sábado, 22 de septiembre de 2012

Drancy, la puerta de infierno


Entre 1942 y 1944 la puerta del infierno se encontraba a 15 kilómetros del centro de París. En Drancy, al norte de la capital francesa, un complejo de viviendas sociales inacabado, la Cité de la Muette, se convirtió en un campo de internamiento donde se concentraba a los judíos antes de embarcarlos en los trenes de la muerte. Dirigido por funcionarios franceses y vigilado por gendarmes franceses, en algo menos de dos años y medio pasaron por Drancy camino de los campos de exterminio de Auschwitz y Birkenau alrededor de 63.000 judíos –del total de 76.000 deportados por Francia a petición de la Alemania nazi–, de los cuales sobrevivieron menos de 2.000. El presidente francés, François Hollande, aprovechó ayer la inauguración de un Memorial de la Shoa junto al antiguo campo para condenar de nuevo el papel de Francia en el Holocausto y hacer un llamamiento a combatir las nuevas formas de antisemitismo.

“¿Cómo fue posible este horror? ¿Cómo en nuestro país, la Francia de las Luces, la Francia de los Derechos del Hombre, la Francia de la Revolución, se encontraron tantos verdugos para ir a buscar a su casa a familias desarmadas? ¿Cómo se encontraron tantos cobardes para dejarles hacer, para desviar la mirada?”, se preguntó el presidente francés, quien atribuyó la responsabilidad al “espíritu de sumisión” colectivo y al antisemitismo que reinaba en la sociedad francesa.

“Cuando el mal se inscribe en la vida cotidiana, cuando adquiere, según las palabras de Hannah Arendt, una especie de banalidad, entonces nada se le opone”, afirmó Hollande, antes de añadir que lo sucedido en los años cuarenta, bajo la ocupación, debe servir hoy de “lección”. “Nada es insignificante. Toda afirmación, todo acto de carácter antisemita o racista es inaceptable (...) No debemos admitir lo inadmisible”, dijo. Y concuyó asegurando que “la República no cederá jamás” frente al “odio y el fanatismo”.

El acto de ayer forma parte de una secuencia de conmemoraciones con motivo de los 70 años de la implicación de la Francia ocupada en la persecución de los judíos. El presidente francés ya pronunció un discurso al respecto el pasado 22 de julio a propósito del anversario de la gran redada de Vel d’Hiv, llevada a cabo entre el 16 y el 17 de julio de 1942 por la policía francesa, que detuvo e internó en el Velódromo de Invierno de París a algo más de 13.000 judíos, en su mayoría ancianos, mujeres y niños. “La verdad es que ese crimen fue cometido en Francia, por Francia”, afirmó entonces Hollande, siguiendo el camino abierto en 1995 por su antecesor en el Elíseo Jacques Chirac. El ex presidente fue el primero en admitir la culpa de Francia en el Holocausto, una responsabilidad que hasta entonces se había negado oficialmente –François Mitterrand incluido– , atribuyéndola al ilegítimo régimen de Vichy. Lo cierto, sin embargo, es que las autoridades francesas encabezadas por el mariscal Pétain representaban legítimamente al Estado francés, al haber recibido sus poderes del Parlamento.

Annette Karjcer tenía 12 años cuando fue conducida, junto a su hermana Léa, al campo de internamiento de Drancy el 15 de agosto de 1942. Ayer recordaba el impacto de aquel momento: “Tuve la impresión de que entraba en el infierno”, explicó. Construidos en los años treinta, los edificios no estaban acabados. El suelo del patio era de color negro –pavimentado con escoria de hierro–, no había ningún árbol, todo era inhóspito. En los pisos no había nada, dormían sobre paja. Y sus necesidades debían hacerlas en un gran bidón situado en el rellano... Capturada en la redada de Vel d’Hiv, Con piojos y sarna, Annette y su hermana sobrevivieron gracias a ayuda de una prima, empleada en el campo, que las escondió. La mayoría de los niños detenidos con ellas fueron deportados dos días después. Nunca volvieron.

Para Annette, lo más chocante fue el papel de los franceses. “En Vel d’Hiv, en el campo de Pithiviers, en Drancy, no vi ni un solo alemán. Siempre me ha quedado esta terrible decepción, este dolor, de que los franceses hubieran ayudado a todo eso”, explicaba. Atormentada todavía por el recuerdo, Annette agradeció el hecho de que el Memorial –un edificio moderno, de grandes cristaleras– haya sido levantado junto al campo pero no dentro. Por nada del mundo hubiera vuelto a pisar aquel patio, hoy convertido en un área de juegos infantiles. Las viviendas sociales de la Cité de la Muette están hoy ocupadas por familias, ajenas en su mayoría al hecho de que hace 70 años, junto a sus casas, había alambradas y torres de vigilancia.

El edificio del memorial de Drancy, complemento del Memorial de la Shoa de París, está organizado en cinco niveles, entre los que se distribuyen salas pedagógocas, un centro de documentación y una exposición permanente, con imgáges, cartas y documentos, en la que se explica el funcionamiento del campo y la vida cotidiana de los internados. Uno de sus objetivos es organizar regularmente visitas escolares.
En su discurso, François Hollande hizo hincapié en la necesidad –y el deber– de transmitir la memoria de lo sucedido. Y pidió al Ministerio de Educación que la historia del Holocausto sea enseñada en todas las escuelas y centros de secundaria.


Le Pen, contra el velo y la kipá

Marine Le Pen entró ayer en la polémica sobre la publicación de las caricaturas de Mahoma con una propuesta incendiaria: prohibir la presencia del velo islámico –no el velo total, sino el hiyab, pañuelo que cubre el pelo– y de la kipá judía en todo el espacio público, incluida la calle. En la actualidad, ambas prendas –así como cualquier otro signo religioso– están prohibidas en las escuelas, mientras que en la calle la única vestimenta vetada es el niqab y el burqa, que cubren completamente el rostro. La propuesta de la presidenta del Frente Nacional (FN) recibió numerosas críticas, siendo una de las más contundentes la del ministro de Educación, Vincent Peillon, que calificó a Le Pen de “la primera de los integristas”. El presidente Hollande calificó de “torpe” todo aquello que “opone y divide”.






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