Profesor en Sciences
Po y director de la Fundación para la Innovación Política, Dominique
Reynié (Rodez, 1960) alertó hace dos años del ascenso de los movimientos
populistas en Europa en un libro devenido una referencia, “Populismos: la
pendiente fatal”.
-¿Las cosas están sucediendo como usted se
temía?
-Desgraciadamente, el deslizamiento de Europa
hacia movimientos de protesta y populistas se ha confirmado ampliamente. Ha
habido incluso cierta aceleración, como en el caso de Italia.
- En Francia, el movimiento de Frigide Barjot contra
el matrimonio homosexual ¿forma parte de este fenómeno?
- Es un síntoma más del debilitamiento de los
partidos de gobierno, que es uno de los aspectos de la crisis populista. Ello
refuerza a los partidos de protesta.
- Que en Francia son el Frente Nacional de Le Pen y
el Frente de Izquierda de Mélenchon...
- En efecto. Aunque por el momento es el Frente
Nacional el principal beneficiario. El FN es el mejor situado, puesto que está
contra la austeridad, contra Europa, contra los inmigrantes… En términos de
intensidad de protesta, presenta el modelo más puro.
- ¿Cabe esperar un gran ascenso electoral del FN en
el 2014?
- En las elecciones europeas, sí. La abstención es
aquí elevada y ello hace que aumente el peso relativo de los partidos de
protesta. En las municipales, los votos del FN también aumentarán. Otra cosa es
que obtenga más ciudades.
- ¿La cuestión de la inmigración es un elemento
esencial?
- De manera general, el populismo es electoralmente
más eficaz cuando mantiene un discurso de hostilidad hacia la inmigración. Esta
es la cuestión clave, la que más moviliza al electorado de protesta. Eso y el
llamado chauvinismo social o etnosocialismo, que consiste en decir que puesto
que no hay más dinero, hay que reservarlo para los nacionales.
- En su libro habla de un nuevo
populismo “patrimonial”.
- Es la respuesta a la combinación de la
mundialización, económica y cultural, y del envejecimiento demográfico, que da
la sensación a muchos europeos de que su estilo de vida está desapareciendo. La
asociación de una crisis material, que afecta al nivel de vida, y una crisis
inmaterial, que atañe al estilo de vida, a la identidad, crea una
desestabilización existencial. La oferta de los partidos populistas es el
cierre de fronteras, pero eso no funciona. La única solución es crear un poder
público europeo fuerte.
- ¿Es Francia es un país dominado por el
miedo?
- Sí, ciertamente. La campaña
presidencial del 2012 ya se desarrolló bajo el signo del miedo. Ningún
candidato propuso la apertura, sino la protección: social, nacional, étnica...
Los franceses tienen muchos miedos. Temen el paro, la crisis económica, la
inmigración, la inseguridad, la ruina por la deuda, la presión fiscal, el
conflicto social, el Islam, el fin de la familia… Frente a esto, no hay ningún
discurso político de esperanza, de horizonte.
- Hay quien compara la situación actual con las de
los años treinta e incluso con 1789…
- La Francia de hoy no tiene nada que ver con la de
los años treinta, es una comparación imposible. Atravesamos una crisis muy
grave y hay movimientos de grupos de extrema derecha, pero la situación es muy
diferente.
- Hay quien teme, en cualquier caso, una explosión
social...
- Francia se encamina hacia una crisis
social muy grave, pero que no se expresará como en otros momentos de la
Historia. No habrá grandes movimientos, porque no hay grandes jefes, ni grandes
partidos, ni grandes sindicatos, ni grandes intelectuales. Será una crisis
caótica. Hay algunos signos, brotes de violencia... Podemos encontrarnos con
una crisis parecida a la de las banlieues en el 2005,
que fue un movimiento sin organización, sin líderes, sin cultura política ni
sindical.
- Esto es, protestas violentas, pero no una
insurrección...
- Por el momento lo veo así. Pero no hay
que olvidar tampoco que Francia es un país donde hay mucho dinero, que el 60%
de los franceses son propietarios y que hay una tradición conservadora fuerte.
Esta Francia, a la que no le gusta la agitación, puede pedir una reacción de
orden.
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