viernes, 2 de noviembre de 2012

La defensa de los judíos, "causa nacional"


Yaacov Monsonego, director de la escuela judía Ohr Hatorah de Toulouse –nuevo nombre adoptado por el centro para olvidar el de la tragedia, Ozar Hatorah–, no pudo reprimir los sollozos al evocar ayer la matanza cometida por el terrorista islamista Mohamed Merah el pasado 19 de marzo, cuando acabó con la vida de un profesor y tres niños de corta edad. Entre ellos estaba su hija de ocho años, a quien el asesino persiguió hasta el patio y remató en el suelo. “Ese lunes negro solté la mano de mi pequeña hija Myriam y dos minutos más tarde era ejecutada fríamente, simplemente porque era judía”, dijo con la voz quebrada. Y añadió: “Lo que sucedió ese día pulverizó mi vida de hombre y de padre”. Hoy el colegio y el liceo llevan el nombre de la pequeña.

Una viva emoción presidió a primera hora de la tarde de ayer el homenaje celebrado en la escuela a las víctimas del 19 de marzo –el rabino Jonathan Sandler, de 30 años, sus hijos Arieh y Gabriel, de 5 y 4, y Myriam Monsonego– y, por extensión, a las otras tres víctimas de Merah: los soldados franceses Imad Ibn-Ziaten, Abel Chennouf y Mohamed Legouad, integrantes de unidades que han combatido en Afganistán. Pero la inédita y simbólica presencia del presidente francés, François Hollande, y del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, le confirió además un hondo significado político.

Hollande pronunció un discurso firme y comprometido, con el que intentó tranquilizar a los judíos franceses, cada vez más inquietos ante el aumento de los actos antisemitas. “Los judíos de Francia deben saber que la República hará todo para protegerles. La garantía de su seguridad es una causa nacional”, proclamó con solemnidad el presidente francés, quien prometió combatir el antisemitismo en todos los frentes: “Será atajado en todas sus manifestaciones, las palabras como los actos. Será hostigado en todas partes, incluido detrás de todas las causas que le sirven de pretexto o de máscara. Será perseguido por todas partes donde sea difundido, en particular en las redes sociales que conceden el anonimato al odio”.

En los últimos meses, y al calor del atentado de la escuela Ozar Hatorah, los actos antisemitas se han multiplicado por todo el país. El más grave desde entonces –con un herido leve– fue el ataque con una granada, el pasado 19 de septiembre, contra un colmado kosher en Sarcelles –norte de París–, detrás del cual la policía descubrió, y desmanteló, a un grupo de islamistas con intenciones terroristas.

En un francés perfecto –lengua que utilizó al principio de su discurso, proseguido después en hebreo–, el primer ministro de Israel agradeció el gesto del presidente francés de acompañarle a Toulouse, una decisión que Hollande tomó esta misma semana. “El hecho de que estemos hoy aquí juntos, uno al lado del otro, quiere decirlo todo”, afirmó Benjamin Netanyahu, quien –subrayando las diferencias entre hoy y los años cuarenta del siglo pasado– elogió el “espíritu de la Resistencia” encarnado por el presidente de la República.

Hollande admitió en su intervención la existencia de “fallos” en los servicios de información, que impidieron detectar antes la peligrosidad de Mohamed Merah y evitar sus crímenes, y prometió dar a conocer “toda la verdad”. Un severo informe de la Inspección General de la Policía Nacional dado a conocer la semana pasada ha constatado deficiencias a todos los niveles, tanto en el seguimiento como en la evaluación de la peligrosidad potencial del terrorista (véase La Vanguardia del pasado 24 de octubre). Según el diario Le Monde, los agentes locales de la Dirección General de Información Interior (DCRI) en Toulouse culparon ante el juez a sus superiores de no haberles escuchado.



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