Llevaba
semanas, meses incluso, esperando el momento oportuno para romper la ficción de
la alianza de las izquierdas, en la que nunca se sintió a gusto, y lanzarse
frontalmente contra el Gobierno francés y contra el presidente de la República,
François Hollande, a quienes reprocha haberse plegado a las exigencias de los
poderes financieros. El líder del Partido de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon,
caracterizado por un discurso radical-populista, lo ha encontrado con el
escándalo de la cuenta suiza del exministro del Presupuesto, el socialista
Jérôme Cahuzac, que ha colocado al Ejecutivo al pie de los caballos.
Para Mélenchon, que días atrás llamó “cabrón” al ministro de
Economía, Pierre Moscovici, por el trato dado a Chipre por la Unión Europea
–para incomodidad de su aliado, el Partido Comunista (PCF)– y que hace cuatro
meses acusó a Hollande de estar “tan ciego como Luis XVI” –el rey que acabó en
la guillotina–, el fraude fiscal cometido por el ministro Cahuzac es la gota
que colma el vaso de la paciencia.
Enmendando la plana al presidente francés, el líder del
Partido de Izquierda afirmó que el caso Cahuzac no es la falta de una persona,
sino la expresión de la “podedumbre intrínseca del sistema”. En consecuencia,
ayer convocó una manifestación popular para el 5 de mayo con el fin de reclamar
un cambio de régimen y el advenimiento de una VI República. “Hace falta dar un
escobazo para purificar esta atmósfera política absolutamente insoportable”,
dijo Mélenchon, que sigue decidido a disputar a la extrema derecha el
electorado popular castigado por la crisis económica y asqueado de la política.
Los franceses no parecen confiar mucho en sus posibilidades, pues el 70% cree
–según un sondeo de BVA– que la crisis política actual beneficiará al Frente
Nacional.
Mientras tanto, la posibilidad de que Jérôme Cahuzac pueda
regresar como diputado a la Asamblea Nacional –a lo que legalmente tiene
derecho y que se producirá automáticamente si no presenta una carta de dimisión
antes del día 19– tenía ayer muy alterados a los parlamentarios, especialmente
a los socialistas. El presidente de la cámara baja, Claude Bartolone (PS),
habló ayer por teléfono con el exministro para tratar de disuadirle. La
víspera, el primer ministro, Jean-Marc Ayrault le pidió que renunciara a la
pensión que le corresponde como ex miembro del Gobierno. El PS ya le ha
expulsado y ayer decidió hacerlo a su vez la gran logia masónica del Gran
Oriente, a la que Cahuzac pertenecía.
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