martes, 13 de septiembre de 2011

Susto nuclear

Un muerto, cuatro heridos –uno de ellos con graves quemaduras- y un susto. Un susto finalmente sin consecuencias. Éste es el balance del accidente que sobrevino ayer, al filo de mediodía, en el centro de tratamiento de residuos radioactivos francés Centraco, situado junto al complejo nuclear de Marcoule, a orillas del Ródano, en el departamento del Gard. Como siempre que se produce un incidente en una planta nuclear, un escalofrío sacudió a la opinión pública francesa -y también a la española, debido a la relativa proximidad de la frontera: 286 kilómetros-, antes de que la Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN) diera por terminado el problema poco después de las cuatro de la tarde. La sombra de Fukushima y aún de Chernobyl –sobre cuyos efectos diferidos se ha pronunciado esta misma semana la justicia francesa, para archivarlos- pesa en los ánimos.
El accidente de Centraco se produjo al explotar,  presumiblemente a causa de una reacción química, un horno destinado a fundir metales de baja radioactividad. La explosión mató en el acto a uno de los trabajadores y causó heridas a otros cuatro, trasladados al hospital de Montpellier. Ninguno de los heridos resultó contaminado por radiaciones. De hecho, no se registró ninguna fuga de radioactividad al exterior. Ni la explosión ni el incendio causado por ésta –dominado por los bomberos a la una de la tarde- dañaron la integridad del edificio que contiene el horno.

La empresa que gestiona el centro, Socodei –filial del grupo eléctrico público EDF- puso en marcha su plan de seguridad interno y la ASN activó su centro de crisis y envió un equipo de inspectores al centro. Pero al no haber ninguna fuga de radioactividad no fue necesario ni evacuar ni confinar a los trabajadores ni tampoco a la población. La radioactividad dentro del horno que explotó es de aproximadamente 67.000 bequereles por cada cuatro toneladas, lo que representa 17 bequereles por kilo, una cantidad “muy, muy débil”, según subrayó a la agencia France Presse Olivier Isnard, experto del Instituto de Radioprotección y Seguridad Nuclear.

Centraco, en el que trabajan 350 personas, está especializado en la recuperación y  tratamiento de residuos nucleares de baja o muy baja actividad. Situado en el término municipal de Codolet, junto al gran complejo nuclear de Marcoule –donde se produjo por primera vez en Francia plutonio para uso militar-, el centro empezó a funcionar en 1999. La ASN constató tiempo atrás algunas “lagunas” en la “cultura de seguridad” de esta planta, que según las autoridades habían empezado ya a ser corregidas en 2010, según el informe del año pasado. “Si las nuevas disposiciones puestas en práctica indican una real implicación del explotador para remediar las dificultades encontradas, la ASN velará sin embargo por que esta estrategia puesta en práctica permita inscribir estos progresos en el tiempo”, añadía.

Las 58 centrales nucleares francesas y todos los centros de tratamiento y almacenamiento de residuos radioactivos han sido sometidos en los últimos meses, a raíz del accidente nuclear en la central japonesa de Fukushima, a pruebas de resistencia (stress test), cuyos resultados deben conocerse antes de fin de año.

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