Llamado al
rescate por Alain Juppé y algunos barones de la Unión por un Movimiento Popular
(UMP), Nicolas Sarkozy intervino ayer entre bambalinas en la crisis de su
partido para tratar de mediar entre los dos líderes enfrentados, Jean-François
Copé –proclamado presidente– y François Fillon, que contesta frontalmente su
elección. Sin aparente éxito. De retorno ayer mismo a París, tras haber viajado
a China para pronunciar una conferencia, el expresidente francés almorzó con su
antiguo primer ministro y conversó por teléfono con Copé para intentar –sin
comprometerse públicamente– buscar una solución. Pero al término de la jornada,
el enfrentamiento entre los dos campos era tanto o más violento que al
principio.
Jean-François Copé llevó hasta el final su estrategia y
consiguió que la Comisión Nacional de Recursos de la UMP –una instancia bajo su
control, cuya credibilidad contesta Fillon– ratificara su elección como
presidente del partido. Guinda sobre el pastel: su victoria ya no sería por el
escaso margen de 98 votos –sobre un total de 150.000 sufragios emitidos–, sino
de 992. La comisión tuvo a bien, en efecto, incorporar los votos “olvidados” de
ultramar, pero a la vez anuló por presuntas irregularidades las votaciones en
varios colegios electorales importantes –en Nueva Caledonia y Alpes Marítimos–
en los que Fillon había ganado.
Jean-François Copé, en una breve intervención, dio su
victoria por incontestable y la querella interna por terminada. Y, apelando al
“perdón”, llamó a todos los militantes del partido –incluido Fillon: a trabajar
juntos por la unidad y la “reconstrucción”. Nada que se vea en el horizonte.
El ex primer ministro rechazó de nuevo la proclamada
victoria de Copé, que calificó de “golpe de fuerza”, y reiteró su intención de
acudir a los tribunales de justicia para impugnar la elección interna de la
UMP. Su abogado, François Soureau, confirmó la preparación de un recurso.
Fillon envió a la UMP a un ujier para requerir los datos de la elección, a lo
que el partido se negó.
Por si faltaran motivos de desconfianza y de tensión, el
hasta ahora tesorero de la UMP, Dominique Dord –un hombre próximo a Fillon–,
dimitió ayer de su cargo y acusó a Copé de haber utilizado de forma masiva los
recursos del partido, económicamente exangüe, en su beneficio exclusivo para
financiar su campaña.
El ex primer ministro, que hoy reunirá a sus partidarios
para decidir los próximos pasos, podría plantear la creación de un grupo
parlamentario aparte, separado de la UMP, anque sin llegar a encabezar una
escisión del partido. Una maniobra de estas caractarísticas dejaría a la
derecha gravemente tocada en el Parlamento, extremadamente debilitada, además
de privarle de parte de los recursos que recibe del Estado.
Entre los dos campos, un grupos de no alineados encabezado
por la exministra Nathalie Kosciusko-Morizet, promueve una petición para que se
repitan las elecciones internas a presidente de la UMP. “Volver a votar es la
mejor solución para evitar la escisión”, argumentó. La iniciativa recogió ayer,
en un sólo día, más de 16.000 firmas. La idea parece avanzar, de momento poco a
poco. Nicolas Sarkozy, según el diario Le Figaro, se habría mostrado favorable
durante su conversacion con Fillon. Y anoche, el director de campaña de este
último, Eric Ciotti, también la apoyó. Pero Copé la rechaza de plano.
Mientras la derecha se desangra en esta guerra civil, los
partidos fronterizos con la UMP se frotan las manos. En particular la nueva
Unión de los Demócratas e Independientes (UDI) del centrista Jean-Louis Borloo.
Según fuentes de este partido, en la última semana han recibido nuevas
peticiones de adhesión a un ritmo de mil al día. Desde principios de mes,
serían ya 14.000. En el otro extremo, la presidenta del ultraderechista Frente
Nacional (FN), Marine Le Pen, observa con delectación la explosión de un
partido cuya ala más a la derecha se propone fagocitar.
Duelos a repetición
La agitada historia de la derecha francesa bajo la V
República muestra que la guerra fratricida protagonizada por Jean-François Copé
y François Fillon por el control del partido, la UMP, no es nada excepcional.
El primer gran enfrentamiento se produjo en 1974 a la muerte de Georges
Pompidou, cuando Jacques Chirac sumó sus fuerzas a las de Valéry Giscard
d’Estaing –que saldría elegido presidente– para elminar a Jacques
Chaban-Delmas. Chirac se enfrentaría posteriormente a Giscard con una gran
violencia, hasta el punto de favorecer el triunfo del socialista François
Mitterrand en 1981. En 1995 el duelo que desgarró a la derecha fue entre Chirac
–que salió triunfante– y Édouard Balladur. El penúltimo capítulo lo
protagonizaron en los tribunales Nicolas Sarkozy y Dominique de Villepin.
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