Apenas un mes
después del asesinato del abogado Antoine Sollacaro, figura histórica del
nacionalismo corso y uno de los personajes más notables de la isla, la sangre
ha vuelto a correr en Córcega. Un pistolero encapuchado tiroteó la noche del
miércoles en Ajaccio al presidente de la Cámara de Comercio e Industria del sur
de la isla, Jacques Nacer, que murió en el acto. El primer ministro francés,
Jean-Marc Ayrault, no dudó desde Berlín en atribuir a la “mafia” este nuevo
ajuste de cuentas, que eleva a 17 el número de muertos en lo que va de año a
causa de la guerra entre clanes.
Los ministros del Interior, Manuel Valls, y de Justicia,
Christiane Taubira, se desplazaron con urgencia a Córcega en plena madrugada
con el fin de reunirse con las autoridades políticas y policiales locales, y
transmitir la determinación del Estado francés de combatir a los grupos
mafiosos y sus tentáculos en los principales sectores económicos de la isla
(construcción, turismo, ocio, juego y obras públicas). Valls y Taubira
prometieron un reforzamiento de los medios policiales y judiciales, pero
reclamaron también una movilización de la propia sociedad corsa. “El Estado
solo no puede nada”, advirtió el ministro del Interior, en lo que pareció una
confesión de impotencia. Desde hace una década, cada año se producen una
treintena de asesinatos o intentos de asesinato en Córcega, sin que los
sucesivos gobiernos hayan podido poner freno a esta mortífera espiral.
Con sólo 310.000 habitantes –el 0,5% de la población francesa–,
Córcega acumula el 20% de los ajustes de cuentas cometidos en todo el país,
mientras que el grado de dilucidación de los crímenes está por debajo de la
media. Muy raramente los asesinos son capturados y juzgados. La ley del
silencio, una suerte de omertá mafiosa, reina desde el
Cap Corse hasta Bonifacio. Las afrentas se lavan aquí con sangre.
Aunque los responsables de la investigación consideran
prematuro sacar conclusiones, el asesinato del presidente de la Cámara de
Comercio de Ajaccio parece directamente vinculada a la del abogado Antoine
Sollacaro hace un mes. Al igual que este último, Jacques Nacer, de 49 años,
otro prohombre de la isla, era también una persona estrechamente vinculada al
presidente del club de fútbol Ajaccio –del que era secretario general–, Alain
Orsoni, ex jefe del Frente de Liberación Nacional Corso (FLNC-CH) y del
Movimiento por la Autodetermi nación (MPA) reconvertido en un hombre de
negocios.
Desde el año 2005, un total de seis personas vinculadas al
clan de Orsini han sido asesinadas y el propio jefe de filas sufrió un atentado
en noviembre del 2008, al parecer como represalia por la muerte de un jefe
mafioso. Al año siguiente, Alain Orsoni fue detenido –y posteriormente, puesto
en libertad– por su presunta implicación en una ola de asesinatos en el mundo
de la delincuencia organizada. Su hijo está procesado en el mismo sumario.
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