martes, 30 de abril de 2013

Tensión franco-alemana


Las relaciones entre Francia y Alemania, considerablemente degradadas en los últimos meses a causa del desencuentro político y personal entre François Hollande y Angela Merkel, acaban de ser sometidas a una dura prueba con la actitud beligerante adoptada en los últimos días por el Partido Socialista francés hacia la canciller alemana. En una delicada situación a causa de los malos resultados económicos –el paro, con 3,2 millones de personas, ha alcanzado un récord histórico–y crecientemente acosados por su izquierda, los socialistas franceses parecen haber encontrado en Merkel el adversario ideal y, a riesgo de tensar aún más las relaciones entre París y Berlín, han lanzado un ataque en toda regla.

El gesto probablemente más hostil es un proyecto de resolución preparado por la dirección del PS –bajo la batuta del secretario nacional del partido para asuntos europeos, Jean-Christophe Cambadélis– en el que además de cuestionar la política económica dictada por Berlín, se atacaba personalmente a Angela Merkel, calificándola de “canciller de la austeridad” y acusándola de “intransigencia egoísta”. Las alusiones personales fueron finalmente retiradas, pero el mal ya estaba hecho. Sobre todo porque ha sido amplificado por una cascada de declaraciones realizadas por algunas de las figuras del ala izquierda del PS –del ministro de Consumo, Benoît Hamon, al presidente de la Asamblea Nacional, Claude Bartolone–, que han planteado la necesidad de ir a la “confrontación” con Berlín.

La ofensiva ha sido contrarrestada desde dentro por la palabras conciliadoras con Alemania expresadas por el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, o la reacción exasperada de ministros como Michel Sapin o Manuel Valls, críticos con la deriva de sus compañeros de filas. El ministro del Interior, el más duro, llegó a tildar sus declaraciones de “irresponsables, démagogicas y nocivas”.

Pero en medio de este batiburrillo lo más audible es el silencio de Hollande, cuyo papel es equívoco. La ofensiva antialemana del PS ¿es un desafío lanzado al presidente francés por su ala izquierda? ¿o es un movimiento propiciado por el mismísimo jefe del Estado? ¿No fue, a fin de cuentas, Hollande quien defendió hace poco la dinámica de “tensión amistosa” con Alemania?

Berlín reaccionó con mesura –el portavoz de Merkel, Steffen Seibert, se limitó a reiterar que la relación franco-alemana es a sus ojos “esencial”–, pero dando algunas muestras de incomprensión. Así, el presidente del grupo de amistad franco-alemana y vicepresidente del grupo parlamentario de la CDU-CSU, Andreas Schockenhoff, calificó los ataques del PS de “inapropiados”. Hasta el presidente del grupo aeronáutico EADS, el alemán Thomas Enders, se sintió obligado a intervenir en el debate y pedir a ambos países que cooperen.

Las palabras más duras surgieron de la derecha francesa, que reprochó ásperamente a Hollande que ponga en peligro a la pareja franco-alemana. La controversia permitió incluso que viejos enemigos como Jean-François Copé y François Fillon se unieran por un día para atacar al presidente, a quien responsabilizan de la “degradación” de las relaciones entre París y Berlín, y deplorar “el clima de germanofobia que está ganando al PS y su aliado de extrema izquierda”. El ex primer ministro Alain Juppé, por su parte, calificó de “detestable” el “resurgimiento en Francia del sentimiento antiálemán”. 


Reducción de los ejércitos en 24.000 efectivos

François Hollande va a proseguir –déficit y deuda obligan– el camino abierto por su antecesor, Nicolas Sarkozy, de reducción de los efectivos del ejército francés. El Libro Blanco de la Defensa, que marca los principales ejes de la política en la materia para los próximos años prevé en este sentido mantener lo previsto en la etapa anterior –esto es, una disminución de 10.000 empleos de aquí al 2014, dentro de los 54.000 previstos– y añadir una reducción de 24.000 más entre 2015 y 2019. Actualmente, el ejército francés dispone de 280.000 efectivos, entre personal militar y civil. El marco presupuestario se mantendrá estable, con un gasto previsto de 179.200 millones de euros constantes en este periodo, lo que mantiene el esfuerzo en el 1,5% del PIB (sin pensiones). El capítulo de la disuasión nuclear se mantiene sin recortes y se consolida el papel de Francia en la OTAN. La capacidad de intervención militar en el exterior, sin embargo se reducirá de 30.000 a entre 10.000 y 20.000 soldados.



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