miércoles, 21 de noviembre de 2012

La derecha francesa desproteje su centro


La victoria de Jean-François Copé en las elecciones internas para elegir al nuevo presidente de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) va a marcar un punto de inflexión en la historia del partido creado en el 2010 por Jacques Chirac para reunir en una gran fuerza política única a todas las sensibilidades de la derecha y acabar con las guerras fratricidas de los años ochenta y noventa. Poco importará, al final, que Copé, exponente del sector más radicalmente a la derecha del partido, haya ganado por apenas 98 votos a su rival, François Fillon, líder del ala más moderada. Su ascenso a la jefatura de la UMP, en la que sucede a Nicolas Sarkozy, consolida el acusado giro a la derecha iniciado por el ex presidente francés hace un año y abre un espacio inesperado para la nueva fuerza centrista aglutinada en torno a Jean-Louis Borloo, presidente de la nueva Unión de los Demócratas e Independientes (UDI)

A fuerza de obsesionarse únicamente por su flanco derecho, disputando los votos del Frente Nacional (FN) con un discurso rayano en el populismo, Sarkozy acabó perdiendo las elecciones presidenciales. Y sus émulos, con Copé a la cabeza, se arriesgan a conducir a la ruina al partido entero.

Jean-François Copé, todavía no investido presidente pero ya en ejercicio –de hecho, ya actuaba como el capataz del partido en tanto que secretario general–, se reunió ayer a puerta cerrada con el grupo parlamentario de la UMP en la Asamblea Nacional para intentar cohesionar sus filas, después de la grave fractura que ha dividido a la organización en dos mitades enfrentadas.

“Yo no dejaré rehacer la UDF”, advirtió Copé seriamente a sus diputados –informó el canal de televisión LCI–, en alusión a la Unión por la Democracia Francesa (UDF) de Valéry Giscard d’Estaing, el partido de centro que en los años setenta disputó la hegemonía de la derecha al gaullista Reagrupamiento por la República (RPR) de Chirac. “Tenemos un peligro: el retorno al horror del RPR-UDF”, añadió.

Pero al nuevo presidente de la UMP, que hasta ahora ha despreciado la sensibilidad de centroderecha en su propio partido, necesitará algo más que amenazas para salvar los muebles. Las heridas están aún sangrantes, como demostró la posterior intervención de Copé en el hemiciclo –en la que lanzó una agresiva pregunta al Gobierno–, fervorosamente aplaudida por una parte de los diputados de la UMP puestos en pie mientras los demás se quedaban sentados con los brazos cruzados. El campo del derrotado François Fillon no está aún presto a recoger la manto tendida de su verdugo: ayer rechazaron con cajas destempladas –calificándola de “grotesca”– la oferta de conceder al ex primer minstro una vicepresidencias de la UMP.

Pese a las advertencias de Copé, las deserciones en el interior del partido han empezado a dejar de ser un riesgo para convertirse en una realidad. El centrista Pierre Méhaignerie, que habia apoyado la candidatura de Fillon, anunció ayer mismo su intención de abandonar la UMP y unirse a la UDI de Jean-Louis Borloo. Otro diputado de sensibilidad centrista, Lionel Tardy, se dijo dispuesto a hacer lo mismo si el ex primer ministro no organiza una nueva “estructura” política. Tardy añadió que una quincena de diputados de la UMP se reunirán hoy con el fin de discutir su eventual pase a la UDI.

Para las ambiciones de Jean-Louis Borloo, cuyo objetivo declarado es resucitar –bajo otro nombre– la antigua UDF, empeño para el que cuenta con el padrinazgo del propio Giscard, la evolución de los acontecimientos no puede se más favorable. “La ilusión de un partido único ya no se aguanta”, declaró ayer en una entrevista en Le Monde, donde señalaba que el triunfo de Copé consolida definitivamente una fractura ideológica en la UMP.



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