domingo, 18 de noviembre de 2012

La derecha francesa elige nuevo líder


Los cerca de 300.000 militantes de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el gran partido de la derecha francesa, tienen hoy en sus manos decidir la persona que liderará sus filas en la era post Nicolas Sarkozy. Según quien salga elegido en las elecciones internas de hoy y –sobre todo– con según qué resultado, el ex presidente francés podría tener alguna posibilidad de intentar un retorno cara a las elecciones presidenciales del 2017 o bien quedar definitivamente amortizado. Más allá de sus declaraciones públicas, los dos principales contendientes, el ex primer ministro François Fillon y el actual secretario general del partido, Jean-François Copé, se juegan sus posibilidades de intentar el asalto al Elíseo dentro de cinco años. Una ambición que ambos comparten a media voz.

La presidencia de la UMP, vacante desde que Sarkozy accedió al Elíseo en el 2007 –el cargo quedó entonces temporalmente congelado–, es la plataforma que el ex presidente utilizó para catapultarse después a la presidencia de la República. Sus émulos pretenden hacer lo mismo. Jean-François Copé, que hace tres años se hizo con la secretaría general –ejerciendo desde entonces como una suerte de capataz– tiene en su favor el control del aparato, pero su rival parece contar con el favor de la opinión.

Todos los sondeos realizados hasta ahora, sin excepción, dan como claro favorito a Fillon. El exprimer ministro de Sarkozy, con quien aguantó cinco años al frente de Matignon –sólo Georges Pompidou estuvo tanto tiempo–, es percibido por el conjunto de los electores de derecha como el hombre más capaz para dirigir el partido y el Estado, así como de derrotar al presidente actual, el socialista François Hollande. De este modo piensa el 67% de los simpatizantes de la UMP, frente a un 32% que prefiere a su rival, según una encuesta de BVA difundida el viernes por i-Télé.

Ahora bien, los electores de la UMP son una cosa y los militantes otra. Y nadie sabe lo que realmente piensan. El nivel de participación que puede haber hoy estambién un misterio. Hasta ahora, los militantes de la UMP sólo habían sido llamados a las urnas para plebiscitar al líder de turno.

Los fillonistas se han empleado a fondo estas últimas semanas en promover una participación lo más amplia posible, en la confianza de refrendar las previsiones de los sondeos, mientras Copé ha jugado a fondo la baza de su condición de secretario general para presentarse como el candidato legítimo de los militantes.

La batalla ha sido ruda, sobre todo en los últimos siete días, con un vivo intercambio de acusaciones. “Estos últimos días, he sido muy atacado, injuriado incluso”, se quejó Jean-François Copé en un mitin celebrado en París. “He recibido unos cuantos golpes y me he esforzado todo lo posible en no devolverlos. Comprendo que no se comparta mi línea política, pero pido que se la respete”. añadió. Con el atrevimiento que le es propio, Copé ha llegado a alertar a sus seguidores del riesgo de fraude, cuando él está de hecho al frente del partido...

François Fillon le replicó en una entrevista radiofónica sin paños calientes: “Reconozca que es un poco irritante pasar por un agresor cuando uno es una víctima. Lo que yo constato, simplemente, es que después de haber sido el jefe de la mayoría durante cinco años, desde hace seis meses he tenido que enfrentarme permanentemente a la hostilidad de la dirección de mi partido”.

Más allá de sus diferencias de personalidad y de estilo, Copé y Fillon no presentan grandes diferencias ideológicas. A no ser –y aquí radica el quid de la eleccion– en el acento del discurso, más radical en el primer caso, más moderado en el segundo. Copé, autoerigido en el escudero de Sarkozy, ha adoptado la línea derechista radical del ex presidente durante su campaña electoral.

Profeta de una “derecha desacomplejada”, Copé promete una oposición de “resistencia” al poder socialista incluso en la calle –lo que opone a la moderación de su rival, calificado por su supuesta blandura de “Hollande de derecha”–, y utiliza de forma descaradamente demagógica el miedo al islam, denunciando ya sea al “racismo anti-blanco” en las banlieues, ya sea las imposiciones de los musulmanes al resto de los ciudadanos, con la célebre anécdota –¿apócrifa?– del chaval al que robaron el pan con chocolate por no respetar el ramadán.

Frente a él Fillon se presenta con su aura de hombre prudente y mesurado, conciliador, en la mejor tradición chiraco-gaullista. “Las elecciones se ganan en la derecha, pero también en el centro e incluso en la izquierda”, ha declarado casi como un reto. Los centristas que aún no se han sumado a la nueva Unión de los Demócratas e Independientes (UDI) de Jean-Louis Borloo esperan a ver el resultado. Para quedarse... o salir corriendo.


LOS CANDIDATOS
François Fillon y Jean-François Copé pertenecen a dos generaciones diferentes, pero sus carreras políticas han sido paralelas. En ambos, su sarkozysmo es reciente.

François Fillon
Exprimer ministro, 58 años
Ministro con Balladur, Juppé y Raffarin, François Fillon ha jugado durante cinco años el papel de segundo de a bordo de Nicolas Sarkozy al frente del Gobierno. Casado en 1980 con la galesa Penelope Clarke, tiene cinco hijos.

Jean-François Copé
Secretario general UMP, 48 años
Ministro en el Gobierno de Raffarin, Jean-François Copé procede del chiraquismo. En el 2010 se hizo con el mando del aparato de la UMP. Casado en segundas nupcias con Nadia d’Alincourt, tiene cuatro hijos.


Consagración oficial de las corrientes

Los estatutos de la UMP reconocen desde su fundación, en 2002, el derecho a constituir corrientes internas o “movimientos”, pero hasta ahora nunca se había traducido en la realidad. En el congreso de hoy, por primera vez seis mociones concurren para testar sus apoyos internos y obtener una representación proporcional en los órganos de dirección. El ex primer ministro Jean-Pierre Raffarin –corriente “Humanista”– y el ex ministro Laurent Wauquiez –“Derecha Social”– encabezan los movimientos más moderados, junto a Michèle Alliot-Marie, cabeza de cartel de los gaullistas. Otras dos mociones –la Derecha Popular y la Derecha Fuerte– reivindican la línea dura encarnada al final de su mandato por Nicolas Sarkozy.



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