Era su mejor
hombre, su mejor arma. Y François Hollande se ha resuelto finalmente a
utilizarla. Duramente sancionado por los franceses en las elecciones
municipales, donde los socialistas han sido literalmente barridos por la
derecha, el presidente francés se dirigió anoche al país por televisión para
asegurar que había entendido el mensaje y anunciar el nombramiento de Manuel
Valls, de 51 años, como nuevo primer ministro. El hasta ahora ministro del
Interior, con diferencia el miembro más popular del Gabinete, es el primer español
en ser designado jefe del Gobierno en Francia. El domingo fue otra española,
Anne Hidalgo, la primera en ser elegida alcaldesa de París. Un catalán y una
andaluza promovidos a los máximos centros de poder de la República... algo
jamás visto que los analistas destacaban ayer como una muestra del modelo
republicano de integración y promoción social.
El nombramiento de Valls, exponente del ala derecha del
Partido Socialista (PS), es una apuesta arriesgada. De hecho, no era la primera
elección de François Hollande. El presidente, consciente de que el PS se
arriesga a recibir un nuevo revolcón electoral en las europeas del mes de mayo,
valoró inicialmente la posibilidad de mantener en Matignon a Jean-Marc Ayrault,
un hombre de su entera confianza y probada lealtad. Pero la amplitud de la
derrota en la segunda vuelta de las municipales lo hizo imposible. Ayer aún,
Hollande intentó una salida intermedia –su especialidad– y le propuso el cargo
a su amigo Yves Le Drian, ministro de Defensa, que declinó la oferta. La opción
de Valls acabó imponiéndosele casi a su pesar...
Natural de Barcelona, el catalán es una figura controvertida
y potencialmente conflictiva. no sólo –que también– porque su ambición política
puede acabar chocando inevitablemente con la del presidente, sino sobre todo
porque es el representante de una línea política que levanta ampollas en el PS
–¡del que llegó a proponer cambiar el nombre y suprimir el adjetivo
“socialista”!–, los ecologistas y la izquierda en general. El líder del Partido
de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, se dijo “muy triste por (su) país” por el
nombramiento de Valls...
La primera consecuencia pudo verse ayer mismo. Los dos
ministros de Europa Ecología-Los Verdes, Cécile Duflot (Vivienda) y Pascal
Canfin (Desarrollo), anunciaron su decisión “personal” de abandonar el Gobierno
en protesta por la designación de Valls, a quien no soportan. Duflot, que se
enfrentó duramente con él a causa del caso Leonarda –la niña gitana rom expulsada de Francia con su familia–, y Valls ya ni siquiera se hablaban. Si los ecologistas
continúan o no, en tanto que partido, en el Ejecutivo se verá en las próximas horas.
En su alocución televisiva, de ocho minutos, Hollande habló
de abrir una “nueva etapa”, pero a la vez se mostró determinado a mantener el
rumbo. “La recuperación de Francia es indispensable”, afirmó. El presidente
fijó los tres objetivos prioritarios del nuevo Ejecutivo, que calificó de
“Gobierno de combate”: la recuperación económica, que centró en su llamado
Pacto de Responsabilidad –que prevé rebajar las cargas sociales de las empresas
para favorecer su competitividad–; la transición energética, y la justicia social,
a través de un nuevo Pacto de Solidaridad que salvaguarde la educación, la
Seguridad Social –particularmente la salud– y el poder adquisitivo.
La principal novedad, el único gesto enviado a los electores
de izquierda –“No olvido quién me ha elegido”, dijo–, fue el anuncio de una
rebaja de impuestos a las familias y de las cotizaciones sociales a los
asalariados... Claro que ello comportará necesariamente un recorte proporcional
del gasto público en otros capítulos, puesto que Hollande sigue comprometido
con el objetivo de reducir el déficit de acuerdo con el ritmo pactado con
Bruselas. Con este fin, el presidente anunció en enero unos recortes de 50.000
millones de euros en tres años que aún no ha concretado. De momento, no va por
buen camino: el déficit, según se supo ayer, alcanzó en el 2013 el 4,3%, por
encima del 4,1% previsto.
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