Los petrodólares
qataríes se disponen a dar el salto desde los estadios y los barrios ricos de
París a la banlieue, donde los gestores de los fondos
del emirato se proponen inyectar dinero para financiar proyectos empresariales
locales. La iniciativa, acordada con el Gobierno francés, ha levantado grandes
suspicacias y algunas fuerzas políticas alertan contra el riesgo de
proselitismo islamista.
Los intereses económicos de Qatar en Francia han crecido de
forma exponencial en los últimos años. El emirato tiene participaciones en
algunas de las principales empresas francesas –France Télécom, Lagardère, LVMH,
Suez Environnement, Total, Veolia, Vinci, Vivendi...–, posee grandes inmuebles
en los barrios más caros de la capital francesa y es el propietario del club de
fútbol Paris Saint-Germain (PSG). Su extensión tentacular, sin embargo, no
había despertado en Francia el recelo que suscita ahora su introducción en los
barrios periféricos, con una fuerte concentración de población musulmana.
La iniciativa arrancó el año pasado a raíz de una visita a
Doha de una delegación de la Asociación nacional de electos locales de la
diversidad (Aneld), una organización que agrupa a militantes de diversos
partidos, que expusieron su idea al emir de Qatar, Hamad ben Khalifa Al Thani.
Seducido por la idea, el jeque dio su visto bueno a la creación de un fondo de
inversión dotado inicialmente con 50 millones de euros para respaldar los
proyectos de emprendedores de los barrios en dificultad. La idea fue anunciada
oficialmente en noviembre pasado y suspendida después a causa de la proximidad
de las elecciones presidenciales francesas.
Las estrechas relaciones que las autoridades qataríes
mantenía con el ex presidente Nicolas Sarkozy parecen haber alcanzado en pocos
meses la misma intensidad con su sucesor en el Elíseo, François Hollande. El
resultado ha sido la conclusión de un acuerdo –anunciado por el ministro para
la Regeneración Productiva, Arnaud Montebourg– para crear un fondo de inversión
mixto, con participación de Qatar y del Estado francés así como de empresas
privadas, para financiar proyectos empresariales en las banlieues pero también en los “territorios desheredados”
de las zonas rurales. El volumen del fondo aún no está claro, pero se habla de
entre 100 y 300 millones.
La idea ha sido recibida con recelo por el ministro para la
Ciudad, François Lamy, mantenido al margen, y por la asociación de alcaldes Ciudades y Banlieues, que ven en
la iniciativa de Aneld una deriva “comunitarista”. La presidenta del
ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen. ha ido mucho más allá, al
calificar la inversión qatarí de “caballo de Troya del islamismo”. Un temor
similar ha expresado asimismo un diputado de la Unión por un Movimiento Popular
(UMP), Lionnel Luca, quien acusa a Qatar de “practicar una islamismo
integrista” y pide una comisión de investigación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario