viernes, 5 de abril de 2013

El Gobierno francés se tambalea


La onda expansiva provocada por el caso Cahuzac ha dañado gravemente, acaso de forma irreparable, la estabilidad del Gobierno francés, que once meses después de su constitución puede tener las semanas contadas. La oposición, pero también numerosos miembros de la mayoría gubernamental, presionan a François Hollande para que responda a la crisis política abierta con el escándalo de la cuenta suiza del exministro del Presupuesto, Jérôme Cahuzac, con una remodelación en profundidad del Ejecutivo y un giro en la orientación política.

El presidente francés, poco dado a las maniobras bruscas, prefiere diferir los cambios, tanto más cuanto que es la derecha quien –por boca del presidente de la UMP, Jean-François Copé– los pide a voz en grito. “No es el Gobierno quien está en cuestión, sino un hombre. No hay ninguna decisión que tomar sobre el Gobierno”, afirmó ayer Hollande en Rabat, donde finalizó una visita oficial de dos días a Marruecos. Pero la gravedad de la crisis es tal que no podrá no hacer nada.

La intervención por televisión del presidente el miércoles prometiendo la adopción de nuevas medidas contra la corrupción –la mayoría de las cuales ya estaban sobre la mesa– no han bastado para restablecer la confianza.

El escándalo de la cuenta bancaria abierta en Suiza y no declarada por Jérôme Cahuzac –que acabó confesando tras negarlo de forma pertinaz durante cuatro meses–, ha caído a plomo sobre el presidente francés, además de esparcir el descrédito sobre la clase política francesa. La desafección de los ciudadanos hacia Hollande –apenas un 27% o un 29%, según diversos sondeos, confía todavía en él– ha llegado a un nivel nunca visto en tan poco tiempo en la historia de la V República. Todo el plan de comunicación diseñado por el Elíseo para tratar de recuperar el favor de la opinión –y que culminó con la entrevista televisiva del presidente de hace justo una semana– ha quedado totalmente destrozado.

El hecho de que Cahuzac, que no dimitió hasta el pasado 19 de marzo, haya podido engañar impunemente durante tanto tiempo al presidente de la República y al primer ministro, Jean-Marc Ayrault, ha causado estupefacción, cuando no incredulidad. Los mejor pensados hablan de impericia, los más desconfiados sospechan que el Gobierno sabía pero trató de tapar el asunto.

En un caso como en el otro, quien se encuentra en una situación más delicada es el superior jerárquico de Cahuzac, el ministro de Economía, Pierre Moscovici. Si Hollande se viera forzado a prescindir de él en una eventual remodelación gubernamental, implicaría –si se le suma el cese forzoso de Cahuzac– lisa y llanamente el desmantelamiento del equipo económico del Gobierno.

El problema para Hollande es que no es únicamente la UMP quien le exige un cambio de Gobierno. Los propios socialistas y sus aliados –la mayoría, bajo anonimato, pero unos pocos públicamente– le empujan para que tome una decisión audaz que transmita a la opinion pública que recupera la iniciativa política. El presidente del grupo parlamentario socialista en la Asamblea Nacional, Bruno Le Roux, sugirió ayer la necesidad de hacer cambios en el Gobierno para formar un un equipo más reducido e integrado. Por su parte, la líder de Los Verdes y ministra de Vivienda, Cécile Duflot, juzgó necesario tomar una decisión “fuerte”, en la forma como en el fondo”.

El primer problema que se plantea es el futuro del primer ministro. Discutido dentro y fuera, cuestionado en su autoridad, Jean-Marc Ayrault podría ser el principal candidato a saltar –para eso el jefe de Matignon es el principal fusible político de la V República– si no fuera porque no lleva ni un año en el cargo. El segundo problema es identificar a las personalidades, del PS o de fuera, que podrían sumarse al Ejecutivo. En el partido no menudean las grandes figuras, con peso político e impacto mediático. Martine Aubry y Ségolène Royal lo tienen, pero por razones diferentes no serían interlocutores fáciles para el presidente francés. Hay quien habla también del alcalde de París, Bertrand Delanoë.

Más allá de las personas, algunos socialistas creen necesario dar un golpe de timón a la izquierda y suavizar los planes de reducción del déficit, aún a costa de enfrentarse con Angela Merkel.


El tesorero del presidente, en las Islas Caimán

Nunca hay un buen momento para determinadas revelaciones, pero en este caso a François Hollande no podía caerle peor. En medio del escándalo Cahuzac, el diario vespertino Le Monde reveló ayer que el hombre de negocios Jean-Jacques Augier, viejo amigo del presidente francés y tesorero de su campaña en las elecciones presidenciales del 2012, es accionista de dos sociedades offshore (extraterritoriales) en el paraíso fiscal de las Islas Caimán. La revelación forma parte de un vasto trabajo de investigación periodística sobre los paraísos fiscales –Offshoreleaks– llevada a cabo por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, con base en Washington, en colaboración con 36 medios de comunicación de todo el mundo, que han analizado 2,5 millones de documentos.

Entre los datos obtenidos sobre personalidades francesas, que Le Monde promete ir desvelando en los próximos días, acaso el políticamente más destacado es el que atañe a Jean-Jacques Augier, un amigo de Hollande de la época de la ENA, donde ambos integraron la promoción Voltaire. Augier, que fue inspector de finanzas antes de dedicarse a los negocios –es editor de los semanarios Books y Têtu–, reconoció ser accionista de dos sociedades a través de su holding financiero Eurane, y justificó su creación por una petición de sus socios en China. Pero negó haber hecho nada ilegal ni haber obtenido ningún beneficio de tipo fiscal, a la vez que aseguró no disponer de ninguna cuenta bancaria personal fuera de Francia. Y añadió que el presidente francés no tiene nada que ver.

François Hollande aseguró desde Rabat (Marruecos) ignorar por completo las actividades privadas de su amigo y añadió que si de su actividad en el paraíso fiscal de las Islas Caimán se deduce una infracción, las autoridades fiscales actuarán en consecuencia. El presidente añadió que las cuentas de su campaña electoral fueron avaladas por el Consejo Constitucional, que no encontró ninguna irregularidad.


Registro por el caso de los sondeos de Sarkozy

La policía registró ayer el domicilio y un despacho de Patrick Buisson, ex colaborador de Nicolas Sarkozy en el Elíseo, en el marco del llamado caso de los sondeos. La justicia investiga si hubo favoritismo en la adjudicación de las numerosas encuestas encargadas entre el 2007 y el 2012 por la Presidencia, por un montante de 9,3 millones de euros.





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