de año, cuando saltó el único obstáculo que impedía su regreso: la segunda mujer del presidente, Valérie Trierweiler, que había vetado personalmente a su antigua rival. La ruptura de la pareja presidencial el pasado mes de enero, tras conocerse la relación amorosa de Hollande con la actriz Julie Gayet, le despejó definitivamente el camino para acceder al Gobierno.

Del mismo modo que la sorprendente negativa de Europa Ecología-Los Verdes a seguir en el Gabinete, donde el nuevo primer ministro les había propuesto justamente el ministerio de Ecología, le ha abierto las puertas a lo grande. Royal figura como número tres del Gabinete, detrás de Manuel Valls y del ministro d Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, que mantiene el puesto.

La decisión de la dirección de Los Verdes de salir del Gobierno, a causa de sus desacuerdos con la línea política de Valls –quien sin embargo les había ofrecido mucho más de lo que tenían–, es lo más parecido a un suicidio político. Y ha abierto ya una profunda fractura en el partido, toda vez que la mayor parte de los parlamentarios ecologistas eran favorables a seguir en el Ejecutivo. Uno de ellos, François-Michel Lambert, no encontraba explicación a semejante decisión: “Esto no tiene que ver con la política, sino con la psiquiatría”, dijo.

Otra gran sorpresa es la continuidad en Justicia de Christiane Taubira –que había protagonizado serios desencuentros con Valls cuando éste estaba en Interior, sobre todo en la reforma penal– y, por encima de todo, el nombramiento de Arnaud Montebourg, hasta ahora responsable de la cartera de Regeneración Industrial, como ministro de Economía e Industria. Esta promoción tranquilizará sin duda al ala izquierda del PS como inquietará en Bruselas y Berlín, pues si por algo se ha destacado Montebourg, apóstol de la “desmundialización”, es por sus aceradas críticas a la Comisión Europea y a la política de austeridad presupuestaria dictada por Alemania. 



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