miércoles, 28 de noviembre de 2012

Última salida: volver a votar


Votar para ver si se ha de volver a votar. La idea, apadrinada por Nicolas Sarkozy como último recurso para salvar a la UMP de la explosión, puede parecer la broma de un prestidigitador, pero ha abierto por primera vez una débil luz al final del túnel en que se encuentra atrapada la derecha francesa. El objetivo es que los militantes de la Unión por un Movimiento Popular decidan en referéndum si quieren repetir la votación para elegir al presidente del partido, dado que la celebrada el pasado día 18 es contestada por una de las partes en liza. Esta alambicada fórmula, aceptada en principio por los dos contendientes –Jean-François Copé y François Fillon–, permitiría salvar formalmente la cara del primero dando a la vez satisfacción a las reclamaciones del segundo, que no reconoce la legitimidad de la elección y exigía su repetición.

La intervención de Nicolas Sarkozy fue “determinante”, en palabras de un lugarteniente de Fillon, para romper el bloqueo. Furioso y harto de la guerra fratricida que está desgarrando a la UMP, el ex presidente francés se empleó ayer a fondo para forzar a los dos rivales –a quienes amonestó severamente y amenazó con una descalificación pública– a buscar una salida a la crisis. Sarkozy consiguió que Copé y Fillon se reunieran, cara a cara, durante media hora en la Asamblea Nacional y aceptaran un compromiso.

Jean-François Copé, que se había encastillado en la legitimidad formal de su nombramiento como presidente –confirmada por todas las instancias oficiales del partido– y se negaba a volver a votar, ha tenido al final que ceder y aceptar implícitamente la inevitabilidad de repetir la elección. El referéndum, una argucia para suavizar esta marcha atrás y darle una suerte de cobertura jurídica, se convertirá de hecho en una primera vuelta de esta nueva elección. Y su resultado será capital. Si los militantes votan por volver a votar, Copé quedará desautorizado y más que debilitado.

El punto de inflexión de la crisis fue la decisión de François Fillon, más decidido que nunca a llegar hasta el final, de constituir un grupo parlamentario propio –separado de la UMP– en la Asamblea Nacional. Una medida de presión tan brutal como arriesgada que sitúa al partido en la antesala de la escisión. El equipo de Fillon presentó anoche la documentación oficial ante la Cámara baja, aunque la constitución formal de ese nuevo grupo, rebautizado Reagrupamiento-UMP, no se producirá antes del próximo martes. De aquí a entonces será una espada de Damocles sobre la supervivencia del partido. El ex primer ministro ha logrado reunir a 68 de los 194 diputados de la UMP y hoy podría hacer lo mismo con unos 70 de sus 131 senadores. Ese Fillon prudente y moderado, a quienes algunos de sus camaradas denigraron llamándole Mr. Nobody, ha demostrado una determinación que ha cogido a sus adversarios por sorpresa.

Anoche, ambos campos mantenían su pulso sobre las fechas y las condiciones en que debería celebrarse dicho referéndum. Fillon envió a Copé un memorándum donde urgía a convocar la consulta antes de las vacaciones de Navidad, exigía que la votación –a través de internet– sea controlada por una instancia independiente exterior al partido y, sobre todo, que en el ínterin Copé ceda el mando de la UMP a una dirección colegiada.

Jean-François Copé, que ya había anunciado su intención de seguir ejerciendo como presidente del partido hasta el final de todo el proceso, rechazó tales exigencias. Planteó celebrar la consulta más bien en enero Y reclamó por su parte a François Fillon que renuncie a su intención de fracturar la representación parlamentaria de la UMP. 


Desgaste desigual en la opinión

La mayoría de los franceses (71%) y de los simpatizantes de la UMP (67%) considera conveniente la repetición de la elección del presidente del partido. Según un sondeo de Ifop, Fillon sale mejor librado, pues su popularidad entre los electores de la UMP sólo ha bajado 4 puntos (al 86%), mientras que la de Copé ha caído 21 (al 55%)




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