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Sólo los
socialistas y sus socios de gobierno –ecologistas y radicales–, además de las
autoridades comunitarias de Bruselas, aplaudieron las medidas de rigor
económico y las reformas estructurales anunciadas la noche del domingo en televisión
por François Hollande. Para la derecha, los planes del presidente francés
llegan demasiado tarde o van en la dirección equivocada. Para los partidos
situados a la izquierda del PS y la mayor parte de los sindicatos, Hollande va
en cambio demasiado lejos. Los proyectos del Elíseo para flexibilizar el
mercado de trabajo y reducir las cargas sociales a las empresas amenazan con
desencadenar un fuerte movimiento de contestación.
Que un presidente socialista hable, como hizo Hollande
anteanoche –aunque fuera casi en voz baja–, de flexibilidad laboral es algo
inaudito en Francia, casi inverosímil. Es una revolución que puede desatar
tempestades. En un editorial premonitorio, el director de Le
Monde, Erik Izraelewicz, comparaba ayer la agenda de reformas
planteada por Hollande con la del ex canciller socialdemócrata alemán Gerhard
Schröder a principios de los años 2000, que permitió colocar a Alemania a la
cabeza de Europa pero que le costó una dura sanción en las urnas. El rotativo
reclama al dirigente francés la misma “firmeza” que tuvo el alemán.
De firmeza deberá hacer gala Hollande, en efecto, para
llevar adelante una reforma que ha empezado a soliviantar a los sindicatos
–sólo la CFDT parece dispuesta a asumir una negociación sobre una mayor flexibilidad
laboral– y a las fuerzas a su izquierda. El secretariop general de Fuerza
Obrera (FO), Jean-Claude Mailly, expresó su “inquietud” por la dirección tomada
por el Gobierno. Y el líder del Frente de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon,
embarcado ya en una campaña contra la ratificación del tratado europeo de
disciplina presupuestaria, rechazó el tenor de las reformas y la política de
austeridad, que juzgó una “pura locura”.
La derecha cargó duramente contra el aumento de la presión
fiscal previsto para el año 2013 y evaluado en 20.000 millones de euros
adicionales a repartir a medias entre las empresas y las familias, que a su
juicio ahogará la economía. “Dentro de dos años \[el plazo dado por Hollande\]
habrá más paro y estaremos en recesión”, vaticinó el ex primer ministro
François Fillon.
También la ultraderecha, contraria a la austeridad que viene
de Europa, se sumó a las críticas por boca de la líder del Frente Nacional,
Marine Le Pen: “Hemos pasado de una impotencia agitada –dijo en alusión a
Sarkozy– a una impotencia blanda”.
Bernard Arnault
demanda a ‘Libération’
El presidente del grupo LVMH y primera fortuna de Francia,
Bernard Arnault, no apreció el insultante sentido del humor del diario Libération sobre su presunta intención de exiliarse
fiscalmente en Bélgica y anunció la presentación de una demanda por “injurias
públicas” por el título de la portada de la edición de ayer. “¡Lárgate rico
gilipollas!”, lanzó el rotativo haciendo un juego de palabras con la polémica
frase pronunciada en 2008 por Nicolas Sarkozy contra un ciudadano que le
increpó (“¡Lárgate, pobre gilipollas!”). El patrón de LVMH, que aparece en la
foto con una maleta, deploró en un comunicado la “extrema vulgaridad y la
violencia” del titular.
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