La sentencia del Tribunal de Apelación desmonta los argumentos de la fiscalía y concluye que no hay ninguna prueba que demuestre la implicación de Villepin –ni como instigador ni como cómplice- en la trama montada en 2004 para desacreditar a un grupo de empresarios y políticos franceses, entre ellos el actual presidente de la República , a base de atribuirles falsamente el cobro de comisiones ilegales a través de cuentas bancarias en el extranjero. Las presuntas pruebas esgrimidas consistían en unas falsas listas de la caja de compensación luxemburguesa Clearstream.
El tribunal condena, en cambio, por falsificación y denuncia calumniosa al matemático Imad Lahoud, ex director científico del grupo aeronáutico y de defensa europeo EADS, a tres años de cárcel -con 18 meses de suspensión condicional de la pena- y 40.000 euros de multa. Y por denuncia calumniosa al ex vicepresidente de EADS Jean-Louis Gergorin, con otros tres años de prisión –con 30 meses de suspensión- y otros 40.000 euros.
Villepin expresó a la salida del tribunal su satisfacción por la sentencia, pero su semblante serio manifestaba otra preocupación. Enterrado el caso Clearstream, un nuevo escándalo amenaza ahora al ex primer ministro, acusado por el turbio abogado Robert Bourgi de haber cobrado –junto con el ex presidente Jacques Chirac- grandes sumas de dinero de varios autócratas africanos. “Clearstream fue iniciado en 2005-2006, en vísperas de la elección presidencial de 2007. Me gustaría que eso pueda servir de lección para la presidencial de
La amenaza de nuevos problemas judiciales no es el único motivo de preocupación para Villepin. Su movimiento político, República Solidaria, no acaba de despegar y los sondeos preelectorales no le dan más de un 5% de expectativas de voto. Poco a poco, además, se va quedando solo. A los secretarios de Estado Georges Tron y Marie-Anne Montchamp, que le dejaron en la estacada cuando Sarkozy les ofreció un puesto en el Gobierno, se han sumado nuevos desertores, entre ellos los diputados Hervé Mariton y François Goulard, dos de los fieles de primera hora. Por irse, se han acabado yendo hasta el portavoz de su partido, Daniel Garrigue, y su jefa de prensa, Chantal Bockel.
Y, para rematar, lo ha abandonado incluso su propia esposa, Marie-Laure de Villepin, tras 25 años de matrimonio, poco dispuesta a seguirle en su nueva aventura. “El compromiso político es su vida. Yo he jugado el juego durante años y ahora quiero pasar página. Pero él quiere continuar, así que yo tomo otro camino”, declaró a la revista Gala. “Cuando me casé con él, era un diplomático, no un político, ¡me engañaron con la mercancía!”, ironizó su ex mujer, con quien tiene tres hijos.
En estas circunstancias, ¿dará Villepin el paso de presentarse como candidato? Para ayudarle a decidir en sentido contrario, la UMP busca la reconciliación y, según se dice, parece dispuesta a ofrecerle una cómoda circunscripción para ser elegido diputado en las próximas elecciones legislativas.
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