Nicolas Sarkozy
tuvo ayer la oportunidad de comprobar personalmente que el juez Jean-Michel
Gentil, de gentil sólo tiene el nombre. El magistrado, reputado por sus métodos
enérgicos, sometió al ex presidente francés a un maratoniano interrogatorio de
doce horas y media –Sarkozy llegó al juzgado de Burdeos a las 9.15h y salió las
21.45h– para tratar de establecer su implicación en el llamado caso
Bettencourt. La justicia investiga si la heredera del imperio L’Oréal, Liliane
Bettencourt, de 90 años, fue víctima de la codicia de su entorno, que se habría
aprovechado de su senilidad para sacarle el dinero.
En lo que atañe a Sarkozy, el juez investiga si Bettencourt
–consciente de ello o no– contribuyó a financiar de forma irregular la campaña
electoral de las presidenciales del 2007. Como este presunto delito estaría ya
prescrito, el juez se planteaba la posibilidad de imputar al ex presidente
francés por “abuso de debilidad”. De momento, lo ha puesto en calidad de
“testigo asistido”.
Nicolas Sarkozy es el segundo presidente de la V República
inquietado por la justicia al término de su mandato. El otro ha sido su
antecesor en el Elíseo, Jacques Chirac, que ayer hizo exactamente cinco años y
un día fue imputado por el caso de los empleos ficticios de la alcaldía de
París y finalmente condenado en el 2011 a dos años de cárcel con suspensión
condicional de la pena.
El juez Gentil está doblemente interesado en determinar el
papel exacto de Sarkozy en la presunta captación irregular de dinero de Bettencourt
para financiar su campaña y, una vez en el Elíseo, su eventual intervención, en
presunta connivencia con el fiscal Philippe Courroye, del que es amigo
personal, para tratar de frenar la investigación del caso.
El juez tiene varios indicios comprometedores. De entrada,
una declaración de la ex contable de la heredera de L’Oréal, Claire Thibout,
quien sostiene que a principios del 2007 el entonces administrador de los
bienes de Bettencourt, Patrice de Maistre, le había pedido 150.000 euros en
efectivo para dárselos a Eric Woerth, tesorero de la campaña de Sarkozy. El
juez cuenta también con sospechosas proximidades de fechas entre la retirada de
cuatro millones de euros en efectivo entre los años 2007 y 2009 de las cuentas
bancarias de Bettencourt en Suiza y varias reuniones de Sarkozy y Woerth con
Bettencourt y De Maistre. Una anotación del fotógrafo François Marie Banier,
amigo de la multimillonaria, en su diario alimenta también la duda: “De Maistre
me ha dicho que Sarkozy había pedido otra vez dinero. Yo he dicho sí”. Todos
ellos, hasta un total de 14 personas, están imputados.
El juez quiere saber también por qué Sarkozy se reunió hasta
ocho veces con el fiscal de Nanterre, Philippe Courroye, quien pretendía
dirigir la investigación en abierto conflicto con la juez de instrucción
Isabelle Prevost-Desprez, antes de que el sumario fuera trasladado a
Burdeos.
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