jueves, 22 de noviembre de 2012

Guerra civil en la derecha francesa


La guerra civil en la derecha francesa es ya abierta, irreversible, violenta. La fractura entre el campo de Jean-François Copé, líder del ala más derechista de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), proclamado oficialmente presidente del partido tras la eleción del domingo, y el del ex primer ministro François Fillon, cabecilla del sector moderado, que perdió formalmente por sólo 98 votos de un total de casi 175.000 emitidos, se ha convertido en un profundo abismo que amenaza gravemente con hacer saltar por los aires el partido de Nicolas Sarkozy. La escisión ya no es una palabra tabú. La ruptura está a la vuelta de la esquina.

El detonante de la deflagración que sacudió ayer los cimientos de la UMP fue el asombroso descubrimiento, por parte del equipo de Fillon, de que la comisión encargada de verificar el escrutinio se había olvidado por error de contabilizar los 1.304 votos emitidos por los militantes de tres federaciones de Ultramar: Nueva Caledonia, Mayotte y Wallis-et-Futuna. El director de campaña del ex primer ministro, Eric Ciotti, aseguró que si estos sufragios se contabilizan, el triunfador de la elección sería Fillon por 26 votos de ventaja, y reclamó la “reparación inmediata” del error.

El presidente de la comisión electoral, Patrice Gélard –quien según los fillonistas habría reconocido el olvido–, advirtió enseguida de la imposibilidad de rectificar los resultados, competencia que una vez proclamados está en manos de la comisión de recursos. Los fillonistas quieren evitar precisamente pasar por esta instancia, presidida por un copeísta.

François Fillon, que compareció anoche en el canal de televisión TF1, rechazó totalmente recurrir a esta comisión – “No tengo confianza, nunca ha habido en la UMP una instancia verdaderamente independiente”, denunció– e insistió en que se contabilicen los votos de las tres federaciones olvidadas. Pero no para ser elegido presidente: “Yo no reclamo la presidencia de la UMP, yo renuncio”, aseguró, ejecutando un nuevo golpe de teatro que buscaba inequívocamente la deslegitimación de Copé en la presidencia. “La UMP no puede ser dirigida por un presidente con sólo 98 o 26 votos de ventaja”, afirmó el ex primer ministro, quien propuso la formación de una dirección colegiada bajo la dirección de un “hombre incontestable”, el también ex primer ministro Alain Juppé, quien fuera fundador y primer presidente del partido.

“Francia necesita una UMP que represente la ética y la moral”, argumentó con dureza. Fillon, que amenazó con recurrir los resultados de la elección de la UMP ante los tribunales si sus demandas son rechazadas, eludió referirse con claridad al riesgo de una ruptura del partido. Pero se mostró extremadamente resuelto: “Iré hasta el final”, dijo.

La escisión está lejos de ser una amenaza meramente teórica. Un grupo de 135 diputados, senadores, europarlamentarios y ex ministros afines a Fillon pidieron formalmente la designación de Alain Juppé como presidente interino, condición que plantearon como irrenunciable. En caso de no ser escuchados, los reunidos pusieron sin ambages sobre la mesa la amenaza de ruptura total, según indicó uno de los presentes al diario económico Les Échos: “Estamos dispuestos a crear grupos en la Asamblea Nacional y el Senado”, confirmó.

Juppé, que ha permanecido neutral en la encarnizada lucha entre Fillon y Copé, se mostró dispuesto a ejercer el papel de mediador entre los dos campos enfrentados, pero a condición de que ambos estén de acuerdo. De momento, no es el caso.

Jean-François Copé rechazó implícitamente la solución Juppé –al que en una breve declaración ni se molestó en citar– y, por el contrario, reafirmó su legitimidad en tanto que presidente electo de la UMP. Copé lamentó el “espectáculo desolador” que está ofreciendo la derecha, esgrimió los estatutos internos para rechazar las pretensiones de los fillonistas e invitó al ex primer ministro a apelar a la comisión de recursos. Pero en tal caso, advirtió en tono amenazador, serán revisados “todos los votos de todos los colegios electorales, no sólo los que quiera el señor Fillon”.

En un tono que se quería mesurado, Copé ofreció buscar un terreno de entendimiento para recuperar “el apaciguamiento y al diálogo”, pero descargó toda la culpa de lo que está pasando en su adversario: “Apelo a François Fillon a reencontrar el sentido de la responsabilidad”, concluyó.

En el campo de Copé, la irritación era ayer extrema y entre sus seguidores el lenguaje utilizado era de gran dureza. Entre quienes se expresaron con mayor severidad estuvo el ex consejero de Nicolas Sarkozy en el Elíseo Henri Guaino, quien cuestionó la altura de hombre de Estado de Fillon y retó a sus seguidores a marcharse: “Tienen la puerta abierta”.


El silencio de Sarkozy

Mientras su partido se desgarra en una lucha interna de consecuencias incalculables, Nicolas Sarkozy guarda por el momento un absoluto silencio. El ex presidente francés evitó ayer cuidadosamente a los periodistas que intentaron obtener su opinión aprovechando su presencia en un hotel de Londres para pronunciar una conferencia ante empresarios.






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