domingo, 4 de noviembre de 2012

La maldición del 'dos caballos'


"Ich bin ein berlina... berlina Renault Megane. Ja, ja, ja!”. De este modo, con una vaga evocación del histórico discurso de John F. Kennedy en Berlín en 1963, acababa un reciente anuncio de publicidad de Renault en el que parodiaba, aderezando el texto con un acento germano y algunas palabras en alemán, el espot de uno de sus principales competidores, Opel, que ha popularizado en Francia el eslogan “Deutsche qualität”. Cuando uno acaba yendo al terreno del adversario, aunque sea en tono de broma, está reconociendo involuntariamente su debilidad.

El anuncio de Renault ilustra a la perfección la encarnizada batalla comercial que libran en Francia y en Europa las marcas automovilísticas francesas y alemanas. Y refleja crudamente el desequilibrio existente a uno y otro lado del Rhin, con indiscutible ventaja para la industria teutona.Los fabricantes alemanes, que han instalado en la conciencia del consumidor de todo el mundo las imágenes de calidad y fiabilidad –unidas a un producto de nivel alto–, se han impuesto sin dificultad a los industriales franceses, lastrados por una línea de productos de gama media y baja y demasiado dependientes de un mercado europeo en declive.

Las malas noticias nunca llegan solas, dice un refrán español. “Los problemas vuelan en escuadrilla”, solía decir el inefable Jacques Chirac. Los últimos datos sobre el mercado automovilístico francés, dados a conocer el pasado viernes, cayeron como una estocada sobre un sector traumatizado por el amplio plan de reducción de plantilla –supresión de 8.000 empleos, cierre de la factoría de Aulnay-sous-Bois– del grupo PSA Peugeot Citroën.

Las cifras presentadas por el propio sector son inapelables. Por enésimo mes consecutivo, las matriculaciones de turismos nuevos en Francia cayó un 7,8% respecto al mes anterior –un 13,3% en lo que va de año–, confirmando así la degradación del mercado, mientras que en Alemanias las ventas aumentaron el mismo mes un 1%. Lo peor, desde el punto de vista nacional, es que mientras las matriculaciones de los grupos franceses cayeron globalmente un 15,2% –Renault fue el peor parado con un retroceso del 26,4%, mientras PSA resistió con una caída del 5%–, las marcas extranjeras aumentaron un 2,5%. Más modestamente las alemanas, como Audi (14,8%) y Volkswagen (3,4%) –no así Opel, que retrocedió un 9,1%– y más remarcablemente las asiáticas, con unos aumentos espectaculares –Toyota, 20,4%; Hyunday, 26,9%; Kia, 16,16%– que seguramente pondrán de los nervios al ministro francés de Regeneración Industrial, Arnaud Montebourg, empeñado en que la Unión Europea –no muy entusiasta al respecto, hasta ahora– abra un expediente para poner bajo vigilancia las importaciones de automóviles coreanos.

El problema, sin embargo, no son los coches coreanos, sino la debilidad estructural de los fabricantes franceses. Lastrado por las férreas políticas de austeridad aplicadas a rajatabla en todo el continente, el mercado europeo del automóvil está exangüe. En 2012 se calcula que las ventas de coches caerán entre el 8% y el 9% y las perspectivas para el 2013 no son mucho más halagüeñas. Ahora bien, tal como se ha visto, no todas las marcas encajan la crisis de la misma forma. Los franceses son los que peor van y en un año han pasado de controlar el 57,9% del mercado francés al 53,2%. Su producción descendió entre el 2005 y el 2011 de 3,5 a 2,2 millones de vehículos, casi medio millón por debajo de la cifra de matriculaciones.

Algunos fabricantes, como el presidente del grupo Renault, Carlos Ghosn, atribuyen el principal problema a la falta de competitividad de la industria francesa, sobre la que pesan importantes cargas para financiar el sistema de protección social y elevan los coste laborales. “Tenemos un problema de coste del trabajo y necesitamos una mayor flexibilidad, no podemos continuar así”, declaró hace poco Ghosn en una entrevista al diario Le Figaro. El debate está enormemente vivo en Francia y el presidente de la República, François Hollande, ha anunciado el impulso este mismo mes de un Plan de Competitividad, que sin embargo no preverá una rebaja masiva de las cargas sociales sobre las empresas.

No todo el mundo está de acuerdo con el análisis de Ghosn. Su antecesor en la presidencia de Renault, Louis Schweitzer, considera que “el coste del trabajo no lo explica todo” y que las fábricas francesas, trabajando al 100% de su capacidad, “son al menos tan excelentes como las alemanas”. Eso sí, con unos costes salariales más elevados y unos precios de venta más bajos, sus márgenes comerciales son mucho menores.

Los expertos apuntan como uno de los problemas del sector en Francia su concentración en la oferta de gama media y baja, lo que ha sido a la postre un lastre para su penetración en el mercado exterior a la UE, al que Renault y PSA destinan el 43% y el 42% de su producción, por detrás de BMW (51%), Volkswagen (53%) y Mercedes (60%)

El consultor Renaud Roubaudi explicaba gráficamente en el semanario económico Challenge’s cómo los caminos de Francia, con su apuesta por los vehículos populares, y de Alemania, por los automóviles de gama alta, empezaron a separarse en la posguerra: “Sabiendo que Citroën tenía el 2CV ('dos caballos'), el Estado, nuevo accionista de la empresa, empujó a Renault a equipar a las masas con el R4. A la inversa, Alemania, derrotada, decidió hacer una demostración de prestigio”.


A la salvación por las alianzas

Carlos Ghosn, presidente de Renault y del japonés Nissan, es firme cuando asegura que ambos grupos deben su salud, su vida incluso, a la alianza forjada en 1999 y que les ha permitido situarse como el tercer grupo mundial del automóvil, por detrás de General Motors y Volkswagen. “Ni Renault ni Nissan hubieran sobrevivido sin la alianza, es tan simple como ésto”, ha dicho. La alianza franco-japonesa y la apuesta por los productos low-cost, a través de la filial Dacia, son las muletas sobre las que se ha sustentado Renault.

El otro gran grupo francés, PSA Peugeot Citroën, busca ahora la salvación –¿acaso un poco demasiado tarde?– aliándose con General Motors, un pacto que selló la pasada primavera con el fin de mutualizar compras e inversiones. Los primeros acuerdos industriales, dados a conocer la semana pasada, consisten en el desarrollo común entre PSA y la filial europea de GM, Opel, de cuatro nuevos modelos de coches de pequeño y medio tamaño, destinados básicamente al mercado europeo. Los especialistas ven ya aquí un primer problema, dado que los dos grupos atraviesan dificultades en Europa y tienen problemas de sobrecapacidad de producción. En cambio, no hay por ahora ningún proyecto común destinado a los mercados emergentes, que el grupo Peugeot-Citroën necesitaría como el agua. Los peores pensados creen que a GM no le interesa...


 Ocho de los diez primeros

Pese a las dificultades, ocho de los 10 coches más vendidos en Francia son de los dos fabricantes franceses –cinco de Peugeot-Citroën, y tres de Renault–, por dos de Volkswagen. El más vendido es el Renault Megane.


Seat, a la baja en Francia

Los datos de matriculaciones en octubre en Francia no han sido buenos para Seat, que ha perdido un 20,4% respecto al mes anterior y un 27,2% en lo que va de año. Es el único dato negativo del grupo Volkswagen.






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