El ministro del Interior, Claude Guéant, anunció el final de la tolerancia gubernamental y la aplicación inmediata de la prohibición el pasado jueves, horas después de que se cerrara un acuerdo en París con los responsables del culto musulmán y los imanes de dos mezquitas del distrito XVIII para habilitar un antiguo cuartel de bomberos en desuso como lugar de oración. La interdicción entró oficialmente en vigor ayer.
Cerca de 4.000 fieles abarrotaron el nuevo centro de oración, que se vio enseguida desbordado, obligando a una parte de los mismos a rezar en el parking. Aunque globalmente se respetó, unos 200 musulmanes desafiaron la prohibición y oraron en la calle junto a una de las dos mezquitas conflictivas, en el barrio de la Goutte d’Or, cerradas ayer para la ocasión. También hubo rezos en la calle en Niza y Marsella, por falta de tiempo para acondicionar los nuevos locales. Algunos de los fieles aseguraron haber actuado así por desconocimiento… En cualquier caso, y pese a que Claude Guéant advirtió que, llegado el caso, ordenaría la intervención de las fuerzas del orden, la policía ayer no actuó.
“Podríamos llegar hasta el empleo de la fuerza si fuera necesario, pero es una hipótesis que descarto puesto que el diálogo ha dado frutos”, declaró el ministro del Interior en una entrevista publicada el jueves por Le Figaro. Antes de declarar la prohibición, el Gobierno se ha cuidado de buscar y pactar alternativas con la comunidad islámica. Con la ley en la mano, la policía podría haber actuado mucho antes para acabar con esta práctica, pero ello hubiera podido degenerar en un conflicto altamente peligroso.
En París, el Ayuntamiento impulsa una solución defnitiva para la falta de centros de culto de suficiente capacidad a través de la creación del Instituto de las Culturas del Islam –presidido por Hakim El Karoui, director del Banco Rothschild-, que prevé abrir en 2013 un gran centro cultural y de culto en el distrito XVIII. A la espera de que este proyecto culmine, el Gobierno ha acordado la cesión temporal del antiguo cuartel de bomberos, alquilado a la comunidad islámica por 30.000 euros al año por tres años.
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