martes, 20 de noviembre de 2012

Copé se impone a Fillon por 98 votos


Nicolas Sarkozy ya tiene sucesor. Jean-François Copé, de 48 años, fue proclamado anoche oficialmente nuevo presidente de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) tras ser declarado vencedor, por un escasísimo margen –menos de 100 votos–, de las elecciones internas celebradas el pasado domingo. El nuevo líder de la derecha francesa, contestado y frágil, tendrá como primera y más urgente misión intentar cerrar la grave fractura que ha dividido en dos al partido. Su oponete, el ex primer ministro François Fillon, de 58 años, que ayer todavía reivindicaba la victoria, asumió disciplinadamente los resultados y renunció a presentar recurso a pesar de constatar “numerosas irregularidades”. Pero negó su “aprobación” a los métodos utilizados por su rival, al que de forma implícita deslegitimó.

Pasaban unos minutos de las diez y media de la noche cuando el presidente de la comisión electoral de la UMP, Patrice Gélard, anunció, cual un árbitro en medio del cuadrilátero, los resultados oficiales: 87.388 votos en favor de Copé (50,03%) por 87.290 en favor de Fillon (49,97%), tan sólo 98 votos de diferencia. Una victoria a los puntos que puede cobrarse un costoso peaje en términos de cohesión interna. La comisión necesitó veinticuatro tensas horas, en medio de gravísimas acusaciones de fraude lanzadas por un campo y el otro, para contar, recontar y volver a contar los votos emitidos el domingo por los militantes. El presidente de la comisión instó a reformar de inmediato los estatutos del partido, que consideró “completamente inadaptados” a las exigencias de la democracia interna.

Jean-François Copé, “sin amargura ni rencor”, tendió enseguida la mano a su rival para intentar restañar las heridas y le invitó a “unirse” a él en la nueva etapa que ahora se inicia. “Lo que nos une es infinitamente superior a lo que nos divide”, afirmó el nuevo presidente de la UMP, quien se mostró dispuesto a “trabajar con todo el mundo”. François Fillon no está presto a dársela. En una declaración muy breve pero de una gran dureza, el ex primer ministro constató que “la fractura que atraviesa nuestro campo político es ahora manifiesta”. “Es una fractura política y moral”, añadió con gravedad, antes de anunciar que en los próximos días comunicará qué piensa hacer respecto a su futuro político.

El riesgo de una ruptura, de una dislocación, de la UMP recorrió los espíritus durante toda la jornada. Hasta el punto de que el ex primer ministro Alain Juppé, primer presidente del partido tras su fundación en el 2002, hizo un dramático llamamiento para salvar la unidad y evitar el “estallido” de la organización. “Es la propia existencia de la UMP la que está en cuestión”, advirtió.

La UMP no está condenada de antemano. El Partido Socialista vivió una experiencia idéntica hace cuatro años, en el fratricida congreso celebrado en Reims en noviembre del 2008. También entonces, Martine Aubry se impuso a Ségolène Royal por sólo 102 votos de diferencia en medio de acusaciones de fraude. El hoy ministro del Interior, Manuel Valls, llegó a amenazar con recurrir a los tribunales de justicia. Pero al final, el instinto de conservación y de supervivencia se impuso.

La UMP probablemente se salvará por las mismas razones. Pero la fractura que han puesto en evidencia las elecciones internas de este domingo va mucho más allá de una lucha de clanes, de un choque de ambiciones personales. La UMP está netamente dividida en dos mitades prácticamente iguales con sensibilidades políticas muy marcadas: detrás de Copé, adalid de lo que el llama una “derecha desacomplejada”, se agrupa el sector más radical e intransigente de la derecha, al que no incomoda coquetear con las ideas de la extrema derecha. Detrás de Fillon, se agrupa el sector más moderado, de tradición gaullista y democristiano.


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