jueves, 8 de noviembre de 2012

El fin de la "izquierda plural"


El espíritu de la “izquierda plural”, la gran coalición que unió a la izquierda francesa entre los años 1997 y 2002 bajo la égida de Lionel Jospin, ha muerto definitivamente. François Hollande le dio la puntilla el martes al dar luz verde a su Pacto por la Competitividad, que prevé aligerar en 20.000 millones las cargas sociales a las empresas –bajo la forma de exenciones fiscales– y, en contrapartida, aumentar el IVA y hacer nuevos recortes del gasto público. Un paquete de medidas que pretende salvar a la industria francesa de su declive y que representa un cambio fundamental de dirección en las políticas económicas de los socialistas.

El giro copernicano del presidente francés, que durante la campaña electoral había combatido por “injusta” la subida del IVA aprobada por su antecesor, Nicolas Sarkozy, y luego la anuló –para retomarla ahora, más suavizada–, ha dejado descolocado a un sector del propio Partido Socialista y hace inevitable la ruptura con sus tradicionales aliados de la izquierda, el Partido Comunista (PCF) y el Front de Gauche de Jean-Luc Mélenchon, en cuyas manos está la llave de la mayoría socialista en el Senado.

El progresivo distanciamiento entre los socialistas y sus socios históricos se inició con la política de firmeza aplicada por el ministro del Interior, Manuel Valls –quien retomó durante el verano la expulsión de gitanos rumanos y búlgaros (roms)– y se acentuó con la aprobación del Tratado europeo de disciplina presupuestaria y el Presupuesto del 2013, que consagra el objetivo de reducción del déficit y, en consecuencia, el recorte del gasto público.

El malestar de las fuerzas a la izquierda del PS se manifestó el pasado 30 de octubre con un primer voto contra el Gobierno: comunistas e izquierdistas se sumaron a los populares y los centristas para tumbar en la Cámara Alta el proyecto de reforma de las tarifas energéticas. Fue una primera advertencia que puede acabar convirtiéndose en una práctica. Para el PCF y el FG, el El Pacto de Competitividad marca el camino de no retorno.

“Vencimos a Sarkozy, pero no era una cuestión personal. Queríamos una ruptura con su política. Imaginen la cara que se nos pone ahora cuando descubrimos que nos hemos desembarazado del hombre pero hemos conservado su política”, tronó Mélechon, quien juzgó “lamentable” que el Gobierno haya adoptado “las recetas de la patronal”. El secretario general del PCF, Pierre Laurent, manifestó por su parte haber recibido un “shock”. Después de haber acariciado la posibilidad de un apoyo externo al Gobierno, ambas fuerzas, reunidas en el Frente de Izquierda, se disponen ahora a situarse claramente en el papel de oposición.

El descontento va, sin embargo, más allá y alcanza también a los aliados de los socialistas dentro mismo del Gobierno: los ecologistas, que ya votaron contra el tratado europeo, no han callado tampoco su malestar y el jefe de filas de Los Verdes en el Senado, Jean-Vincent Placé –uno de los hombres fuertes del partido– ha criticado la “inflexión centrista-liberal” del Ejecutivo. “Esto empieza a ponerse complicado. Respecto a nuestros compromisos, estamos al límite”, añadió. Dentro mismo del PS, el ala izquierda ha mostrado su incomodidad por boca de diversos parlamentarios. Una de sus figuras históricas, Henri Emmanuelli, se ha mostrado contrario al aumento del IVA y ha pedido un debate en el seno del grupo socialista. Poco importa que la subida del IVA –del 19,6% al 20%– sea mínima. Es una cuestión de principios.

Como no todo pueden ser malas noticias, François Hollande ha conseguido –algo inédito– el aplauso combinado de la patronal Medef y de una parte de los sindicatos, como la CFDT y Lucha Obrera. Y el menos deseado apoyo de Le Figaro, el gran diario de la derecha, que en su editorial de ayer aplaudía a tambor batiente el giro del presidente francés con el expresivo título de “Más vale tarde que nunca”.


IVA de ida y vueta

La recuperación de la competitividad de las empresas francesas, y particularmente de la industria, se ha convertido en el gran objetivo económico de François Hollande, para quien recuperar el terreno perdido en los últimos decenios es imprescindible para impulsar el crecimiento económico y reducir el paro. El presidente francés no ha dudado en renegar de sí mismo y recuperar algunas de las ideas de su antecesor, Nicolas Sarkozy –en concreto, el aumento del IVA–, para obtener ingresos alternativos que permitan aligerar las cargas sociales que pesan sobre las empresas en 20.000 millones de euros durante tres años. El plan del Gobierno, presentado por el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, pretende rebajar una media del 6% el coste del trabajo en Francia.

“Este esfuerzo debe permitir escapar al declive que nos acecha si seguimos retrasando a mañana las decisiones indispensables”, dijo Ayrault. El Gobierno ha retomado para su Pacto por la Competitividad, integrado por una treintena de medidas, el grueso de las recomendaciones del informe presentado por el expresidente de EADS Louis Gallois.

En su dictamen, Gallois llamaba a tomar medidas inmediatas y radicales para combatir el “descolgamiento” que la industria francesa empezó a experimentar a finales de los años setenta y que –según un juicio muy crítico con la política económica de la derecha– “se ha acelerado en el último decenio”. El peso de la industria ha pasado en una década a representar del 18% al 12,5% del PIB y el empleo industrial ha caido del 26% al 12,5%. “La industria francesa ha alcanzado un umbral crítico, más allá del cual está amenazada de desestructuración”, ha advertido Gallois.

El Gobierno ha asumido su recomendación de aligerar en 20.000 millones las cargas a las empresas, aunque –al adoptar la forma de una desgravación fiscal– este ahorro no empezarán a notarlo hasta 2014. No será, pues, tampoco, hasta 2014 que subirá el IVA, del 19,6% al 20% en su tipo normal, y del 7% al 10% en el reducido para la hostelería y la construcción. El resto de la factura será pagado por una nueva fiscalidad ecológica y un recorte adicional de 10.000 millones del gasto público. El recurso al IVA, que Hollande había descartado por “injusto”, supone un giro radical que ya ha empezado a ser criticado.


Aubry, imputada por el amianto

La exministra y exprimera secretaria del PS francés, Martine Aubry, ha sido imputada por un presunto delito de homicidio por la juez que instruye el caso del amianto. La magistrada Marie-Odile Bertella-Geoffroy busca establecer la eventual responsabilidad penal en la que podría haber incurrido Aubry cuando era directora de Relaciones de Trabajo, entre 1984 y 1985. La peligrosidad del amianto –una sustancia cancerígena abundantemente utilizada en la construcción– fue establecida ya en los años cincuenta, pero no se reglamentó nada en Francia hasta 1977. La prohibición definitiva debió esperar a 1997.






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