La Europa del
Sur, en la que Francia parece cada vez más anclada, quiere arrancar un
compromiso urgente a la Europa del Norte para salvar la casa común, cuya
estabilidad está seriamente amenazada por la recesión económica y el paro de masas.
Y con ella, el sueño europeo. París y Roma, hoy en la misma onda, están
decididas a hacer valer el peso del eje transalpino –con el apoyo de Madrid–
para tratar de convencer a Berlín de que es urgente una inflexión en la
política de austeridad.
El presidente francés, François Hollande, y el primer
ministro italiano, Enrico Letta, que mantuvieron ayer su primera reunión en el
Elíseo, expresaron una total sintonía al respecto. Sin citarla personalmente,
sin cuestionar su política de rigor presupuestario, con buenas palabras y
tendiéndole la mano, pero con firmeza, ambos instaron a la canciller alemana,
Angela Merkel, a buscar rápidamente de forma conjunta una salida para evitar
una catástrofe económica y política. “No puede haber una Europa en que uno de sus
miembros, o dos o tres, se salven y el resto se hunda”, advirtió Enrico Letta.
“Si los ciudadanos tienen la impresión de que Europa es una
mala madre que les da la espalda, eso nos conducirá a un desastre democrático”,
remarcó el primer ministro italiano, alertando del aumento de los movimientos
populistas y antieuropeos, como demuestra lo sucedido en Italia. El presidente
francés, que hace semanas señaló por su parte que Europa se encaminaba a una
“explosión”, se sumó a las advertencias del mandatario italiano. “Lo que está
en juego no es sólo la idea europea, sino también la estabilidad política en
nuestros respectivos países”, afirmó Hollande, quien dijo que los europeos se
enfrentan al dilema de “si Europa tendrá todavía un destino común o son los egoísmos
nacionales los que prevalecerán”. “Por eso es necesario un compromiso. Tenemos
la responsabilidad de ofrecer una perspectiva, de dar una esperanza”, añadió.
Hollande y Letta, sin cuestionar los principios
–irrenunciables para a Alemania– del rigor presupuestario y la consolidación
fiscal, abogaron por una cierta flexibilización en el ritmo de reduccion de los
déficits públicos –“La trayectoria presupuestaria debe ser adaptada a la
realidad del crecimiento”, dijo el presidente francés–, y aceptaron asimismo la
necesidad de abordar las reformas necesarias para mejorar la competitividad,
una cuestión fundamental para Berlín. Pero reclamaron que, “con la misma
determinación” que se ha abordado el saneamiento de las cuentas públicas y la
estabilidad del euro, se ponga en marcha una política para favorecer el
crecimiento económico y el fomento del empleo, sobre todo juvenil.
Letta como Hollande insistieron en la necesidad de aplicar
el Pacto por el Crecimiento suscrito el año pasado y de poner en marcha sin más
dilación la acordada unión bancaria, que debería permitir relajar las tensiones
alcistas que sufren algunos países en los intereses de su deuda y que el
crédito llegue las empresas. “La unión bancaria hemos de hacerla sin perder
tiempo”, dijo el primer ministro italiano. Ambos mandatarios se mostraron poco dispuestos a esperar el
desenlace de las elecciones alemanas del próximo otoño y subrayaron que es
urgente tomar medidas al respecto en el Consejo Europeo del próximo mes de
junio.
Hollande aprovechó la conferencia de prensa para templar los
ánimos entre París y Berlín, bastante alterados por la beligerancia demostrada
por el Partido Socialista francés en un texto contrario a la política de
austeridad. El presidente francés, que hizo retirar del texto las alusiones
personales a Merkel, hizo una nueva profesión de fe en la pareja
franco-alemana: “Francia y Alemania deben trabajar juntas, sean cuales sean las
coyunturas, los dirigentes o las sensibilidades”.
Un francófono criado en Estrasburgo
François Hollande se puso ayer un auricular para escuchar
las intervenciones de Enrico Letta en italiano durante la conferencia de prensa
que ambos mandatarios ofrecieron en el Elíseo. Al primer ministro italiano no
le hizo falta. Letta, que pasó una parte de su infancia en Estrasburgo,
demostró un dominio perfecto de la lengua francesa, para satisfacción de la
aurícula chauvinista que late en el corazón de los franceses. El presidente de
la República no perdió la oportunidad de subrayarlo y de hacer un guiño al jefe
del Gobierno italiano al traer al Elíseo a la que fuera su profesora, tiempo ha,
en la capital alsaciana.
Le Pen promete a los franceses sacar al país de
las “tinieblas de Europa”
La ultraderecha
francesa ha encontrado en la férrea política de austeridad impuesta en Europa
el mejor argumento para tratar de seducir políticamente a las víctimas de la
crisis económica. Fiel a su línea política histórica, que hace de la Unión
Europea y de Bruselas el epicentro de todos los males, la presidenta del Frente
Nacional (FN), Marine Le Pen, aprovechó su tradicional discurso del Primero de
Mayo en honor de Juana de Arco para lanzar una nueva soflama antieuropea. Le
Pen se presentó como la “luz de la esperanza” para sacar a Francia de las
“tinieblas europeas” en las que está “encerrada”.
“Francia se hunde en una política absurda de austeridad sin
fin, porque se trata de salvar un sistema a cualquier precio, porque se trata
de decir siempre sí a Bruselas, a Berlín naturalmente, en todas circunstancias
a los magnates de las altas finanzas, a sus serviles
lacayos del Banco Central (Europeo) de Frankfurt o de la Comisión Europea”,
clamó ante varios miles de seguidores del FN concentrados frente al edificio de
la Ópera de París. Decidida a hacer de Europa su campo de batalla, Le Pen
reclama la celebración de un referéndum en Francia para salir de la UE.
La satanización de Europa –asociada a la exaltación del
orgullo patrio– y la reiterada culpabilización de la inmigración extranjera y
del islam como foco de desestabilización de la identidad nacional, encuentran
cada vez más eco en las clases populares, castigadas por una crisis a la que no
se le ve el final y un paro que ha superado la barrera histórica de 3,2
millones de personas.
El Frente Nacional está totalmente movilizado ya en la
organización de la campaña de las elecciones europeas y municipales del 2014,
en las que piensa dar la campanada. Los sondeos, ni que sea virtuales, que van
apareciendo indican una clara tendencia al alza. Una encuesta realizada por el
instituto CSA para el canal informativo BFMTV, y difundida el pasado lunes,
apunta que si las últimas elecciones presidenciales se repitieran hoy, los
ganadores de la primera vuelta serían Nicolas Sarkozy (que con un 34% de los
votos saldría en cabeza) y Marine Le Pen (23%), que pasaría a la segunda vuelta
y eliminaría a François Hollande (19%) como hizo su padre, Jean-Marie, en el
2002 con Lionel Jospin.
La líder del FN proclamó ayer la necesidad de que Francia
cuente con un “verdadero jefe”, en lugar de “los Breznev que nos gobiernan”.
¿Pensaría en Stalin?
No hay comentarios:
Publicar un comentario