martes, 9 de abril de 2013

Ambiente envenenado en la política francesa


Un ambiente enrarecido, tóxico, venenoso, envuelve la política francesa desde que estalló el escándalo de la cuenta suiza del exministro del Presupuesto, Jérôme Cahuzac. Las revelaciones del caso, y particularmente la investigación abierta en torno al banco que organizó la evasión fiscal del hasta hace poco responsable de la Hacienda pública francesa –Reyl & Cie., en cuya cartera de clientes podrían figurar numerosas personalidades francesas–, ha disparado la paranoia entre la clase política y ha generalizado la sospecha entre la población: la mayoría de los franceses ve hoy corrupción por todas partes y –escandalizada por las mentiras de Cahuzac– no acredita valor alguno a la palabra de los políticos, ya sean de izquierda o de derecha.

Fruto de esta situación emponzoñada, el rotativo Libération –presionado por una nueva investigación en curso de Mediapart, el diario digital que reveló el caso Cahuzac– se hizo ayer eco de un rumor sin confirmar según el cual el ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, tendría también una cuenta en Suiza. El máximo responsable del Quai d’Orsay lo desmintió “formalmente” –algo que ha perdido muchos enteros después de los falsos desmentidos del exministro del Presupuesto– y anunció la presentación de una demanda contra el periódico. Libé se justificó alegando que sólo pretendía informar de que la investigación de Mediapart había sembrado el pánico durante el fin de semana en el Elíseo... Un argumento contestado en la propia redacción.

La inquietud en el Elíseo está plenamente justificada. Si en los próximos días o semanas aparece un nuevo caso Cahuzac, el daño puede ser irreparable. Si el implicado es un político de la oposición, añadirá más descrédito a la clase política en general, percibida como una casta. Si el implicado es un miembro del Gobierno, podría precipitar su caída y la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas. En ambos casos, como apuntan algunos observadores, puede acabar poniendo en cuestión el sistema político-institucional de la V República.

La caja de Pandora, en fase de apertura, se llama Reyl & Cie., una sociedad de gestión de activos con sede en Ginebra (Suiza) que en el 2010 adquirió el rango de banco. Fue a través de esta entidad financiera, fundada por el francés Dominique Reyl, que Jérôme Cahuzac trasladó la cuenta bancaria que tenía en el banco USB a Singapur, para evitar el control fiscal. A petición de la justicia francesa, la policía helvética registró el 22 de marzo la sede de Reyl & Cie, que gestiona activos financieros por valor de 6.000 millones de euros. Y aunque en principio el objeto sólo era la cuenta de Cahuzac, todo lo que puedan haber descubierto podría inclinar a los jueces a ampliar el ámbito de la investigación. Según el diario Le Monde, uno de los medios internacionales que ha participado en la investigación periodística Offshoreleaks, el banco tendría entre sus clientes a “decenas de VIP franceses, políticos de derecha como de izquierda, industriales y empresarios”.

La televisión suiza informó el pasado fin de semana de que, más allá de los 600.000 euros que Cahuzac ha admitido tener depositados en su cuenta, el exministro habría intentado sin éxito en el 2009 colocar una cantidad muy superior, de 15 millones de euros, lo que su abogado niega. La cifra, de ser cierta, hace pensar a algunos expertos en la implicación de otras personas... o acaso del Partido Socialista.

Para tratar de frenar el descrédito y recuperar su imagen y la de su Gobierno ante la opinión pública, el presidente François Hollande prepara medidas de choque en materia de lucha contra la corrupción, en línea con lo anunciado personalmente en su comparecencia televisiva para evocar el caso Cahuzac. Hollande se reunió el domingo en el Elíseo con el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, y diversos ministros para preparar un proyecto de ley de moralización de la vida política que será estudiado por el Consejo de Ministros de mañana mismo. El objetivo es aprobarlo el próximo día 24 y enviarlo inmediatamente al Parlamento.

De momento, de aquí al próximo lunes, Ayrault ha exigido a todos sus ministros que hagan público su patrimonio, en un gesto de transparencia que pretende apaciguar los ánimos. Sin esperar a la orden, ayer se adelantó la ministra delegada para los Minusválidos y la Exclusión, Marie-Arlette Carlotti, quien en su blog declaró un patrimonio por valor de cerca de 640.000 euros, incluyendo dos apartamentos, una casa, dos coches, acciones en Bolsa, seguros de vida y cuentas bancarias.



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