sábado, 12 de abril de 2014

Once horas sin e-mails (del trabajo)

"Perdona, sólo será un instante, pero tengo que contestar un correo del trabajo”. Cuántas veces se habrá escuchado un argumento así en la mesa de un restaurante, en la terraza de un bar, en el sofá de casa frente al televisor... Los nuevos medios tecnológicos, y en particular los teléfonos inteligentes, permiten permanecer conectados 24 horas al día con todo el mundo. Y también con el trabajo, destrozando en la práctica, para muchos profesionales, el antiguo concepto de la jornada laboral. La deriva ha alcanzado tal dimensión que algunas empresas, de acuerdo con sus empleados, empiezan a aceptar el principio de la autolimitación. Y a establecer nuevas reglas que permitan salvaguardar un poco de vida privada.

Uno de los primeros en adoptar una medida de este tipo fue el grupo alemán Volkswagen, que a finales del 2011 decidió interrumpir en Alemania el envío de mensajes corporativos a través de los Blackberry de empresa entre las 18.15 horas –media hora después del término de la jornada laboral– y las 7.00 horas –media hora antes de la entrada–, de acuerdo con el comité de empresa.

Ahora, la patronal francesa Syntec –que agrupa a un millar de empresas del sector de la consultoría y la ingeniería– ha llegado a un convenio colectivo con cuatro sindicatos, la CFDT, la CGT, la CFTC y la CGC , para establecer asimismo limitaciones al trabajo fuera de horas. El acuerdo, firmado el pasado 1 de abril, revisa y precisa un pacto anterior de 1999 sobre la jornada laboral de los cuadros –que no están sujetos a la semana laboral de 35 horas y tienen una jornada flexible– en los gabinetes de estudios y de consultoría. Y, en este contexto, introduce por primera vez, negro sobre blanco, el principio de “desconexión” tecnológica fuera de la jornada laboral. Curiosamente, no lo recoge como un derecho del trabajador, sino como una obligación...

“La efectividad del respeto por el asalariado de las duraciones mínimas de reposo implica para este último una obligación de desconexión de los instrumentos de comunicación a distancia”, estipula en concreto el artículo 4.8.1, donde se recuerda que el tiempo de reposo mínimo garantizado por la ley es de 11 horas consecutivas por día y 35 horas consecutivas a la semana (esto es, un descanso de 24 horas al que se añaden las 11 horas de la noche anterior). El acuerdo es, sin embargo, muy vago. En principio, cada empresa debe instroducir este principio en su reglamento interno para que pueda ser efectivo. Y deja asimismo un amplio margen de discreción a los trabajadores a quienes se computa su dedicación por días trabajados al año, que pueden “gestionar libremente” el tiempo que destinan a su misión. Eso sí, se les invita a realizar unas jornadas “razonables”.

Contra la tiranía de los correos electrónicos, pero no únicamente en la vida privada, se levantó también hace un par de años el presidente del grupo francés de tecnologías de la información Atos, Thierry Breton, quien decretó el “Zero email”. Desde entonces, sus trabajadores se comunican a través de aplicaciones de comunicación alternativas y de redes sociales y los e-mails tradicionales han sido prohibidos.

“Producimos información a una escala masiva que está contaminando nuestro medio ambiente de trabajo e invadiendo nuestra vidas personales”, declaró en aquel momento Thierry Breton, quien apuntó que sus directivos y managers recibían una media de 200 e-mails diarios –el 18%, calificados de spams– y empleaban entre cinco y 20 horas semanales en leer y escribir correos electrónicos. Su prohibición –algo que ha sido imitado ya por otros grupos– sólo puede beneficiar, según Atos, al desarrollo de la empresa y del negocio. En su página web alerta convenientemente a sus clientes: “Zero email empieza con usted. Por favor, contáctenos durante nuestra jornada”. 


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