Enarbolando una amplia sonrisa, Valérie
Trierweiler avanzó con decisión hacia Ségolène Royal, sentada en la primera
fila, y le estrechó la mano en medio de la estupefacción general. Sucedió el
pasado 4 de abril en el palacio de Exposiciones de Rennes durante la campaña
electoral francesa, en el primer y único mitin en el que el hoy presidente de
la República, François Hollande, debía coincidir con su ex compañera
sentimental y madre de sus cuatro hijos. La imagen de la segunda mujer
saludando a la primera, difundida a todo el mundo, fue interpretada entonces
como un gesto de buena voluntad. Nada más lejos de la realidad, sin embargo.
Lo cierto es que tras las educadas maneras se escondía un
ataque en toda regla por parte de una encolerizada Trierweiler, una particular
venganza por la intrusión unos minutos antes de Royal en el escenario junto a
su ex, algo que la actual Primera Dama había vetado expresamente. La que fuera
candidata socialista al Elíseo en el 2007, cuya fuerza de carácter está más que
probada, forzó las cosas y se salió con la suya. Como precio a su audacia pagó
el peaje de ser “humillada” –así lo sintió ella– por su rival a la vista de
todos. Acorralada, crispada, no tuvo más remedio que tender su mano a “la
otra”.
El soterrado rifirrafe de Rennes es sólo un episodio más de
la sorda guerra que las dos mujeres de Hollande mantienen desde hace casi una
década y de la que el polémico tuit lanzado contra Royal por Trierweiler en
plena campaña de las elecciones legislativas, en junio pasado, fue la primera
expresión pública. Los entresijos de este conflicto, marcado por el odio y los
celos, son el objeto de dos libros aparecidos estos días en las librerías
francesas: L’Ex (La Ex), de Editions du Moment, y Entre deux feux (Entre dos fuegos), de Grasset. El
primero ha sido escrito por el periodista Sylvain Courage, cronista del
semanario Le Nouvel Observateur, y el segundo por las
también periodistas Anna Cabana de Le Point –autora también
de una biografia sobre Cécilia Sarkozy– y Anne Rosencher, de Marianne.
Todo empezó cuando Valérie Trierweiler, joven periodista en Paris Match encargada de seguir al Partido Socialista,
empezó a frecuentar al entonces primer secretario del PS, François Hollande. La
relación entre ambos se fue haciendo cada vez más estrecha, hasta que en
febrero 2003 Royal, a la que habían empezado a llegar insistentes rumores,
abordó a Trierweiler en el Parlamento y le lanzó una advertencia: “Usted tiene
tres hijos, yo tengo cuatro. Vaya con mucho cuidado”.
Según los protagonistas, sin embargo, Hollande y Trierweiler
no se convirtieron en amantes hasta la primavera del 2005. Una vez fue
evidente, Royal planteó batalla: instó a la dirección de Paris
Match a cambiar a Trierweiler de función, presionó al editor –el
empresario Arnaud Lagardère, íntimo amigo de Nicolas Sarkozy– y advirtió al
marido de su rival, Denis Trierweiler, periodista también en el mismo
semanario. Algo que Valérie no ha perdonado. Para rematar la faena, Royal retó
públicamente a su compañero anunciando su intención de presentarse como
candidata al Elíseo. Y lo hizo en Paris Match...
Ya estaban separados de hecho –aunque no era público–
cuando, durante la campaña de 2007, Ségolène Royal especuló públicamente con
casarse con François Hollande. No había tal. Pero, según al libro de Cabana y
Rosencher, que citan a un amigo de la pareja, ese verano –cuando la ruptura era
ya conocida– Hollande vaciló y estuvo a punto de regresar al domicilio
familiar. El relato de la guerra entre estas dos mujeres arroja una
nueva luz sobre el comportamiento reciente de Valérie Trierweiler. Sobre su
ojeriza hacia Ségolène Royal. Pero también sobre sus temores y sus
inseguridades.
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